Nvidia ya no es sólo “una compañía de videojuegos” mientras se convierte en la empresa más valiosa del mundo
La empresa que se hizo famosa por las tarjetas gráficas de PC consolida su reinado en bolsa gracias a la IA y a los centros de datos.


Durante años, Nvidia fue, en el imaginario colectivo, “la de las tarjetas gráficas para jugar”: la marca que se asociaba casi automáticamente a juego PC, FPS altos, o Ray Tracing en los últimos tiempos. Hoy, sin embargo, la fotografía es radicalmente distinta. La compañía ha alcanzado el podio absoluto de la bolsa mundial, con una capitalización cercana a los 4,5 billones de dólares (aproximadamente 3,9 billones de euros), y lo ha hecho impulsada sobre todo por la fiebre de la inteligencia artificial y los centros de datos, no por las ventas de tarjetas GeForce.
Una corona construida sobre la IA
El camino hasta este trono bursátil se ha acelerado desde 2023, cuando el boom de la IA generativa convirtió a los chips de Nvidia en recurso estratégico para todas las grandes tecnológicas. La empresa fue superando hitos a una velocidad casi obscena: rebasó los 3 mil millones de dólares de valoración en 2024 y, en julio de 2025, llegó a superar de forma puntual los 4 billones, una cifra histórica para una cotizada.

Hace años que sus portavoces hablan de la compañía como una empresa de “computación acelerada”. En 2023 salió a la luz un correo interno en el que Jensen Huang explicaba a la plantilla que “ya no somos una empresa de gráficos, somos una empresa de IA”, un giro que después se ha reforzado en entrevistas, keynotes y documentación corporativa.
Los números acompañan ese relato: en el año fiscal 2025, alrededor del 88 % de los ingresos de Nvidia procedían del negocio de centros de datos, mientras que el gaming apenas representaba algo menos del 9 %. Y en su último trimestre fiscal, la empresa ha ingresado 57.000 millones de dólares (unos 49.000 millones de euros), de los que 51.200 millones vienen directamente de la división de centros de datos; los videojuegos aportan “solo” unos 4.200 millones, una cifra enorme… pero claramente secundaria frente a la IA.
La empresa de GPUs es ahora una empresa de infraestructura de IA: no sólo fabrica chips, sino que vende plataformas completas para levantar “fábricas de inteligencia”, con hardware, redes, software y servicios alrededor. En ese contexto, tiene sentido que Nvidia quiera desprenderse de la etiqueta simplificadora de “compañía de videojuegos” justo cuando se convierte en la firma más valiosa del mundo: la narrativa que la sostiene en bolsa ya no está en las cajas verdes de las RTX, sino en los racks de GPU que alimentan modelos gigantescos, asistentes conversacionales y gemelos digitales de industrias enteras.

Para los jugadores, esta realidad tiene consecuencias muy tangibles: una Nvidia volcada casi obsesivamente en la IA puede traducirse en ciclos de producto distintos, en prioridades de diseño distintas y, sobre todo, en una compañía que escucha con mucha más atención a un gran proveedor de nube que a la clásica comunidad entusiasta de PC. Montar un PC será más difícil, y más caro, en el futuro con una Nvidia ocupada en otras cosas.
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