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WATERPOLO

‘Papá' Perrone se proclama campeón del mundo con 74 años y un nuevo corazón

Ricardo se cuelga el oro en los Mundiales másters de Doha, emulando el que logró su hijo Felipe en 2022 y desquitándose del sueño olímpico que la dictadura militar le usurpó en Montreal 1976.

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Ricardo Perrone, padre de Kiko y Felipe Perrone, campeón del mundo máster en Doha.
Cedida por Felipe Perrone

Exactamente dos semanas atrás, animaba desde la grada del Aspire Dome a su hijo Felipe, quien en los decimosegundos Mundiales de su carrera deportiva se colgaba la medalla de bronce con España, ante Francia (14-10). Quién le iba a decir que este pasado fin de semana llegaría su turno, el de Ricardo Perrone, que a sus 74 años (nació en 1950) y también en Doha se ha proclamado campeón del mundo en categoría máster, de mayores de 65 años. Su equipo, el que comparte con sus amigos, el Rio Water Polo brasileño, doblegaba al HZC De Robben neerlandés por un emocionante 8-7.

“Aún no sabía que había sido oro, me acabas de informar tú”, admite al otro lado del teléfono Felipe Perrone, uno de los mejores jugadores de waterpolo de la historia, quien hace un hueco un par de horas antes de afrontar con el Atlètic-Barceloneta un partido ante el CN Rubí, para hablar orgulloso del exitazo de su padre. “Su historia es increíble”, avanza Felipe, quien desgrana un recorrido que, realmente, merece el grueso calificativo.

“Él está transplantando de corazón. Tenía un problema cardíaco, sufrió un infarto y le propusieron estar conectado a unas máquinas”, explica el jugador, “pero él fue valiente y apostó por un transplante (al que se sometió en 2017) porque decía que con las máquinas no podría volver al mar ni al waterpolo. Le salió bien e incluso ha conseguido volver a jugar. Tiene un mérito enorme”, valora con razón, subrayando que es el veterano de su equipo y que, por edad, le tocaría jugar en la categoría de mayores de 70. Pero es que hay más.

Felipe Perrone y su padre, Ricardo, juntos en una piscina desde tiempos inmemoriales.
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Felipe Perrone y su padre, Ricardo, juntos en una piscina desde tiempos inmemoriales.Cedida por Felipe Perrone

“Mi padre nunca fue jugador profesional, pero sí se clasificó para unos Juegos”, apunta Felipe. Y estos eran los de Montreal 1976, con Brasil sumida en una dictadura militar. “Ellos estaban clasificados. Recibieron la ropa y todo el material, incluso él iba a casarse con mi madre y había tenido que aplazar la boda por los Juegos. Pero justo antes de viajar los bajaron del avión para que fueran unos directivos”, narra. Y culmina: “Por eso, cuando mi hermano y yo fuimos a Pekín 2008, para él fue como un sueño cumplido”.

Se refiere con su hermano naturalmente a Kiko Perrone, de nombre original Ricardo igual que su padre, y que como Felipe fue internacional primero con Brasil y después, con España. Y padre, a su vez, de Tomás Perrone, quien ya juega en el Atlètic-Barceloneta junto a su tío. “Disfrutamos del deporte. Al final pasas tanto tiempo en el agua que te acabas llevando a tus hijos, como me pasó a mí. De tanto mirar a mi padre y a mi hermano, y de recoger el balón cada vez que chutaban y salía de la piscina, acabé jugando yo también”, evoca el MVP de los Mundiales de Budapest 2022, que conquistó con la Selección.

Ricardo Perrone, animando a su hijo Felipe en los recientes Mundiales de Doha, en la misma piscina donde ahora él se ha colgado el oro.
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Ricardo Perrone, animando a su hijo Felipe en los recientes Mundiales de Doha, en la misma piscina donde ahora él se ha colgado el oro.Cedida por Felipe Perrone

¿Les parece que la saga es extensa? Pues aún hay más. “El tío de mi padre fue uno de los pioneros del waterpolo en Brasil. Empezó en el mar. Después siguió mi padre, en Rio con sus amigos”. Y esos amigos chinchan ahora a Felipe. “Mi padre es muy respetuoso, pero ellos no dejan de enviarme mensajes desde que se metieron en la final de los Mundiales de Doha, recordándome que yo me quedé en el bronce (ríe) y diciéndome que a ver qué hago en París”. Ese será el siguiente capítulo de una dinastía de auténticos campeones.

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