AS entrevistó a cuatro atletas mexicanos que participarán en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Eduardo Ávila, Ángeles Ortiz, Diego López y Stefanny Cristino compartieron sus historias y sus metas.
“El deporte cambió mi vida. El Eduardo de ahora no es el mismo que el de hace 20 años. El niño torpe, el niño que se caía y que no podía jugar con un balón. El niño que no podía estar sin agarrarse de su mamá para no caerse. El niño que no se podía adaptar a las situaciones. Tantos años en el judo hicieron que mis habilidades cambiaran. No estoy al 100%, pero me siento muy bien. El deporte me integró. Me siento prácticamente capaz de todo”. El deporte le dio una vida a Eduardo Ávila, un niño con deficiencia visual que, hoy en día, ya tiene tres medallas paralímpicas en su hogar. Dos de oro, una de bronce. Los de Tokio 2020 podrían ser sus últimos Juegos. Quizá sí, quizá no. No lo sabe. “No he pensado en eso todavía. Primero me concentro en acabar esto y acabarlo bien”, sentencia. Cuando llegue el tiempo de despedirse del tatami, Eduardo dará las gracias por el camino. “El deporte me rehabilitó. Me dio una oportunidad, una educación. Ojalá pueda regresar lo que me ha dado a las generaciones que vienen detrás de mí”, vislumbra el judoca bicampeón paralímpico.
México es la gran potencia latinoamericana de los Juegos Paralímpicos. Con 97 medallas de oro, 90 de plata y 102 de bronce, el país ocupa el 22° puesto de 117 en el medallero histórico, por encima de Brasil (301 metales en total, pero 87 primeros lugares). A pesar de que las condiciones del país no son las idóneas para las personas en situación de discapacidad y de que el apoyo gubernamental para el deporte adaptado no equipara el monto de otras inversiones que realizan las instancias pertinentes, los atletas regresan de los JJPP con medallas a montones. En México, una persona en situación de discapacidad tiene una expectativa de vida 8.2 años menor que el promedio nacional, demostró el Reporte Global de Discapacidad 2011, elaborado por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud. En realidad, el dato sitúa a México por encima de 109 países, pero el citado informe recalca la necesidad que afronta el país para reforzar sus esfuerzos inclusivos, sobre todo en los rubros educativo y urbanístico. Aproximadamente 15% de la población mundial presenta algún tipo de discapacidad, de acuerdo al Comité Paralímpico Internacional.
El Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar), controlado hasta su extinción en 2020 por Conade, destinó un promedio de tres millones de pesos a la preparación de los atletas de deporte adaptado para el ciclo olímpico 2016-2021, muy por debajo de la media de 39.2 mdp canalizada a atletas ‘convencionales’ (el padrón de beneficiarios utiliza dicho término), según datos consultados por AS. No obstante, los resultados superan con creces a las aún insuficientes condiciones de accesibilidad e inclusión que el país brinda a la población que vive con alguna discapacidad, pese a los avances consignados en el dossier de 2011. Para Eduardo Ávila, y también para Ángeles Ortiz, Diego López y Stefanny Cristino, el deporte fue una opción de una vida mejor y en ello estriba el mensaje central de los Juegos Paralímpicos.
Diego López será uno de los abanderados de la delegación mexicana en la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos. Ganador del Premio Nacional del Deporte 2019 por tras conquistar cinco medallas de oro en las pruebas de natación de los Parapanamericanos de Lima, está ilusionado por su aparición en Tokio 2020. Realizó un campamento en España y compitió en Alemania previo a una nueva serie de concentraciones en Guanajuato y Ciudad de México previas al 9 de agosto, día en el que viajó a Japón. López pujará por cuatro medallas en la categoría S3: 50 metros dorso, 150 metros combinado, 50 y 200 metros libres; en 50 dorso, su prueba predilecta, está muy cerca del récord del mundo (48.49, del italiano Vincenzo Boni). “Sería un logro bastante grande y la consecución del gran trabajo que se ha hecho. Es lo que más buscamos, un récord que no ha roto en seis años”, desea.
López llega pleno de confianza y preparación a su segunda cita paralímpica. Las cuatro medallas están en su radar. Principalmente, la de los 50 metros dorso: “En cada prueba me gustaría ganar. Muchos se preparan para una o dos pruebas. Yo tengo cuatro. Siempre habrá alguna en la que tenga inclinación para llegar en mejor forma. En mi caso son los 50 metros dorso. Lo importante es concretar una medalla ahí. Es mi principal objetivo. Para mí sería un sueño. Es mi mejor prueba y en la que mejores resultados he obtenido a lo largo de mi carrera”. López se fue con las manos vacías en Río 2016, aunque su meta en aquel entonces era ganar experiencia en su debut paralímpico.
