Cine
Crítica de ‘Alpha’, el body horror a través del espejo
Julia Ducournau (‘Crudo’, ‘Titane’) firma otra película que habla el lenguaje de la carne y que, aún siendo más convencional, sigue sin dejar indiferente a nadie.
Es curioso que Carla Simón y Julia Ducournau presentaran dos películas tan parecidas y a la vez tan distintas en Cannes 2025. Ambas cintas, ‘Romería’ y ‘Alpha’, saben a cierre. Se antojan el final de esas personalísimas trilogías debut con las que sus autoras han deslumbrado al mundo. En este útimo capítulo coinciden al hablar sobre la familia y la generación perdida por el sida. Reflejan el silencio y la vergüenza con la que respondió la sociedad entonces, una reacción hoy dolorosa e indignante, difícil de comprender por los que vinieron después. Pero mientras la española se aproxima al tema con delicadeza y contención (aún con ese ramalazo final tan inesperado de su parte), la francesa lo hace desde el body horror y el melodrama. Es como ver la misma historia, pero a través del espejo que devolvió a Alicia al País de las Maravillas.
La película de Ducournau nos cuenta la historia de Alpha, una niña de 13 años que un día sale de fiesta y regresa a su casa con un aterrador tatuaje en el brazo. Aterrador no por el dibujo, sino por esa aguja sucia y compartida con la que se lo han hecho. Para mayor alarma, la herida no sana como debería y a la espera de sus resultados médicos, Alpha es tratada como una apestada por sus compañeros del colegio. Vive atormentada por la soledad y la rabia de la situación. Pero el título de la cinta no habla solo de ella, sino también del alfa de su familia, su madre, la figura del hogar que a la cineasta le quedaba por explorar. En este caso se trata de una médica sobrepasada por la epidemia que combate en dos frentes distintos: el hospital en el que trabaja y su casa, donde a la amenaza que sobrevuela a su hija se le suma un hermano politoxicómano que se muda a vivir con ellas. No hay padre, familia ni ayuda externa. Es una guerra de desgaste que se libra en silencio. Una opresión en el pecho que solo genera gritos vacíos.
Aunque es la más accesible de su filmografía, la directora de ‘Crudo’ (2016) y ‘Titane’ (Palma de Oro de 2021) se mantiene fiel a su polémico estilo. Esperad una buena dosis de realismo mágico y alguna que otra escena que parece sacada de un videoclip con luces estroboscópicas. El mejor ejemplo de sus delirios son esos pacientes de VIH que van transformándose en estatuas de mármol conforme la enfermedad se extiende por su cuerpo. La autora reivindica la belleza de las personas rechazadas por el estigma. Apolos griegos que exhalan un polvo blanco y almizclado al toser con el que anticipan su futuro. Se convertirán en el siempre injusto olvido. Tras su muerte, serán ceniza llevada por el viento. Un polvo rojo como el tipo de sangre que ha sellado su destino.
‘Alpha’ abandona el gore de sus predecesoras, pero eso no quita para que la autora siga experimentando y buscando formas de representar el cuerpo. Ducournau nos hace apretar los dientes cuando sus personajes se rascan las heridas hasta levantarse las costras y hacerse sangre. Cuando los muestra retorciendóse como tornillos y quebrando sus articulaciones al dormir. Cuando dejan al descubierto esas costillas que se clavan como puñales en la piel. Pero la directora también es capaz de conmover a través de la carne. Como esa niña pequeña que le dibuja a su tío una línea de vida en el brazo uniendo con rotulador los distintos agujeros infectados que le han dejado las jeringuillas. O como esa madre capaz de pincharse su dedo y el de su hija para que se toquen y firmen un pacto de sangre, para que aquello que le pase a una también le pase a la otra.
Ducournau se niega a abandonar por completo el terror. Por un lado, por esas escenas en las que Alpha sufre ataques de ansiedad y el escenario plasma sus sensaciones. Ese suelo que se tambalea y resquebraja ante sus ojos, o ese techo de la habitación que se desploma sobre ella y le aplasta. Incluso hay un plano memorable en una piscina que parece dialogar directamente con el análogo de esa obra maestra del género que es ‘It Follows’ (2014). Y en el fondo, ‘Alpha’ no deja de ser una historia de fantasmas, los del pasado. Asistiremos a dos líneas temporales con paletas de color muy contrastadas. Una saturadísima y la otra pálida como la muerte (curiosamente, la presente). Terminarán dando origen al giro clave de la historia, el que desvela el verdadero protagonista de la historia, el terror de una madre traumatizada. Quizás sea en esta estructura y en la ubicaciones de los distintos flashbacks donde Ducournau patina. Compone una cronología agujereada por la que más de un espectador caerá al vacío. Se confunde y aleja del tema con alguna trampa de por medio.
No podemos terminar sin mencionar las interpretaciones tras Alpha (Mélissa Boros), su madre (Golshifteh Farahani) y su tío (Tahar Rahim). Son el alma de la película, enriquecida por su contexto bereber, clave en el proceso de casting. La representación de una Francia de ascendencia norteafricana que va ganando peso en su cine. Hemos de reconocer que a nosotros todo el melodrama familiar es lo que menos nos gusta de la película, pero jamás será por un elenco digno de todo reconocimiento. Es más bien la sensación de que el lenguaje audiovisual de Ducournau es demasiado original y rompedor como para anquilosarlo a historias así. Desde luego, no es el desastre que nos pareció la segunda mitad de ‘Titane’, pero volvemos a añorar la frescura y juventud que había en cada rincón de ‘Crudo’.
Valoración final
Es verdad que conserva lo peor de ‘Titane’ (el melodrama familiar) y elimina lo mejor (la locura como premisa), pero esta nueva película de Julia Ducournau sigue dando visos de la tremenda cineasta que hay detrás. Un talento diferente que habla el lenguaje de la carne y ve la vida a través del espejo. Como las anteriores, ‘Alpha’ repele y fascina a partes iguales. Aunque el guion peca de convencional y de ser un poco tramposillo en su recta final, sus actuaciones conmueven y su dirección hipnotiza. Se le pega a uno a la piel como el trágico polvo rojo del que habla.
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