Demigod, Impresiones

El género de la estrategia está recibiendo inyecciones de nuevas ideas por parte de todas las desarrolladoras destacadas. Gas Powered Games, creadores de Supreme Commander, no podían ser menos. En este caso nos sorprenden con un híbrido entre la estrategia y el Action RPG en un contexto de semi-dioses compartiendo por la suprema divinidad. Vemos cómo compiten en los reinos de fantasía durante el Atari Live.

Por mucho que las ventas en estrategia bajen o las consolas tengan poco que ofrecer para que se adapte el género, éste no está muerto. Es más, podríamos decir que cuenta con una vitalidad bastante sorprendente. A esto se debe, mayormente, la reacción por parte de desarrolladoras clásicas; ya no quieren ofrecer más de lo mismo, agarrándose a cualquier concepto nuevo para dinamizar su mecánica, parecer fresco al ojo inexperto y, en definitiva, para liderar una evolución más que necesaria. Hemos visto de todo: desde intentos de revolucionar la mecánica mediante los cambios físicos -Maelstrom- hasta RTSs creados desde cero para consolas -el próximo Halo Wars-.

El caso de Gas Powered Games es algo distinto. Desde Supreme Commander y su reciente -amén de poco fructífera- conversión a consolas, no se habían puesto al cien por cien en ningún otro proyecto. Sus intenciones, según parece, van más allá de otorgarle densidad a la mecánica clásica. Más bien al contrario: pretenden acercarse más a la acción o al RPG con este Demigod. No son los primeros en poner en común ambas vertientes, pero sí pretenden hacer alguna que otra modificación más que interesante. En Londres, durante el Atari Live celebrado en el increíble O2, pudimos ver algo más de lo que está por venir.

Porque Demigod ahonda en la inmediatez, en la partida rápida, para dejar a un lado la sección estratégica  y de gestión de recursos. Cada bando -siempre en un formato duelo 1vs1- contendrá su propia base desde la que aparecerán todos los súbditos y soldados del semi-dios controlado por nosotros. Estas pequeñas criaturas no lo serán, pero serán muy útiles para mantener la tensión y generar tanto la experiencia como el oro, tan necesitadas ambas para la victoria definitiva. Disminuidos todos los factores a controlar, la batalla en sí misma es el centro de nuestra atención.

El modo campeonato nos dejará ver todo este contexto de una manera, curiosamente, más arcade de lo que parece. Como si de una pequeña liga se tratase, estaremos luchando en una pequeña tabla de clasificación por la primera posición. Su enfoque va claramente hacia la vertiente multijugador, dejando a los enemigos ser controlados por la IA y ofreciéndonos un argumento sólido si queremos jugar sólos. Pero la premisa en sí es lo suficientemente básica como para pasar en poco tiempo a la red y así demostrar de qué somos capaces en estos épicos encuentros.

Por lo tanto, todo aquel aspirante a deidad debe parecer interesante y contar con su propia personalidad. Los hay de todos los estilos: desde algunos muy parecidos a los vistos en Shadow of the Colossus, hasta otros más clásicos inspirados en mitología real. En total por el momento serán ocho, todos ellos lo suficientemente distintos como para darles sus vulnerabilidades y sus ventajas. Eso sí, su tamaño no influye para nada en la tasa de frames por segundo, muy fluida en todo momento. Al final, a la hora de destruir a nuestro adversario, todos son espectaculares, como lo son los mapas diseñados, todos ellos de lo más inspirados artísticamente.

Aunque si bien los mapas cumplen con su apartado a nivel de diseño, su papel es más fundamental de lo que parece. Son extremadamente pequeños, creados con varios niveles o frentes desde donde tendremos que pasar, sí o sí. Esto hace que cada ‘arena' -todas ellas simétricas para que ambos bandos empiecen desde la misma base- tenga sus propias maneras de llegar hasta el adversario, generándose varios frentes desde donde podremos flanquear y realizar maniobras que deriven en el objetivo del encuentro, esto es, eliminar la base del adversario, así como a su Demigod. Como es lógico, las partidas no serán muy largas: entre 30 y  40 minutos será la media.

A esto se debe que conforme vayan avanzando nuestros alter-egos Olímpicos su poder irá aumentando. Ergo así lo hará la intensidad del encuentro hasta que alguno, inevitablemente, fallezca. Será un momento crítico, puesto que hasta que éste reaparezca, el enemigo podrá atacar impunemente su objetivo. Morir también hará que se nos caigan los ítems que vayamos comprando, dejándolos a merced del otro. Inevitablemente,  cuando combates, presionar y luego recuperarse hasta el siguiente ataque se haga fundamental, haciéndolo deliberadamente más reflexivo de lo que aparenta su belicosa carcasa, de ritmo rápido, frenético.