La compañía de IA de Elon Musk obligó a sus trabajadores a ceder sus datos biométricos para dar vida a su avatar Ani
Una investigación revela que xAI pidió a sus ‘AI tutors’ licencias perpetuas sobre su rostro y su voz para entrenar a Ani, la compañera virtual más polémica de Grok.


Elon Musk ha vuelto a poner su compañía de inteligencia artificial, xAI, en el ojo del huracán. Según desveló ‘The Wall Street Journal’, la empresa pidió a un grupo de empleados que firmaran, horas antes de una reunión interna en abril, un documento concediendo a xAI “una licencia perpetua, mundial, sublicenciable y gratuita” para usar, reproducir y distribuir su voz y su cara. Aquella recogida de datos biométricos alimentaría ‘Project Skippy’, la iniciativa con la que xAI entrenó a sus avatares animados, incluida Ani, la compañera virtual que Musk ha promocionado en Grok. Varios medios que accedieron a documentos y grabaciones internas han detallado el proceso.
O cumples, o fuera
Durante aquella reunión, según esa reconstrucción, una abogada de xAI, Lily Lim, explicó que la empresa necesitaba “imágenes y audio humanos auténticos” para que los avatares “actuasen y parecieran personas reales” en conversación. Hubo objeciones. Una empleada preguntó si su cara podría terminar vendiéndose a terceros para deepfakes; otra pidió saber si existía alguna vía para no participar. La respuesta fue remitir a “los puntos de contacto” del proyecto. Una semana después, los tutores recibieron un aviso interno que describía la entrega de audio y vídeo como un “requisito del puesto” para “avanzar la misión de xAI”.

Ani y Bad Rudi, dos avatares 3D, se presentaron en julio con gran fanfarria dentro de Grok. Ani, una waifu rubia con guiños de simulador de citas que parece la fantasía de un fan de ‘Death Note’, fue el gran imán de usuarios: su interacción incluye respuestas sexualizadas y cambios de vestuario si el usuario lo pide, algo que disparó las alertas de moderación y seguridad. El acceso a estos compañeros virtuales forma parte del plan de pago de SuperGrok, unos 30 dólares al mes.
El asunto no se queda en lo estético. La recogida obligatoria de biometría en el trabajo abre un frente legal y ético. En Estados Unidos, leyes como la BIPA de Illinois exigen consentimiento informado y políticas claras de retención y destrucción de datos biométricos; California, donde xAI opera, integra la biometría en la CPRA/CCPA como información personal sensible que exige avisos específicos y límites de uso. Cualquier percepción de “consentimiento” condicionado al puesto podría enfrentar a la empresa a escrutinio adicional. Será un caballo de batalla y un nuevo frente dentro de la revolución de la Inteligencia Artificial que estamos viviendo.
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