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AS COLOR Nº256

Madonna Buder, la triatleta de mayor edad del mundo

Es también conocida como "La monja del hierro" al ser la mujer más veterana en completar el Ironman de Hawaii. En 2014 logró entrar en el USA Triathlon Hall of Fame.

Madonna Buder apodada ´La Monja de Hierro´.
DANIEL KARMANNAFP

Es en el silencio prolongado durante el recorrido de casi cuatro kilómetros a nado, ciento ochenta de pedaleo y cuarenta y dos de carrera, cuando la hermana Madonna se encuentra consigo misma y logra el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el alma que tanto desea. A pesar de su longeva edad de 86 años, el paso del tiempo solo ha conseguido arrugar su piel, pero no su alma. A pesar de las apariencias combina sus dos pasiones, servir a Dios y correr.

Esta monja nacida en 1930 en St. Louis se ha ganado el apodo de Monja de Hierro al completar una de las carreras más duras del planeta: el Ironman de Hawaii. En 2005, al finalizar dicha competición se convirtió en la mujer de mayor en edad en lograrlo, que posteriormente mejoraría. Su leyenda comenzaba ahí y todavía le depararía más por crecer.

SUS GRANDES VOCACIONES

La razón por la que Madonna Buder compite en pruebas tan exigentes a su edad tan avanzada puede encontrarse en su adolescencia. Modanna venía de una familia acomodada, disfrutaba de un gran confort del que decidió salirse. Fue a partir de los 14 años cuando se replanteo su futuro de vida y se empezó a encontrar con su vocación de servir a Dios.

Fue en plena adolescencia y pasada la veintena de edad cuando decidió oficialmente ponerse el hábito y convertirse en monja. Veía con gran importancia estar al servicio de los demás y poder ayudarles, aunque para ello tuviese que sacrificar su alto nivel de vida. Formó parte de las Hermanas del Buen Pastor a los 23 años, a partir de dicho momento se la conocería como la hermana Madonna.

Fue en un encuentro con otros religiosos cuando descubriría otra de las grandes vocaciones de su vida. Un sacerdote le comentó en una reunión informal los grandes beneficios de correr (dicho encuentro sucedió en la década de los 70, cuando comenzaba en Estados Unidos el boom del running) pero a ella no le terminaban de convencer. Necesitaba una razón de peso para encontrar sentido para calzarse las zapatillas todos los días y salir a trotar nada más levantarse. Solo hubo un argumento que marcaría el porvenir de su vida. Modanna Buder quedó absolutamente convencida de que debía darle una oportunidad al atletismo cuando le mostraron que a través de ello podría estar en contacto con la naturaleza, con lo que Dios había creado.

SU NUEVO ESTILO DE VIDA

Y poco a poco iba implantando su nueva forma de vida, aceptando el consejo que le habían dado, a pesar de estar cerca de cumplir el medio siglo. Salir a correr se fue imponiendo en su día a día hasta que decidió atreverse a competir. Su primer escenario sería en algo benéfico, una carrera para recaudar dinero para la esclerosis múltiple. Pero ante el temor de crear algún tipo de controversia o conflicto por que una monja corriese, pidió permiso al obispo. La sorpresa fue rotunda, no solo veía con buenos ojos su participación, sino que deseaba que el resto de sus sacerdotes, que habían dedicado su vida a Dios y a ayudar a los demás, participasen en actividades como está.

Finalmente, corrió y disfrutó. No logró una gran marca, pero sintió lo mismo que los millones de personas que han participado alguna vez en una carrera. El bichito del running ya le había picado, le gustó y quería más. Tanto es así que se apuntó a un grupo con el que salir a entrenar. Las carreras se sucedían y mejoraba. No se creía que después de haber estado más de cuarenta años sin hacer ejercicio se enganchase a esa edad. Ante la mirada estupefacta de todos comenzó a quemar las suelas de sus zapatillas con tantos kilómetros.

Madonna Buder tiene varios lemas de vida, pero destaca uno de ellos: “Si la vida no tiene desafíos no vale la pena vivirla”. Esa fue una de las contestaciones que ofreció cuando las hermanas de su comunidad creían que había perdido el juicio, se había planteado correr el Ironman de Hawaii. Solo con saber que existía tal carrera y que sería una gran prueba en su vida decidió marcarse el reto de lograr terminarla algún día.

Pasaron los años, aunque pareciese que tal cosa no sucedía por aquella monja. Su aspecto, como es lógico, envejecía, la media melena se ponía canosa, pero su sonrisa y mirada de ojos azul claro transmitían más vida que nunca.

Se levantaba de la cama y corría hasta la iglesia, luego montaba en bicicleta hasta un lago cercano a su casa (a 64 kilómetros) para nadar. Se estaba preparando para su gran objetivo. Sorprendidos estaban los presos cuando desde sus celdas veían llegar a la cárcel a una monja corriendo. No se desentendía de sus obligaciones con los suyos, sabía que la necesitaban y que por ello se había hecho monja.

En 2005 cumplió su reto, tenía 75 años. Sufrió para terminar el Ironman de Hawaii por su dureza, pero cuando más flaqueaba más recurría a la fe. Su truco para aguantar casi 17 horas de competición fue pensar en que la meta eran las puertas del cielo. Pensaba que el camino hacia esas puertas debía disfrutarlo, se encontraba rodeada de naturaleza. Para ella, la naturaleza era la catedral de Dios.

Y en esa catedral ha seguido desde entonces, rodeada de naturaleza y convirtiéndose en una leyenda. De récord en récord y corriendo porque le toca. Llegó a tal punto que las organizaciones se veían en la necesidad de crear nuevas categorías porque no existían para su edad (ha dejado la marca en cinco categorías nuevas). Sus logros fueron llegando a la sociedad, que no dudó en calificarla como la Monja de Hierro. La edad no importa para ser feliz y poder competir, tanto que Nike decidió hacerla protagonista de uno de sus famosos anuncios.

A la hermana Madonna le queda todavía mucha gasolina a sus 86 años, es más, solo viendo sus números da vértigo. Ha disputado más de 340 triatlones en 35 años, de los cuales 45 corresponden a la modalidad Ironman. De media asegura correr 12 carreras al año, aunque reconoce que la cifra ha disminuido un poco.

Ante tal hazaña no le ha quedado otra al mundo del triatlón que meterla en el USA Triathlon Hall of Fame. Consiguió entrar en 2014, sus 12 victorias por edad en Ironman no pasaron desapercibidas. La hermana Madonna Buder, inconformista como siempre, amenaza con seguir ampliando su palmarés.