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CURLING

La dura vida del curling

Oihane Otaegi y Mikel Unanue sacaron plaza mundialista para España en dobles mixto. Se quejan de las dificultades para practicar su deporte.

Actualizado a
Oihane Otaegi y Mikel Unanue.
RFEDH

Oihane Otaegi tiene 45 años. Mikel Unanue, 40. Ambos de San Sebastián. Llevan juntos en el curling desde 2008. En la vida también son pareja, desde 2005. Llegaron un poco por casualidad, sin demasiadas expectativas. Ella trabaja en la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la Universidad del País Vasco; él, en la Federación Guipuzcoana de Natación. “Estuve muchos años como preparadora del equipo de patinaje artístico de Txuri-Berri. Me llamaron a ver si quería probar. Me gustó y hasta hoy”, relata Oihane. Mikel nadaba: “En 2008 decidí poco a poco entrar en este deporte. Al principio no tenía muchas expectativas, pero me he enganchado, como muchas otras personas”.

La pareja es responsable, por segunda vez (ya lo consiguieron en 2019) de que España vaya a tener representación en dobles mixto en el próximo Mundial, que se celebrará con 20 equipos en Gangneung (Corea del Sur) del 22 al 29 de abril del próximo año. Que hayan conseguido la plaza no significa que vayan a competir ellos. El curling es algo más complejo. Lo explica Oihane: “Los equipos nacionales son los campeones de España. Quien gana el Nacional representa al país en Europeos y Mundiales”. “La temporada empieza generalmente el 1 de septiembre y termina el 31 de agosto. A partir de enero hasta aproximadamente abril, las competiciones estatales son las más importantes, con los Campeonatos de España. De agosto a diciembre son las competiciones internacionales”, desgrana Mikel la estructura de la temporada competitiva en este deporte, que tiene sus orígenes en Escocia y típicamente consta de dos equipos de cuatro jugadores que se turnan para deslizar unas piedras especiales a fin de dejarlas lo más cerca posible del centro de una diana dibujada en el hielo.

Oihane Otaegi y Mikel Unanue.
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Oihane Otaegi y Mikel Unanue.WCF / Céline Stucki

Oihane y Mikel se encuadran en el Txuri-Berri, un club de San Sebastián que empezó con el patinaje y hace unos años abrió sección de curling. Las raíces de la práctica de esta disciplina en España, apunta Mikel, se encuentran en “Cataluña y Jaca”. A día de hoy han “surgido más de los que han desaparecido”, y ya hay “por toda la geografía española”. Los punteros están en el País Vasco. Agradecen a su gobierno la ayuda, pero coinciden en que las condiciones para la práctica del curling en España, especialmente a niveles de base, son “muy complicadas”. “Estamos agradecidos de tener una pista, pero al final da para lo que da y nuestro deporte por desgracia no es compatible con otras disciplinas, porque el hielo tiene que cumplir unas condiciones. Es muy difícil enganchar a alguien. Nos da mucha pena, porque no podemos transmitir nuestros conocimientos y nuestra experiencia a la gente”, resume Oihane. “No necesitamos tanto referentes en la élite como la base. Y eso se trabaja con instalaciones. El curling puede ser un buen ejemplo de cómo de una forma práctica, inteligente y muy hábil, se pueden hacer cosas muy bonitas”, añade Mikel. Las dificultades empiezan con la adquisición de material. En un mundo globalizado, analiza Unanue, cualquier cosa “te llega a casa en unos pocos días”. Pero “no hay una tienda física para comprarlo, como si juegas al fútbol”.

Ambos han estado entrenando recientemente en Edimburgo. Creen que su especialidad, el dobles mixto, “es más dinámica”. Y convienen en que lo necesario para ser un buen jugador está en cualidades como la paciencia o la perseverancia. No es un camino de rosas el suyo, pero lo asumen. No les “avergüenza” su edad, si acaso creen que es una muestra de que su deporte lo puede practicar “cualquiera”. Pronto tendrán que afrontar el Campeonato de España para ganarse el derecho a ocupar la plaza en el Mundial que ellos mismos han conseguido. Mikel está convencido de que aún no han “tocado techo”.