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Diablo IV

Diablo IV

Análisis

Diablo 4, análisis final con nota. El infierno aguarda

Analizamos de forma definitiva Diablo 4, un título que apunta a ser de los grandes del año y que supone el retorno de Blizzard al lugar del que nunca debió salir: el de la excelencia.

Estamos viviendo tiempos en los que Activision necesita buenas noticias, y parece que esas buenas noticias ya han llegado, y tal vez hayan incluso superado nuestras expectativas. Durante los últimos días, hemos estado inmersos en el análisis de Diablo IV, ahora sí ya con la versión final y con todas sus características disponibles y salimos francamente encantados. Este entusiasmo es el mejor elogio que se puede hacer a cualquier producto de entretenimiento, especialmente a una saga tan emblemática como Diablo.

Blizzard, de manera inexplicable, de alguna manera descuidó demasiado pronto esta franquicia, pero esperamos que Diablo IV, la cuarta entrega numerada, reciba el apoyo continuado en el tiempo que merece y más después de ver el estupendo producto que tenemos entre manos.

Diablo 4
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Diablo 4

Maestros del refinado

Uno de los comentarios más frecuentes sobre la antigua Blizzard es que nunca inventaban nada, pero siempre presentaban productos bien elaborados y refinaban la experiencia de juego del título que “imitaban”. No crearon el MMO, pero World of Warcraft fue durante muchos años la referencia absoluta en este género; no crearon la estrategia en tiempo real, pero Starcraft se considera uno de los pilares de los deportes electrónicos. Sin duda, no inventaron el juego de acción y rol, pero nadie duda de la popularidad de Diablo, que se ha convertido en el adjetivo que define el género. Desde su lanzamiento en 1996, Blizzard ha aportado su granito de arena al ARPG: la segunda entrega en 2000, la tercera en 2012 y ahora, a mediados de 2023, la última entrega. Todo indica que Diablo IV es la apuesta de Blizzard para esta década, el juego con el que pretende volver a posicionarse como el rey indiscutible del sector. Decimos “volver” porque el panorama actual es muy diferente al de hace unos años; ahora hay otras propuestas sólidas en el mercado, tanto de pago como gratuitas, que podrían opacar a Diablo IV si no ofrece un producto premium desde el primer día.

El Diablo sin Diablo

Una de las primeras cosas que más llama la atención del juego es precisamente la ausencia del Señor del Terror en un juego que lleva su nombre. Pero a cambio, por fin, tenemos tal vez el mejor “villano” de la saga. La dupla antagonista comandada por Lilith y su deseo de proteger el mundo de Santuario a su manera es el vehículo conductor que la historia necesita; es la entrega donde el argumento tiene más peso, con mayor cantidad de diálogos principales y secundarios que expanden su legado y con un sinfín de referencias a los títulos anteriores como detalles de continuidad. Diablo como tal regresará, eso no nos cabe duda, pero no se le ha echado de menos en absoluto. Cierto que su naturaleza de mundo abierto y su montón de secundarias - muchas de ellas sin ningún peso - puede alterar el ritmo del guión pero empieza fuerte y sus últimos dos actos son frenéticos en todos los sentidos.

Diablo 4 cómo canjear recompensas beta
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La presentación de Diablo IV es sencillamente impresionante. Desde el momento en que lo iniciamos, nos damos cuenta de la magnitud del evento en el que vamos a participar, y al mismo tiempo establece el tono de la aventura que nos espera: Diablo IV es mucho más oscuro que su predecesor, más turbio y perturbador, lo cual transmite de manera más efectiva la decadencia de Santuario, ese mundo a caballo entre el cielo y el inframundo. El argumento se sitúa treinta años después de los eventos de Diablo 3, y el protagonista despierta en esa tierra hostil donde los humanos luchan simplemente por sobrevivir, siendo testigos involuntarios de una guerra en la que son meros peones de fuerzas mucho mayores que ellos. Nosotros somos otro peón en este juego, pero el juego intenta y consigue involucrarnos mucho más en la trama que lo que hicieron sus predecesores.

