Cine
Crítica de ‘Chainsaw Man: El arco de Reze’, mucho más que un estallido de acción
La nueva y emocionante adaptación del manga de Fujimoto está repleta de razones para que no volvamos a estar tres años sin Pochita.
Algo hemos hecho mal como sociedad (o como fans del anime) para haber estado tres años sin adaptaciones de ‘Chainsaw Man’. Todavía no alcanzamos a entender ninguna de las críticas exacerbadas a una primera temporada que ya era cine. Estuvieron a punto de dejarnos sin continuación y, después de ver ‘El arco de Reze’, madre mía lo que nos habríamos perdido. Una gozada de película que nos ofrece una oportunidad de redención. No perdáis el tiempo comparándola con ‘La fortaleza infinita’ y sus números de taquilla. Tampoco cambiéis el discurso y digáis que antes la animación era mejor. No después de los palos que recibió aquella. Dejémonos de conflictos, disfrutemos el espectáculo y apoyemos para que Makima escuche nuestro mensaje con claridad: queremos una segunda temporada de ‘Chainsaw Man’ más pronto que tarde.
Nada que ver con ‘Kimetsu no Yaiba’
La comparativas con ‘La fortaleza infinita’ no tiene sentido porque son películas que ponen el foco sobre cosas muy distintas. ‘Kimetsu no Yaiba’ se centraba en la acción, en tres deslumbrantes combates que iba salpicando de flashbacks la mar de emotivos. Su animación era incontestable, muy nítida y de colores saturados. Por su parte, ‘Chainsaw Man’ tiene un poso más filosófico y apuesta por contar una trágica historia de amor. A su vez, la gran pelea del clímax está centrada en transmitir movimiento más que detalle, a la manera del controvertido Naruto versus Pain. Son cintas que no juegan a lo mismo y perfectamente complementarias, ¿por qué insistimos en enfrentarlas en redes?
La magia de ‘Chainsaw Man’
Con la obra de Tatsuki Fujimoto siempre pasa lo mismo. Uno va buscando cobre y encuentra oro. Te asomas a sus páginas atraído por esas portadas pop en las que ya se puede entrever su fantástico diseño de personajes y, una vez dentro, los cantos de sirena son ecos de Tarantino. Hay un mimo a los encuadres de cada viñeta, unos diálogos y unos baños de sangre que no encontrarás en ningún otro shonen.
Cuando crees que todo se reduce a eso, a un delicioso derroche de acción con el que desconectar y pasarlo bien, la historia de pronto te pone a reflexionar sobre lo que significa tener alma y acerca de la fábula de Esopo sobre los ratones de campo y de ciudad. Tiene mil veces más sentimiento del que aparenta. ‘Chainsaw Man: El arco de Reze’ también es así.
Denji siempre ha sido como ese amigo que te hace reír mientras te habla de sus ligues y tonterías. Inmaduro e infantil, pero humano. Aunque pueda sacarse una motosierra de la cabeza, pasa por lo mismo que todos, sufre lo mismo que el común de los mortales (bueno, quizás más) y te encoge el alma con algunos de los pensamientos que deja entre un trago y otro. Te vuelves a casa habiendo colmado a tu corazón de carcajadas, pero también con ideas que ya te acompañan de por vida.
Cine en mayúsculas
‘El arco de Reze’ tiene otro factor diferencial con respecto al resto de películas de anime: la cinematografía. Entiende a la perfección el medio en el que está y sabe que la diferencia entre las series y el cine va mucho más allá del tamaño de la pantalla. Es otro ritmo, otro tipo de narración. Un formato y unas formas distintas.
La película cuida detalles que no suelen ser habituales en esta clase de adaptaciones y está a rebosar de metáforas visuales. Desde la típica mariposa que de pronto se posa en una telaraña y cae en la trampa al tiempo en que lo hace Denji hasta los fuegos artificiales que explotan a la vez que el ansiado beso entre los protagonistas. La escenografía siempre está narrando, siempre muestra los estados de ánimo de sus personajes, siempre adelanta lo que va a suceder antes de que ocurra. De manera sutil, genuina y brillante.
Nos hubiera gustado que la historia del Demonio Ángel y la evolución de su amistad con Aki tuvieran un poco más de metraje, o que Kishibe explicara los orígenes de Reze con más calma y no en dos frases en off en la recta final, pero es la elección de la película. Añadir algo de ornamento, no ampliar. Está tal y como se plasma en el manga. A nosotros nos funciona mejor la primera parte de la película (más lenta, divertida y romanticona) que la segunda (pura acción), pero es por alargar el tema del Demonio Tifón y por esa animación más veloz y ‘descuidada’. Habrá quien opine justo lo contrario por un tema de ritmo.
Una banda sonora que enamora
Lo que no podemos dejar de aplaudir es la banda sonora de Kensuke Ushio. Qué absoluta maravilla. Se roba varias de las secuencias de la película y es de las que os pondréis en Spotify una vez terminada la cinta. Más allá de su propio tema, es difícil no asociar a Reze a ‘in the pool’ o ‘in the sea’, o al ‘silly walk’. O que no te ponga la piel de gallina escucharla acantar. Ha logrado dar una nueva dimensión al personaje y justifica por sí solo la experiencia en cines.
Conclusiones
‘Chainsaw Man: El arco de Reze’ es el regreso por todo lo alto de un anime que nunca debió irse. Tiene todo lo que caracteriza a la historia original. Secuencias de acción espectaculares, personajes entrañables, momentos para reír y reflexiones para emocionarse. La película encima añade una preciosa puesta en escena, muy cinematográfica (parece obvio, pero no es habitual en este tipo de adaptaciones), y una banda sonora que se recordará durante mucho, mucho tiempo. Los fans van a pasárselo en grande y los recién llegados quizás se enamoren de las formas de una serie que esconde mucho más de lo que parece a simple vista. Espero que realmente Makima esté escuchando. Queremos una segunda de temporada de la serie y la queremos ya.
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