La situación de Stefanny Cristino es similar a la de López: debutantes en Río, tendrán oportunidad de revancha en la piscina de Tokio 2020. “Estoy muy emocionada y ansiosa. Con la ansiedad al borde de la piel. Tengo muchas ganas de competir ya y de mostrar la mejor versión de mí. A través de todo este tiempo me he puesto una meta cada vez más grande. Ahora la tengo difícil, pero no imposible”, declara. El objetivo particular de la mexiquense es mejorar sus marcas personales; Cristino se presentará en tres pruebas de la categoría S10: 50 m libres, 100 m libres y 400 m libres, su especialidad. “Cuando bajo mis récords eso me da un mejor posicionamiento en el ranking mundial. Con ello, automáticamente el lugar mejora. En Río quedé 6° y ahora la actuación debe ser mejor. No estoy presionada por eso, pero siempre está como una forma de motivarme. No sé si las medallas están lejos”, explica. “Obviamente cualquier deportista sueña con una medalla. Muchas veces se está un poco lejos, o todavía no es el tiempo. Tal vez, en mi caso, tampoco es mi momento, pero igual voy a pelear esa medalla. Si llega, estará súper bien. Si no, sé que mi objetivo son los tiempos”, reafirma.
Eduardo Ávila encaró la parte final de sus entrenamientos para sus cuartos JJPP con una lesión en el codo derecho. La dolencia le impidió contender por la medalla de oro del Grand Prix Warwick 2021 (Gran Bretaña). “Fue un esguince bastante fuerte. Terminé el combate (semifinal) contra Ucrania y ya no podía mover el brazo. Tenía como una pelota de béisbol pegada al brazo, de lo inflamado que estaba. Fue frustrante, tanto física como emocionalmente. Mi cuerpo dijo ‘no puedo’ en ese momento”, relata. Al momento de la conversación, dos semanas antes de Tokio 2020, Ávila se sentía mejor; la lesión no tiene por qué significar un pretexto: “No me va a limitar. Ya vengo bastante lesionado de este año. Tuve un esguince de rodilla en marzo. También tengo la espalda lastimada. Pero así es el judo. Competir con las lesiones es parte del deporte”.
La pandemia del COVID-19 fue un obstáculo más para los atletas paralímpicos. Quizá, el más difícil de superar durante el último año y medio. Stefanny detuvo sus entrenamientos casi 11 meses, forzada por el cierre de instalaciones y por haber contraído el coronavirus, aunque no llegó a desarrollar un cuadro de gravedad. Debió pedir apoyo a clubes privados para utilizar sus albercas y adaptar su departamento a sus prácticas físicas: “Fue muy complicado. Donde vivo tuve que levantar muebles para tener un espacio para entrenar. Después de que me dio COVID fue muy complicado regresar, fue la muerte. Si sacas a un nadador del agua tres días, se está muriendo cuando vuelve. Ahora, imagínate 11 meses. Estaba deshecha”. Desde mayo de 2021 retomó la rutina a tiempo completo y desde entonces no ha parado: “Lo vi como un año más de entrenamiento. Estuve en casa, con mis familiares, que dieron un apoyo emocional muy fuerte. Al final, creo que la pandemia me ayudó a volver a casa. Verlos, comer con ellos todos los días, regresar a casa después de entrenar y que estuvieran ahí. Todo eso fue un extra para mí”.
López también batalló para encontrar una dinámica de entrenamiento entre la cuarentena y el encierro. En principio, se sumergía en la piscina recreativa de uno de sus familiares, para no perder contacto con el agua. “Hice todo lo que se pudo. Comprar ligas, mancuernas, lo que fuera para ejercitarme un poco. Me costó bastante el hecho de encontrar albercas, gimnasios. Antes de acabar el año pasado ya tenía dónde trabajar con el fisioterapeuta y preparamos también un plan para tener la mejor preparación posible desde casa”, cuenta el nadador xalapeño. “Creo que me he acoplado bastante bien a esta nueva normalidad. Siento que cada vez he mejorado más”, añade López, quien no ha dejado de recibir su apoyo económico correspondiente mes con mes: “En noviembre obtuve un estímulo complementario (por los resultados) de Juegos Parapanamericanos. No he tenido ningún inconveniente en ese aspecto”.
Ángeles Ortiz, triple medallista paralímpica y bicampeona (oro en Londres 2012 y Río 2016), fue un caso extremo. A pesar de sus credenciales, no obtuvo ninguna facilidad de las autoridades deportivas nacionales para planificar su participación en Tokio. A lo largo del último año y medio, de hecho, ha denunciado desamparo hacia los atletas paralímpicos. En 2020 y 2021 no salió del país y debió cambiar su lugar de entrenamiento. Sin competencias previas, apostó a los campamentos de larga duración. Uno en Mérida y otro en Hiroshima: "Fue un trámite que hizo la presidenta del Comité Paralímpico Mexicano (COPAME), Liliana Suárez. Pero fue lo único. No tuve fogueo internacional. Me recibieron muy bien en Mérida. El estadio, precioso. El gimnasio, bastante acorde a lo que necesitábamos. Fue un mes en el que salí de la rutina. Me ayudó muchísimo. Salí de ahí con una mejor marca y mejor ánimo", arguye. En Hiroshima, a donde llegó el 9 de agosto, pasó 12 días "excelentes". "Entrenamos con todos los climas posibles. Nos fue muy bien", agrega.
