Hasta en EEUU se habla del aviso de Microsoft que frustró al máximo este cliente español: “No compraré una nueva”
Un mensaje en Windows 10 reaviva la polémica sobre la obsolescencia programada y el impacto del consumo forzado en usuarios y medio ambiente.

Un simple mensaje en pantalla bastó para encender la indignación de un usuario español y abrir un debate que ha trascendido fronteras: la temida obsolescencia programada. El caso comenzó en el subreddit r/Anticonsumption, donde un usuario relató su sorpresa al ver un aviso de Microsoft en su portátil con Windows. El mensaje advertía de que las actualizaciones de seguridad gratuitas para Windows 10 finalizarán en octubre, animándolo al mismo tiempo a adquirir una nueva PC con Windows 11.
“Mi ordenador portátil tiene solo 5 años y ya dejaron de venderlo, al igual que sus piezas”, escribió el propietario, explicando que incluso había reciclado piezas de otro equipo para alargar la vida útil de su dispositivo, mejorando la memoria RAM y reemplazando la batería. La respuesta de Microsoft, sin embargo, lo dejó con una sola opción: “No compraré una nueva”.
Frustración
La publicación no tardó en despertar reacciones. Otros usuarios expresaron la misma sensación de estar siendo forzados a un consumo innecesario. “Mi computadora ni siquiera es lo suficientemente buena para ejecutar Windows 11. Me siento incentivado a comprar una computadora completamente nueva por razones de seguridad porque la mía ni siquiera puede ejecutar una simple actualización del sistema operativo”, escribió otro internauta en los comentarios.
Este tipo de experiencias refuerzan la crítica hacia lo que se conoce como obsolescencia programada o planificada, una práctica empresarial que busca acortar el ciclo de vida de los productos. Ya sea limitando la capacidad de reparación, reduciendo la compatibilidad con nuevos sistemas operativos o simplemente fomentando la percepción de antigüedad, el resultado suele ser el mismo: el consumidor se ve empujado a gastar en nuevos dispositivos antes de lo necesario.
Impacto
El problema no es menor. Según datos de la empresa española de energías renovables Acciona, la obsolescencia programada puede costar a un consumidor hasta 50.000 dólares a lo largo de su vida. Pero más allá del bolsillo, también está en juego el planeta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que en 2022 se generaron más de 68 millones de toneladas de residuos electrónicos en el mundo, de las cuales solo un 22 % fueron recicladas adecuadamente. Estos desechos contienen materiales peligrosos como plomo y metales pesados, que contaminan suelos y aguas si no se gestionan correctamente.
El debate
El caso del usuario español ha resonado incluso en Estados Unidos, donde la discusión sobre la durabilidad de los productos tecnológicos y el derecho a reparar gana cada vez más relevancia. La historia revela una tensión que millones de consumidores enfrentan en la era digital: la contradicción entre dispositivos que aún funcionan y empresas que, con sus políticas de actualizaciones, los dejan en la cuneta tecnológica.
Lo que para Microsoft es un cierre de ciclo, para muchos usuarios significa algo muy distinto: el dilema de elegir entre la seguridad de sus datos y el coste económico y ambiental de reemplazar un equipo que todavía cumple su función.

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