Impecable técnicamente

Sin importar si es un páramo helado, la ciénaga, el desierto o una siniestra mazmorra, Diablo IV luce espectacular. Se mueve espectacular. Da igual si es de día o de noche, si llueve o hace sol, todo tiene un aspecto magnífico y jugablemente es una delicia tanto con teclado y ratón como con mando. La sensación para los veteranos es que el título es mucho más grande que sus predecesores y eso provoca que haya montones de lugares por descubrir recreados con un alto nivel de detalle; e incluso así y con montones de efectos simultáneamente ocurriendo en pantalla, rara vez el juego se resiente por ello. Miedo había cuando juntábamos un nigromante con sus numerosas mascotas y una hechicera lanzando conjuros sin parar, pero en nuestra experiencia el juego se mantuvo perfectamente estable. Mención aparte es que está doblado por completo al español, con dos equipos diferentes para las versiones del castellano de España y otra independiente para la versión LATAM. Un detalle más que ejemplifica los valores de producción que incorpora el juego.

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Viejos conocidos y amplias posibilidades

En Diablo IV nos encontramos con cinco avatares reconocibles para los veteranos de la franquicia: el bárbaro, el pícaro, la hechicera, el druida y el nigromante. Cada uno de ellos es personalizable a nivel estético, permitiendo una amplia variedad de opciones cosméticas, pero sin perder la esencia de su clase. Además, cada personaje cuenta con su propio árbol de habilidades, del cual podemos elegir equipar seis habilidades de manera simultánea para acompañarnos en nuestra travesía, pudiendo modificarlas según las necesidades de cada encuentro. Este sistema requiere cierto criterio y organización, pero es lo suficientemente flexible como para adaptarse a nuestras preferencias y es el factor diferencial que determinará nuestra manera de jugar con esa clase en concreto.

La elección y manejo de cada personaje tiene un gran impacto en la experiencia de juego en Diablo IV. Incluso dentro de una misma clase, como el nigromante, el enfoque en diferentes habilidades puede cambiar radicalmente la jugabilidad. Dependiendo de nuestra “build”, algunos encuentros pueden resultar extremadamente desafiantes, lo cual es positivo, ya que la progresión de nuestro personaje no se basa únicamente en equipar la habilidad más poderosa y avanzar sin obstáculos. El juego premia la configuración consciente de nuestro árbol de habilidades y la búsqueda de sinergias que se adapten a nuestro estilo y a las demandas de cada combate. Por ejemplo, un pícaro puede especializarse en combate cuerpo a cuerpo o a distancia, con daño sostenido o estilo asesino, y estas decisiones afectarán no solo a nuestra forma de jugar, sino también a nuestra capacidad de enfrentar enemigos con menor riesgo de morir.

Diablo 4
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Tu manera de jugar, tu juego

Diablo utiliza un sistema inteligente que combina la generación y el uso de recursos. Un ataque débil puede aumentar nuestro “maná” (por así decirlo), mientras que los ataques más poderosos lo consumen. Hay habilidades de escape, potenciadores y debilitantes, y hechizos con tiempos de enfriamiento que solo se pueden usar cada cierto tiempo. Esta fórmula se comprende rápidamente y ofrece espacio para la reflexión estratégica. ¿Es mejor aumentar la cantidad de maná o hacer que se regenere más rápido? ¿Deberíamos reducir el consumo de maná de nuestras habilidades o gastarlo todo de una vez para infligir un ataque más letal? A medida que subimos de nivel, se agregan capas adicionales a estas decisiones, brindando aún más oportunidades para optimizar nuestras habilidades. Diablo IV no es inherentemente difícil, ya que puede disfrutarse como un hack ‘n slash tradicional, pero si buscamos exprimir al máximo su potencial, encontraremos un amplio espacio para hacerlo.

Como era de esperar en un hack and slash, los enemigos caerán derrotados a cientos o millares. A veces llegan en menor número pero disponen de ataques letales o en ocasiones aparecerán en hordas de muchos enemigos más débiles, pero siempre los encuentros están pensados para mantener al jugador atento contínuamente. A medida que progresamos de nivel - y el propio nivel de los monstruos escala al nuestro - o subamos la dificultad, cada vez los monstruos poseen mayores resistencias o mejores combinaciones de habilidades, algunas de ellas muy incómodas de gestionar según nuestra clase y cómo la hayamos construido. Esto es especialmente cierto en los combates contra los jefes, que suelen ser encuentros con múltiples fases y con los que tendremos que gestionar bien las esquivas y el uso de pociones. La inteligencia artificial no pasará el test de Turing, quede claro, pero cumple su función a la perfección y se han corregido algunos errores que encontramos en la beta.

