5 películas que exageraron la realidad: estos animales no son tan peligrosos para el humano

El género de los animales asesinos no es especialmente longevo, si tenemos en cuenta que el cine tiene más de un siglo de antigüedad. Lo es aún menos si no incluimos aquellas que llevan la ficción un paso más allá, como puede ser ‘Cuando ruge la marabunta’, en la que una plaga de hormigas asesinas amenaza una región sudamericana. Lamentablemente, muchas especies se han labrado una fama de “asesinas de humanos”, o incluso depredadoras, que no es que no sea tal, sino que de hecho está muy alejada de la realidad. Vamos a descubrir cinco de las más populares producciones y de paso, derribar el mito de sus protagonistas.

‘Tiburón’ (1975)

No podíamos empezar por otra que no fuera ‘Tiburón’, y es que en 1975 Steven Spielberg creó una obra maestra del género, pero también un miedo que la mayoría de bañistas que acude a la playa a refrescarse en el agua no tenía hasta entonces. Fue la película más taquillera de la historia, aunque la alegría le durara solo dos años, hasta el estreno de ‘Star Wars Episodio IV: Una nueva esperanza’ (1977), pero sobre todo, generó una imagen de asesinos a los escualos que en absoluto es merecida.

Los ataques de tiburón son muy poco comunes, y cuando suceden, es porque estos peces confunden al humano con una presa habitual y que realmente sí forme parte de su dieta. De hecho, la probabilidad de que un tiburón termine devorando a un humano es prácticamente cero, ya que los expertos aseguran que el sabor de la carne humana es incluso desagrable para ellos, con lo cual, lo más probable es que si llegan a morder una vez, sea también la última. De todos modos las estadísticas no engañan: se producen menos de 100 ataques cada año, y menos de 10 de ellos son letales.

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‘Aracnofobia’ (1990)

De nuevo tenemos que nombrar a Spielberg, ya que fue productor de esta película en la que una araña extremadamente venenosa procedente de Venezuela llega hasta una pequeña población norteamericana. Instalándose en el sótano de la casa del médico recién llegado, el cual tiene fobia a estos arácnidos, termina reproduciéndose y causando varias muertes en la localidad. Es más, al final de la película llega a mostrar cierto comportamiento de protección territorial.

Las arañas pueden ser repulsivas, con sus ojos, sus patas peludas y sus colmillos (mejor dicho, quelíceros), pero rara vez representan un peligro real para el ser humano. Si bien es cierto que prácticamente todas tienen veneno, muy pocas pueden llegar a causar daños reales en un humano, no digamos ya la muerte. Ni siquiera las terriblemente célebres viuda negra o la errante brasileña son tan letales como se piensa: su picadura es capaz de provocar dolor, parálisis temporal o necrosis en la zona afectada, pero mucho menos frecuentemente de lo que se cree, la muerte. Lo más normal es que si la picadura se trata en un tiempo determinado, las consecuencias sean mínimas. Curiosamente, la de mayor tamaño, la tarántula Goliat, tiene un veneno muy, muy leve.

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‘Orca: La ballena asesina’ (1977)

Solo dos años después de ‘Tiburón’, “casualmente”, también contribuyó al temor al mar, aunque ni que decir tiene que en mucha menor medida. El capitán Nolan (Richard Harris) vive obsesionado con la caza de estas ballenas, hasta que en una incursión en alta mar mata por error a una de ellas, embarazada de un pequeño, el cual fallece también. La orca macho asiste a la muerte de ambas, embarcándose en un camino de venganza que no terminará hasta que Nolan acabe en sus fauces.

Las orcas son mamíferos extremadamente inteligentes, siendo perfectamente capaces de distinguir a sus presas, entre las cuales no se encuentran los humanos, con lo que en caso de que se topen con uno, no es nada probable que terminen atacándolo. En sus encuentros con buceadores o nadadores se limitan a observar para terminar alejándose sin mayores consecuencias. Los únicos ataques registrados a humanos han sido a algunos cuidadores en parques acuáticos, donde esta especie es sometida a condiciones de un estrés extremo, como se ha podido descubrir en el documental ‘Blackfish’.

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‘El renacido’ (2015)

A principios del siglo XIX, Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) ejerce de guía de un grupo de tramperos que sufre una emboscada por parte de unos indígenas. Algunos de ellos logran escapar, pero abandonan a Glass a su suerte, teniendo que sobrevivir a todo tipo de inclemencias como un invierno extremadamente frío o las hostilidades entre varias tribus. Glass pasa todo tipo de penurias con el objetivo de vengarse de John Fitzgerald (Tom Hardy), pero la más célebre es el ataque de un oso pardo prácticamente al comienzo de la película, al cual consigue sobrevivir.

En ningún caso el ser humano es una presa que el oso pardo considere digna de devorar, pero como muchas otras especies, puede volverse agresivo en determinadas situaciones, muy concretas. Evidentemente el primer consejo es no acercarse demasiado, pero si son pillados por sorpresa o tienen crías cerca, pueden llegar a atacar. Concretamente en Norteamérica se registran 3 o menos ataques fatales cada año, o incluso en zonas como Alaska o Canadá, con el más poderoso oso grizzly, los ataques siguen siendo muy, muy puntuales. Lo más normal es que, manteniendo una distancia prudencial, no pase absolutamente nada.

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‘Anaconda’ (1997)

Un equipo de televisión -con miembros del lustre de Jennifer Lopez, Ice Cube u Owen Wilson- viaja al Amazonas para localizar a una tribu indígena. Lo que no saben es que uno de sus acompañantes, un antiguo sacerdote y ahora cazador de serpientes, quiere guiarlos hasta encontrar a una anaconda gigante de 12 metros que ha estado rastreando. La película, como no podía ser de otra manera, es una verdadera carnicería llevada a cabo por estos reptiles, algo que es sencillamente imposible que ocurra en la vida real.

La realidad es que las anacondas, a pesar de lo espectacular de su corpulencia, y su capacidad de matar, si quisieran, a un humano, no son depredadoras de nuestra especie. Su dieta incluye peces, pájaros, y en ocasiones, mamíferos pequeños o más grandes, y en este último caso, podrían pasar meses sin volver a ingerir alimento, perdiendo por completo su instinto cazador. Si se encuentran con un humano su reacción va a ser huir, atacando solo en caso de que se sientan acorraladas y no encuentren más opción. Eso sí, hay que dejar claro que las serpientes venenosas, no las constrictoras, suponen un peligro real para el humano, causando cada año decenas de miles de muertes.

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En definitiva, la misión del cine no deja de ser entretenernos, aunque en no pocas ocasiones sea cargando de una inmerecida mala fama a algunas especies animales. Si tuviéramos que divertirnos con películas protagonizadas por las especies que más muertes humanas provocan cada año serían realmente aburridas, ya que la grandísima mayoría son a causa de enfermedades transmitidas por mordiscos o picaduras. Pero después de todo, no hay que olvidar que, como dijo Thomas Hobbes, “el hombre es un lobo para el hombre”, y es que el propio humano es el segundo responsable de muertes humanas en todo el mundo. El primero es el mosquito y su capacidad de transmitir enfermedades mortales como la malaria o el dengue con una simple picadura.

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