Cine

Crítica de ‘Blue Moon’, un máster de guion y un Ethan Hawke de Oscar

Richard Linklater suma otra joya a su filmografía al contar la trágica historia de Lorenz Hart, uno de los grandes letristas de Broadway.

Blue Moon Crítica Review Película
(4 estrellas)

Si fuera un reo condenado a muerte, yo no querría una última cena; a mí me gustaría una última película. Tengo clarísimo que pediría una de Linklater. Ver al cineasta divagar sobre el amor y el arte es una de las mejores cosas que uno puede hacer en la vida. Si además las reflexiones vienen acompañadas de Ethan Hawke, la lista de placeres por encima se reduce enormemente. Sólo ha faltado que el papel de Margaret Qualley en ‘Blue Moon’ lo hiciera una Julie Delpy rejuvenecida con CGI para que la experiencia superara también a cagar, comer y follar. La nueva película del director es así de buena y, por suerte, también es mucho más sofisticada que yo. Camarero, otro whisky.

‘Blue Moon’ es la ‘Esperando a Godot’ de Linklater. Una sola noche, un solo espacio (un bar) y un personaje aguardando a que alguien (la vida) venga a tomarse algo con él. Ese personaje es Lorenz Hart, autor de canciones como la que da nombre a la película y uno de los grandes letristas de la historia de Broadway. Alguien tan inteligente y autoconsciente como para saber, incluso borracho, que en el fondo la vida ya se había asomado por la puerta, le había pillado meando y se había ido sin él.

No es una noche cualquiera para Lorenz, sino una de las más dolorosa de su vida. El compositor con el que llevaba más de 20 años trabajando, su amigo y pupilo Richard Rodgers, acaba de estrenar su primera obra con otro persona (‘Oklahoma!’) y todo apunta a que va a ser el mayor éxito de su carrera. Ambos se distanciaron debido a los problemas con el alcohol de Lorenz y mira tú por dónde, ironías del destino, es un bar el que los vuelve a reunir.

Nuestro protagonista se presenta en el local al que acuden el equipo y sus más allegados para celebrar y esperar las críticas de la primera función. Para Lorenz es más bien un purgatorio en el que tendrá que fingir que le ha encantado la obra, que su éxito no le duele ni genera envidia y que está listo para volver a hacer tándem. Y como si eso no fuera ya lo bastante difícil, encima tiene que hacerlo sin beber.

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El guion es uno de los mejores del año. Simple y llanamente brillante. Aunque por sus temas podría creerse que es una nueva colaboración entre Linklater y Hawke, el director ha conseguido que lleve la firma de Robert Kaplow, escritor al que idolatra y del que hasta adaptó su principal novela (’Me and Orson Welles‘). Es una sucesión interminable de diálogos con respuestas rápidas y ocurrentes, elegantes en la selección de palabras y de sutiles reflexiones tan variopintas como profundas.

Asistes embobado a cada intercambio. El texto emborracha, te transporta a esas tristes noches de fiesta que hemos tenido todos. Esas en las que empiezas cogiendo el puntillo y riéndote por cualquier broma hasta que el alcohol pierde su efecto y deja de filtrar la amargura de la vida. Entonces las sonrisas se vuelven impostadas, la gente se va desperdigando y tú acabas sintiéndote solo y fracasado. Te arrastras de vuelta a tu madriguera mientras te preguntas algo que la jaqueca te hará olvidar al día siguiente. ¿Qué hago yo aquí?

Por más estupendo que sea, al guion lo pone en valor un tridente de actores de los que hacen que no puedas quitar la vista de la pantalla. La magnética Margaret Qualley, quien empieza a forjar una filmografía la mar de curiosa; un Andrew Scott al que siempre da gusto encontrarse (Oso de Plata en Berlín por esta interpretación); y un Ethan Hawke que se marca una de las mejores actuaciones de su carrera. A falta de ver a Chalamet y Wagner Moura, es nuestra favorita del año.

Camaleónico, Hawke reduce su estatura al metro cincuenta y presenta un aspecto muy poco agraciado. Aunque suma, sin lo uno ni lo otro también hubiera bordado el papel de perdedor, de intelectual amanerado en el ocaso de su carrera. Despliega un repertorio de matices infinito en cada frase que pronuncia y eso que, si bien hemos venido hablando de diálogos, lo suyo es prácticamente un monólogo. Qué manera de acentuar cada palabra con la voz, con un cambio de expresión, con una mirada, un gesto o una acción. Es encantador e insoportable. Divertido y lastimero. Humano, emocionante.

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Valoración final

‘Blue Moon’ es una película de un gusto exquisito. El ‘Esperando a Godot’ de un Linklater en modo ‘Antes del anochecer’. Un máster en guion y una nominación al Oscar cantada para Ethan Hawke. Se trata de un brillante homenaje a la cultura y las grandes figuras de la época dorada de Broadway, aquella entre 1940 y 1960. A veces resulta tan divertida que hace que te olvides de lo triste y deprimente que en realidad es. Rodada como si fuera teatro, habrá a quien se le atragante su ritmo y tanta palabrería, pero los fieles del director la amarán. Es una joyita con ecos de Billy Wilder y Woody Allen que vuelve a demostrar que a veces no hace falta nada para ofrecerlo todo.

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