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Dungeon Crawler en estado puro

Además del mapa principal, Diablo IV se divide en numerosas mazmorras generadas proceduralmente, separadas del resto del mundo. Estas mazmorras suelen tener una ubicación fija, pero su diseño es aleatorio o, como gusta de llamarse ahora, procedural. Completarlas al menos una vez otorga beneficios permanentes a todos los personajes de nuestra cuenta, pero la mayor parte de veces esas recompensas son exclusivas para una única clase; por tanto, si llevamos un bárbaro y la recompensa es un aspecto de druida y nunca vamos a llevar uno, la utilidad real de completar esa mazmorra en concreto queda en entredicho. Este es uno de los pocos aspectos negativos que encontramos en el contenido hasta ahora presentado y en cualquier caso es totalmente opcional. Sin embargo, hay numerosos eventos y fortalezas desafiantes que se generan orgánicamente, ofreciendo algunas de las batallas más difíciles y estimulantes antes de llegar al contenido final.

Uno de los aspectos fundamentales del género de los ARPG, además de la construcción del personaje, es el botín con el que podemos equipar a nuestro avatar. Como era de esperar, en Diablo IV hay una amplia variedad de objetos, que van desde aquellos con modificadores altamente buscados hasta chatarra que podemos vender o desencantar para obtener materiales y fabricar nuevos objetos. No hay espacio suficiente en este artículo para explicar todo el sistema de “loot” del juego, ni en 7 artículos juntos. Es una de las claves del éxito del juego y del género y el sistema que emplea Diablo IV es muy interesante: objetos con distintas calidades, con posibilidad de engarces, con encantamientos y con la nueva mecánica de extracción e imprimación de aspectos, que convierten objetos normales en legendarios otorgándoles propiedades de otros objetos… Es un sistema que apenas estamos descubriendo y que estamos seguros que va a crear combinaciones espectaculares.

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El final es solamente el principio

La campaña de Diablo IV, de por sí, justifica enteramente la compra del juego. Es formidable en todos los sentidos y tan larga como queramos hacerla. Pero al acabarla empieza el nuevo juego y para aquellos fans del “endgame” se van a encontrar una positiva sorpresa en ese sentido. La cantidad de cosas que hay por hacer solamente deja en evidencia todo aquello que no se hizo bien en Diablo 3; desde un nuevo árbol de habilidades pasado nivel 50, dos niveles extra de dificultad a los que acceder (con obviamente mejores objetos y mayor experiencia), nuevas mazmorras que atacar con grados de dureza superior, montones de nuevo lote… Todo eso viene sumado a los montones de eventos locales, a los jefes de mundo que aparecen por el mapa, al PVP en las zonas determinadas…

Cierto que este tipo de contenido no es el foco principal del grueso mayor de gente que va a comprar y jugar Diablo IV; estadísticamente somos pocos los que vamos a dedicarle al juego más allá de las 25-35 horas que se tarda en terminar la campaña con el primer personaje con lo que es especialmente de agradecer tanto esfuerzo con añadir tantas cosas para un porcentaje tan pequeño de gente. Complementos como el Árbol de los Susurros o las Mareas Infernales pasarán desapercibidos para el gran público; la búsqueda de sellos para activar Nightmare Dungeons (parecidas a las rifts de Diablo 3) o la caza de rolls perfectos para extraer e imprimir en nuestros objetos legendarios o ancestrales, el farmeo de lote único o el duro camino hasta nivel 99… Hay muchas capas dentro de Diablo IV que lo hacen muy superior a su predecesor en cuanto a complejidad para el jugador que quiera explorar ese camino y, al mismo tiempo, nunca pierde la accesibilidad para el jugador novel.

Diablo 4 tráiler acción real
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Conclusión

Diablo IV es el mejor lanzamiento de Blizzard desde hace bastantes años. Da incluso la sensación de que es el lanzamiento más Blizzard y menos Activision en mucho tiempo, sin necesidad de apelar al factor nostalgia (Warcraft Reforged, WoW Classic, Diablo Remastered) ni al pay2win (Inmortal). Es un juego estupendo en todos los niveles de su apartado técnico y magnífico en su faceta jugable y un título digno de llevar la marca Diablo. Proporciona una refinada y pulida experiencia para los fans del hack and slash, la posibilidad de disfrutarlo solo o con amigos (dos en cooperativo local, cuatro online) y, en definitiva, un magnífico producto de entretenimiento que hará las delicias del jugador habitual u ocasional que simplemente quiera pasar un buen rato destruyendo las hordas del inframundo. Muy difícil no recomendarlo.

Lo mejor

  • Apartado artístico y técnico espectacular
  • Combates contra jefes
  • Jugabilidad sobresaliente
  • Múltiples formas de disfrutarlo

Lo peor

  • Mazmorras demasiado convencionales
  • El online permanente problema algún pico de lag
9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.