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Rio 2016

Quim Pujol: “Estuve en marzo en Río y no había ni una piedra”

Quim Pujol es un reputado arquitecto que ha construido numerosas instalaciones en Juegos y otros acontecimientos. AS le pregunta por las obras de Río 2016.

Quim Pujol.
RODOLFO MOLINADIARIO AS

¿Cómo está la construcción de la piscina olímpica de Río de Janeiro en 2016?

—La construcción no se ha adjudicado ni han empezado las obras. Estamos pendientes aún de unos últimos retoques. Esperemos que no haya cambios porque quedan dos años. En este tipo de obras siempre hay contratiempos.

—¿Y cómo están el resto de instalaciones del Parque Olímpico?

—Lo mismo le pasa a todos los edificios del Parque. No se ha movido nada. Estuve en marzo y no había ni una piedra. No sé si ya habrán empezado. Ahora mismo sólo hay una piscina en la que se harán los saltos y la sincro, que ya estaba construida de antes. Pero no es definitiva porque se tiene que reformar. El 14 de mayo recibiremos la propuesta para el estadio de waterpolo, por ejemplo.

—¿Y por qué tanto retraso?

—Desconozco los motivos. Yo lo atribuyo a una situación que también se vivió en Barcelona. Hay varias administraciones implicadas: ayuntamientos, diputaciones y Estado. Las competencias están repartidas y Brasil es un país muy burocrático. Eso provoca que los procesos sean lentos y desesperantes, como lo que está pasando en el Mundial de Fútbol. Están construyendo una autopista que une Río y el aeropuerto y aún no está acababa. Queda un mes para el Mundial. Los Juegos van por el mismo camino.

—Por su experiencia, ¿cree que se acabarán las obras?

—Le diría que, desde un punto de vista arquitectónico, es imposible que se acabe. Ahora bien, siempre se acaba, pero mal.

—¿Ha vivido algo parecido en otros Juegos?

—Es probable que sea otro Atenas, los de 2004. Pasan cosas parecidas. En aquella ocasión, intentamos cubrir la piscina, pero se les acabó el dinero. Nos dieron largas y no se hizo. Los nadadores tienen un mal recuerdo porque estaban a 40 grados en la sombra, hacía un calor sofocante y, obviamente, no eran las condiciones óptimas para competir. Aquí hemos pedido cubrir la piscina de sincronizada y saltos, pero me da la sensación de que ocurrirá lo mismo que en Atenas.

—¿Los retrasos pueden venir también porque el país está pendiente del Mundial?

—Ahora están centrados en su mantra, que es el fútbol. Y están preocupados por el resultado. Si el Mundial es un fracaso; es decir, si no llegan a semifinales, el país podría entrar en una profunda depresión. Y eso podría tener consecuencias en los Juegos. Pero si ganan, se crecerán. Ese es su talante. No sé si a la gente de fuera de Río les interesa demasiado. Los Juegos siempre son una caja de sorpresas.

—¿Cuál fue el mayor fracaso en unos Juegos?

—El fracaso más rotundo fue en Montreal 1976. No pudieron acabar el estadio. Tenía una torre que sólo se construyó a la mitad. Es grave. Pero hay otros ejemplos positivos. Los mejores fueron Múnich 1972. Fue el mayor salto cualitativo en unos Juegos a nivel arquitectónico y desde aquel año no se ha producido otro igual.

—¿Y cómo ve ahora la situación de Madrid?

—Difícil. Tienen pendientes de resolución el estadio de La Peineta y una estructura monstruosa de hormigón para unas piscinas que no se tendrían que haber hecho. Los Juegos lo hubieran salvado, pero… En las facultades de arquitectura le piden a los estudiantes que piensen qué se puede hacer allí. También hay un problema en la Caja Mágica. Pero Barcelona también tiene sus agujeros negros, como el estadio.