Microsoft ha retirado Windows 10 y este producto está desapareciendo de las tiendas con todo el sentido del mundo
El fin del soporte de Windows 10 ha dado lugar a una estampa muy peculiar en Japón: muchos usuarios están comprando lectores de discos para sus nuevos PC.


En octubre de 2025 ha finalizado de manera oficial el soporte de Windows 10, si bien es cierto que es posible prorrogarlo hasta tres años más gracias al programa ESU. No obstante, se está dando una tendencia de compra muy peculiar entre muchos usuarios que están dando el salto a Windows 11 en Japón, y consiste en adquirir lectores de disco, algo que hoy día es muy poco común en occidente.
El producto estrella que está ‘volando’ de las estanterías en Japón al pasar de Windows 10 a Windows 11
Microsoft retiró oficialmente a su veterano sistema operativo Windows 10 el pasado 14 de octubre de 2025, marcando el fin de su soporte oficial. No obstante, quienes aún lo usan podrán acogerse al programa de Actualizaciones de Seguridad Extendidas (ESU), disponible para particulares y empresas. En esta tesitura, hay quien se ha decidido a dar el salto a Windows 11 o busca alternativas, aunque los requisitos de hardware más estrictos del nuevo SO está obligando a que muchos usuarios renueven sus equipos por completo, impulsando así la demanda de nuevos ordenadores.

En Japón, este período de transición ha generado un fenómeno muy curioso: las unidades ópticas están desapareciendo de las estanterías de las tiendas, tal y como revelan medios como Tom’s Hardware. Muchos usuarios del país del sol naciente poseen grandes colecciones de CDs, DVDs y Blu-ray, y al cambiar a un PC nuevo descubren que estos ya no suelen venir con un lector, algo que les parece “inaudito”.
Varios comercios japoneses informan de una fuerte demanda de PCs con lectores ya instalados compatibles con Blu-ray, ya que los clientes buscan la mayor velocidad de lectura y escritura posible. Sin embargo, la ausencia de bahías frontales en muchas carcasas modernas —especialmente aquellas enfocadas al gaming— está complicando la instalación de estos dispositivos, generando escasez en las cajas y torres de PC.

Mientras tanto, en occidente la situación es muy distinta. Las unidades ópticas en Europa y Estados Unidos son un vestigio del pasado en la mayoría de los equipos, y el formato digital es la norma. Los PCs modernos priorizan el almacenamiento en la nube y un diseño compacto, relegando los formatos físicos a nichos residuales solo para entusiastas. En cambio, en Japón sigue persistiendo una fuerte cultura de coleccionismo y acaparamiento en formato físico, lo que explica que las unidades de disco sigan teniendo un papel relevante en el ecosistema local nipón.
Una cuestión cultural y de preservación
En Japón, esta fuerte demanda de unidades ópticas no solo responde a necesidades de coleccionismo, sino también a una arraigada cultura de preservación. Muchos usuarios están acostumbrados a grabar sus programas de televisión favoritos, conciertos o eventos deportivos en discos Blu-ray, creando sus propias bibliotecas personales para poder disfrutar de todo este contenido en un futuro sin depender de las plataformas de streaming.

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Este hábito fue, a su vez, impulsado por la alta calidad que ofrecen los Blu-ray, así como su fiabilidad a largo plazo. A esto hay que sumar la mentalidad japonesa orientada a archivar cualquier contenido relevante para poder disfrutar de él en privado, muy distinta a la tendencia occidental de consumo compulsivo e inmediato y dependiente de las plataformas digitales.
En definitiva, el final de Windows 10 no solo marca el fin de una era, sino también toda una diferencia a nivel cultural en la forma en la que tenemos con relacionarnos con el contenido digital en oriente y occidente. Mientras que aquí la transición hacia lo intangible e inmediato parece irreversible, en Japón aún perdura cierto respeto hacia los medios físicos tradicionales como símbolos de control y propiedad plena. Que allí las unidades de disco se estén vendiendo como churros —o, mejor dicho, gyozas— demuestra el gran interés por preservar su propia cultura, así como el enorme apego a lo material que tienen los usuarios japoneses.
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