Análisis de Dispatch, el grimdark del superhéroe y un nuevo hito en el género

Cuando la fantasía épica dominaba la literatura, nació el grimdark. Esta contracorriente artística despojaba a las epopeyas de toda idealización y nos mostraba la imperfecta humanidad de sus protagonistas y villanos. Ejemplos de ellos son The Witcher, Canción de Hielo y Fuego o la saga Dragon Age. Los superhéroes están experimentando un fenómeno similar. Después de la popularización global del MCU, asistimos a un renacimiento de obras que desafían los tópicos del género: The Boys, Watchmen o Invencible nos muestran el lado más humano y amargo de los salvadores con capa. En videojuegos, Dispatch (PC, PS5) levanta el vuelo para mostrarnos una historia de superhéroes de corte adulto de la que ya os hemos ido hablando las pasadas semanas, con entrevistas incluida a algunas de sus actrices. El pasado 12 de noviembre llegaron sus últimos episodios y confirmamos que el buen hacer de AdHoc Studio y Critical Role han marcado un nuevo hito para la aventura narrativa.

El renacimiento de la fórmula Telltale

De las cenizas de la antigua Telltale nació AhHoc Studio, que ha resurgido como un Ave Fénix con una aventura narrativa con lecciones aprendidas del pasado. Esta metáfora no es casual: el mito de dicha ave es el que da nombre al programa de reinserción de antiguos villanos gestionado por nuestro protagonista, Robert Robertson.

En nuestras primeras impresiones, ya destacamos las grandes bazas de este título: una animación deliciosa, personajes muy carismáticos interpretados por un elenco de lujo (Aaron Paul, Erin Yvette, Alanah Pearce...), una localización consciente de la oralidad moderna y unas mecánicas que van más allá de elegir opciones de acción y diálogos.

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Dispatch es un renacimiento de las aventuras narrativas que ha sabido incorporar lo que no funcionaba del todo en la antigua Telltale. En primer lugar, el calendario de publicación de capítulos semanal funciona mucho mejor que las largas esperas entre episodios. Así, el juego y la conversación a su alrededor se mantienen frescos y también disponemos de ese tiempo de reflexión para ponderar si nuestras decisiones han sido las correctas y tal vez sucumbir a las dudas y sobreescribir la partida.

En segundo lugar, en Dispatch constatamos que las decisiones importan y no sólo se limitan a pequeños cambios de diálogo que nos llevan a una misma escena. A lo largo de los 8 capítulos (de una duración aproximada entre 30-60 minutos cada uno), moldeamos a Robert y su relación con los demás personajes y experimentamos consecuencias reales. Hay escenas que cambian totalmente, cambios en la jugabilidad según cómo nos hayamos portado con nuestro equipo y también impactos a largo plazo que se entrelazan con otras cadenas de elecciones. La rejugabilidad merece muchísimo la pena, sin destriparnos las alternativas en YouTube.

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La heroicidad desde un cubículo

La historia ya la conocemos: Robert es un piloto de mecha conocido como Mecha Man que se ve despojado de sus poderes cuando pierde su servoarmadura durante un combate contra Espectro y Tóxico, los supervillanos que están detrás de la muerte de su padre. Chica Centella, laureada superheroína, ofrece a Robert unirse a la agencia RES, que se dedica a gestionar a superhéroes en misiones de salvar a la ciudadanía. Desde allí, nos encargaremos del Equipo Z, compuesto por antiguos villanos que forman parte del Proyecto Fénix, una iniciativa que busca reisentarlos en sociedad.

Así, Dispatch no es solamente una aventura narrativa que nos relega a un rol de lector interactivo: durante nuestras jornadas en la RES, guiaremos al Equipo Z a través de un programa que es todo un minijuego de estrategia y gestión. Evaluaremos cada situación y enviaremos al héroe más indicado y que se encuentre disponible. Cada uno de los miembros de nuestro equipo tiene habilidades y atributos que iremos mejorando a medida que cumplamos misiones con éxito o accedamos a seminarios de entrenamiento.

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Asimismo, algunas secciones del juego requerirán las habilidades de Robert como pirata informático. Este minijuego consigue en llevar un orbe por un laberinto y realizar pequeñas tareas como averiguar y escribir contraseñas, buscar fuentes de electricidad para desbloquear un acceso, huir del centinela de seguridad, etc.

Dichos minijuegos, a su vez, no siguen fríamente una curva de dificultad desconectada de la narrativa, sino que hay un engarzamiento consciente. Así, los hackeos más estresantes son los que se encuentran en situaciones extremas. Nuestro Equipo Z se comporta de manera distinta según el momento del juego: por ejemplo, se amotinarán contra nosotros o se sabotearán entre ellos para no quedar últimos en la clasificación semanal —y sufrir el castigo que conlleva—. Incluso las circunstancias que rodean cada jornada serán diferentes, como lidiar con ataques terroristas mientras lidiamos con las crisis corrientes de Los Ángeles.

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Una comedia de espíritu grimdark

Al principio, temíamos que Dispatch fuera una comedia de superhéroes más, con tópicos vacíos sobre sexo y violencia, pero nos ha ido sorprendiendo cada vez a medida que mostraba sus capas. Hay humor muy ingenioso y atrevido, que danza de manera magistral con las situaciones dramáticas, creando así una obra alejada de la escritura barata y superficial.

Robert es un hombre que se ve relegado a la cotidianidad después de perder aquello que le hacía un superhéroe al uso y busca maneras de seguir haciendo el bien mientras supera su apatía. Es todo un gusto interpretarle y experimentar con sus elecciones, tanto las que sentimos que encajan más con su idiosincrasia como las que tomaríamos nosotros en su lugar. Los personajes que le rodean brillan con su propio carisma y tienen su propia evolución, a la que se suma su modulable relación con nosotros.

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Asimismo, tenemos dos opciones de romance con dos personajes femeninos y ambas rutas siguen un desarrollo lógico que va más allá de la satisfacción fácil e inmediata. Ambas mujeres, además, tienen una historia que va más allá de Robert, con lo que quedan lejos de ser simples premios. No obstante, habrá quien sienta la frustración de no poder entablar una relación sentimental con otros personajes —y con los que reconocemos que hay mucho potencial—, sobre todo después de que AdHoc se mostrara ambiguo en su Discord ante la posibilidad de explorar más idilios, pero somos conscientes de que no sería realista que toda la oficina se sintiera atraída por Robert.

Ya habíamos hablado de cómo Dispatch trata con mucha madurez temas como las segundas oportunidades, la depresión y la búsqueda de la propia identidad cuando la vida se desmorona. Pero también nos ha sorprendido muy gratamente cómo la obra de AdHoc lleva al superhéroe al plano más terrenal. Se plantean cuestiones poco exploradas en el género, como el dilema de física de que un humano con velocidad sobrehumana también envejezca a un ritmo inusual.

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Por otro lado, sí nos hubiera gustado que AdHoc fuera un poco más valiente a la hora de romper estereotipos del género de superhéroes. Hay giros de la trama que podrían haber ido más allá y no quedarse en un terreno seguro y complaciente. Dentro de RES, observamos también superhéroes masculinos de aspecto poco convencional, mientras que dentro de los personajes femeninos se echan en falta diseños que miren hacia la rareza.

Dispatch también trata temas también habituales del mundo del cómic, como la venganza o la ética del superhéroe y nos agrada también que el juego no nos juzgue si elegimos los caminos menos ortodoxos. Así, no hay elecciones buenas ni malas. Como todo buen grimdark, los errores y aciertos humanos están teñidos de gris.

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