Cine
‘Alien: Romulus’, crítica. La criatura de Ridley Scott está en buenas manos
Fede Álvarez reinicia la franquicia con una película que propone una vuelta a los orígenes de la saga: terror, ciencia ficción y una historia reconocible.
Alien es por derecho propio una de las sagas más importantes del cine, tras dos magníficas primeras entregas su identidad se fue diluyendo, ni Fincher en ‘Alien 3′ ni Jean-Pierre Jeunet en ‘Alien: resurrección’ le cogieron el pulso al xenoformo. Ridley Scott volvería una década con dos entregas interesantes, ‘Prometheus’ y ‘Covenant’, pero que cambian el terror por la filosofía.
Con este bagaje aborda el proyecto Fede Álvarez, un especialista en cine de terror que acierta con el planteamiento: volver a utilizar lo que ya funcionaba. En su ‘Romulus’ hay mucho de Ridley Scott, no solo de ‘Alien’ sino también de ‘Blade Runner’. Algo que no oculta en ningún momento, de hecho, en la primera escena aparecen los restos del Nostromo, toda una declaración de intenciones de lo que el espectador se va a encontrar en la cinta.
Un futuro poco esperanzador
En el primer tercio de la película se dedica a construir un mundo futurista, sucio y decadente, donde las corporaciones mantienen en régimen de semiesclavitud a sus trabajadores. El director pone especial cuidado en los detalles, mezclando tecnologías innovadoras con otras perfectamente reconocibles, pero manteniendo el estilo del Alien de 1979: computadoras llenas de grandes botones de colores, pantallas de baja calidad, elevadores hidráulicos… El espectador siente que está en el mismo universo que en la primera película de Scott.
La estación
La llegada a una estación espacial abandonada marca el punto de inflexión de la cinta, se abandona la ciencia ficción para entrar en el terreno del terror. El uruguayo utiliza los recursos clásicos de este género para crear en el espectador una sensación desasosegante: jumpscares, subidas repentinas de volumen, lugares angostos y oscuros y la inevitable presencia de los aliens, tanto en su fase facehugger como ya de adultos resultan enemigos formidables.
Para aquellos que hayan tenido la suerte de jugar a ‘Alien: Isolation’ el escenario les será reconocible, para los que no se trata de una gran estructura dividida en dos mitades que incluye innumerables pasillos, ascensores y hangares. Este es el escenario donde se juegan la vida los tripulantes de una nave de chatarreros espaciales que buscan la forma de huir de la tiranía de las corporaciones.
Reparto casi desconocido
Al igual que hizo Ridley Scott en ‘Alien’, Fede Valverde emplea un reparto compuesto por casi desconocidos, con la diferencia de que estos mucho más jóvenes. Destaca la presencia de Cailee Spaeny, a quien este año ya hemos visto protagonizar la también excelente ‘Civil War’, una actriz que pese a su pequeña estatura tiene gran presencia en pantalla. No tiene el físico imponente de Sigourney Weaver, pero sí transmite la misma sensación de fuerza.
Unos efectos especiales de primera
En un mundo dominado por el CGI, ‘Romulus’ se siente real: las naves están sucias, las tuberías oxidadas y las pocas armas que aparecen siguen los parámetros impuestos por Cameron en ‘Aliens’: munición balística, aunque con ayudas tecnológicas.
La película funciona bien, tiene ritmo sobre todo en sus 2/3 finales, aunque quizá Fede Álvarez tiene excesiva prisa en mostrar los bien que lucen sus aliens cuando la escena invitaba a dejar sufrir más al espectador con esos planos de pasillos oscuros y estrechos o esos sonidos inquietantes e ilocalizables. Da más miedo el alien cuando se siente su presencia que cuando se ve. Aquí también incluye un par de novedades, presenta a los facehugger como una amenaza importante y explica cómo son capaces de localizar a sus presas. Y también añade en la fase crisálida el arrojar ácido como si fueran dardos a modo de defensa.
Da gusto ver las diversas escenas en gravedad cero, así como las tomas espaciales, que son de una gran belleza visual.
Conclusión
‘Alien: Romulus’ es todo lo que el fan de Alien puede esperar: entretenida, bien hecha, posee un guion coherente y sencillo, los efectos especiales son buenos y con las dosis de terror suficientes para saltar de la butaca en un par de ocasiones. Su mayor virtud es también su mayor defecto, es demasiado respetuosa con la herencia de Ridley Scott. Pero visto anteriores experimentos, casi mejor ir a lo seguro. Su final abierto da esperanzas a nuevas entregas.
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