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ATLETISMO | MUNDIALES EN BUDAPEST

Ocho centésimas dejan a Ben sin bronce

Espectacular remontada del español de 25 años que acaba cuarto clasificado la final de 800 metros de los Mundiales de Budapest. Oro para Arop.

BudapestActualizado a
Ocho centésimas dejan a Ben sin bronce
ATTILA KISBENEDEKAFP

Adrián Ben (Viveiro, Lugo, 25 años) quería hacer historia en Budapest. Sólo Tomás de Teresa (octavo en Tokio 1991) y el propio gallego (sexto en Doha 2019) habían disputado antes una final de 800 de unos Mundiales al aire libre. El vigente campeón planetario de pista cubierta corría la segunda con la intención de mejorar su puesto y... “Estamos aquí, así que... ¿por qué no soñar en grande?”, decía tras comprar uno de los únicos ocho billetes junto a dos argelinos (Moula y Sedjati), el británico Pattison, el norteamericano Hoppel, el keniano Wanyonyi, el botsuano Masalela y el canadiense Arop, el gran favorito. Pero “sin superhéroes” para el mediofondista español.

Nervios en la presentación, gesto de fuerza y poderío de Ben, el habitual en él, y cara tensa. Nervios. Podía ser su gran día. Pistoletazo de salida para una carrera de ritmo medio (25.32) el 200. Wanyonyi lideraba al paso del 400 (52.68). Todo a una. Ben, en la última plaza cargando todas las pilas. Al paso del último 200 parecía decidido para él, estaba lejos. Sin embargo, Ben es todo corazón y cambió la cadencia para ponerlo en modo superhéroe e ir adelantando rivales por donde veía huecos. El problema vino ahí. Se encontró tres atletas en línea y debió dar un paso a un lado para no frenar su progresión. Ahí estuvo la clave. De haber encontrado un carril en esa recta final habría sido una autopista para él.

Ben había alcanzado la final mostrando un estado de forma óptimo que le llevó a superar la primera ronda en Hungría dando una lección de cabeza fría y estrategia. A quince metros del grupo de cabeza al toque de campana, Adrián no se puso nervioso. Sabía que el motor da lo que da y les tocaría reducir. Él obró al revés para llegar completo y llevarse la victoria (1:45.37) adelantando a todos en 200 metros. La semifinal fue similar... pero mucho más rápida. Y Ben respondió de nuevo de manera excelente. Otra vez demostrando que es un ‘finisher’, un ‘killer’ de la recta final. Segundo puesto con 1:43.92. Marca personal, mínima olímpica para París 2024.

Cada metro que recorría recortaba muchos centímetros a todos los adversarios que le precedían. “Tengo hablado con mi entrenador (Arturo Martín) que nosotros siempre hacemos carreras de 805 metros”, suele decir Adrián. Forjado a base de entrenar por el paseo marítimo de Viveiro y dos veces semanales en Lugo donde le llevaba su madre conduciendo 100 kilómetros, algo que Ben tiene grabado en su mente. Eso le lleva a pelear siempre y así lo hizo en Budapest. Únicamente ocho centésimas le separaron de un bronce que merecía. Al menos una medalla. El oro fue para Arop (1:44.24), la plata de Wanyonyi (1:44.53) y la medalla que se le escapó a Ben por un pestañeo para Pattison (1:44.83). Ben se llevó la odiada medalla de chocolate con 1:44.91.

“Era una buena oportunidad y por eso si me conformo con ser cuarto no sabría qué estamos haciendo bien. Estoy contento de no estar contento. Yo quería más. En Doha estaba con una sonrisa por ser sexto, en los Juegos tal por ser quinto, y hoy... Me voy con ganas de entrenar. Si lo piensas fríamente nos llevamos un cuarto puesto y he hecho aquí 1:43, la mínima olímpica. Estaría encantado de celebrar una medalla pero me he encontrado último, he confiado en mis posibilidades, pero las circunstancias del último cien eran las que eran. Si hubiese tenido un carril sería una autopista”, afirmaba Ben en zona mixta.