Cine
Crítica de ‘Blancanieves’. La resurrección en live-action del clásico de Disney es mejor de lo esperado
A pesar del CGI y de algunos problemas de tono, la nueva versión es entretenida y funciona como musical.
La primera secuencia de ‘Blancanieves’, la nueva versión live-action de Disney, empieza con un libro rodeado de animales CGI. Sus diseños mezclan realismo con elementos cartoon, lo que les confiere un aspecto singular. Está claro que existe una intencionalidad detrás, una idea que marina con el diseño de producción, pero que estimula el valle inquietante en el espectador. Lo mismo ocurre con los enanos, una extrapolación del diseño de los dibujos animados a las tres dimensiones. Sus expresiones realistas chocan con su aspecto desenfadado, algo que no termina encajar en ningún momento. Y sin embargo, más allá del uso del CGI, la película se deja ver y resulta entretenida.
El cuento es más o menos como el original. Blancanieves es la hija de dos reyes bondadosos, que lejos de vivir entre los muros de su castillo, se mezclan con los ciudadanos y realizan actividades junto al pueblo. No existe rey, reina, príncipe o princesa que sepa lo que es un cazo, una escoba o una sartén, pero en el mundo idealizado y maniqueo de ‘Blancanieves’ los papeles se revierten y los privilegiados de sangre azul preparan tartas y las comparten con sus súbditos. Y todo ello mientras entonan una animada canción happy flower.
Los cambios de la nueva versión
El mundo de piruleta de Blancanieves, interpretada en esta versión por Rachel Zegel, se desmorona cuando su madre fallece de forma inesperada. Poco después, el desconsolado monarca encuentra un hombro en el que llorar, el de la futura reina Maléfica (Gal Gadot), que lo manipula para hacerse con el reino. La joven princesa es despojada de su rango, su pelo cortado por debajo de los hombros y su vestido sustituido por ropas raídas. Desde entonces, se convierte en sirvienta y vive encerrada en su castillo. Donde antes todo era música ahora es un silencio gris y triste. Bien Rachel Zegel, que ofrece una interpretación de calidad; muy mal Gal Gadot, totalmente fuera del personaje.
“Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino?”. La reina vive tan obsesionada con ser la mujer más hermosa que cuando el espejo le dice que Blancanieves la ha desbancado monta en cólera y decide matarla. El cuento se desarrolla más o menos como en la película de Disney original, aunque el mensaje se ha adaptado a las audiencias modernas. El príncipe Harry Stockwell ya no se llama Harry Stockwell y tampoco es príncipe, sino plebeyo. Jonathan (Andrew Burnap) lidera a una banda de ladrones que dicen servir al verdadero rey. También se matiza el discurso de la belleza, que se vincula ahora no solo a la parte más puramente estética, sino también a los valores que moran en el interior.
Dejar atrás valores que actualmente se antojan algo anticuados no evita que la superficialidad se reencuentre con una línea excesivamente maniquea, aunque los cuentos suelen moverse en este terreno. El humor no termina de funcionar porque a veces es muy exagerado o estridente, si bien la película cuenta con números musicales que funcionan. Lo mejor que se puede decir de ‘Blancanieves’ es que las dos horas no se nos han hecho largas. El espejo mágico no la elegirá como el mejor filme de Disney, ni siquiera como uno de los live-action más destacados, pero el resultado está muy lejos del desastre que se auguraba.
‘Blancanieves’ se estrena solo en cines el próximo viernes 21 de marzo.
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