La pandemia obligó a la lanzadora de bala a ser resiliente, de nueva cuenta, aunque no se siente como en los Juegos anteriores. La inactividad pesa. "No detuve mi preparación. La he mantenido como he podido. Tuve que adaptarme, buscar cómo entrenar, cómo no parar, cómo mantener el rendimiento (...) Esto me ha hecho más fuerte. Había que adaptarse y continuar, porque mi sueño era Tokio. Me las vi tan negras y tan espantosamente complicado que estar aquí me hace sentir muy fuerte. Dios me ha hecho una gladiadora. A lo mejor no vengo como en los otros Juegos, que un ritmo competitivo te da certidumbre de algo. No sabemos qué va a pasar, pero sí me siento fuerte".
"No detuve mi preparación. La he mantenido como he podido. Tuve que adaptarme"
Ángeles Ortiz
Ávila se encontraba en Europa en marzo de 2020, en el epicentro de la pandemia. Su periplo para sortear el cierre de fronteras y evitar quedar varado a 9,000 kilómetros de casa amerita una medalla extra: “Estaba en España, preparando el Grand Prix de Azerbaiyán. Entonces, vi las noticias. Gran Bretaña iba a cerrar; Francia, también. Les marqué a mi entrenador y a mi familia. Me dijeron ‘regrésate ahora’. No pude salir desde España, tuve que buscar la opción de volar a Francia. Primero, de Valencia a Madrid; luego, de Madrid a París. Ya en el avión nos dicen que no era seguro que pudiéramos despegar porque no tenían permiso de las autoridades francesas. Ya te imaginarás el estrés. Después de un par de horas, pudimos salir”. Eduardo arribó a México y se confinó dos semanas. Lo que parecía pasajero se convirtió en una agónica espera: “En dos días pasé de estar preparando una competencia a estar en ceros. Sin gimnasio, sin judo. Pasó una semana, dos. Decía ‘esto va a pasar rápido’. Y luego tres, cuatro, cinco meses. Y se cancelan los torneos… Perdí mis capacidades como judoca, mi resistencia. En diciembre empecé de cero, tanto en técnica como en físico”.
Para el campeón paralímpico en Pekín 2008 y Río 2016 el reactivar actividades tuvo una dificultad añadida. En la alberca la posibilidad de contagiarse de COVID-19 es relativamente baja; en el judo es imposible mantener la ‘sana distancia’. En cada combate de entrenamiento siempre hubo un riesgo latente: “Tienes la respiración de tu compañero acá (se señala el cuello). Hay mucho contacto. Entrenar con cubrebocas ha sido un reto porque no puedes respirar bien, se te llena de sudor, si te dan un golpe se llena de sangre. Ni modo. Peor es no entrenar. Como sea, con sudor, con sangre, pero se entrena”. Ávila volvió al Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR) en mayo, cuando aceleró el paso para llegar en el mejor estado físico posible a Tokio: “Fui al Grand Prix de Azerbaiyán. De ahí, dos semanas a Valencia. Regresamos a México 10 días. Volví a Valencia para otro campamento de cuatro semanas y media. Ahora estoy de vuelta. Cada viaje me hago pruebas PCR para estar cerca de mi familia y poder entrar a los lugares donde entreno”.
Los cuatro atletas ya están vacunados con pauta completa. La primera en someterse a la inmunización fue Ortiz (en noviembre, como parte de una ronda de pruebas de dosis CanSino); después fue el turno de Ávila (junio, antes de su segundo viaje a Valencia); y por último, López (julio) y Cristino (8 de agosto, fecha de la segunda dosis). Cada uno de los 60 atletas que representarán a México en los Paralímpicos de Tokio está sujeto a estrictos protocolos sanitarios. “Cada que entramos al CNAR se hace una prueba de PCR. De inmediato nos aíslan a todos en recámaras individuales y al día siguiente nos dan el resultado. Hasta entonces podemos entrar a las instalaciones, siempre con cubrebocas”, detalla Ávila cómo funciona la burbuja del CNAR, donde varios deportistas se han concentrado en las últimas semanas.
Peor es no entrenar. Como sea, con sudor, con sangre, pero se entrena
Eduardo Ávila
Parte de la delegación mexicana cerró su preparación rumbo a los JJPP en Tokio en un campamento en Hiroshima, pactado entre el Comité Organizador de los Juegos, la Prefectura de Hiroshima y la Embajada de México en Japón. 30 atletas viajaron a Japón el pasado 8 de agosto, de acuerdo a COPAME. Sin embargo, no todos quienes tenían programado permanecer en Hiroshima para concluir con sus entrenamientos pudieron sumarse al contingente. En el caso de Stefanny y Eduardo, sus sesiones fueron canceladas “por cuestiones administrativas”. “Tenía planeados 20 días para aclimatarme, pero ahora viajaré hoy por la noche (miércoles 18 de agosto). Por el cambio de horario estaré llegando el 21 a Tokio y solo tengo cuatro días para mi primera prueba”, desvela Cristino. COPAME comunicó que algunas personas que integraron la avanzada del 8 de agosto debieron guardar una breve cuarentena en Tokio por haber tenido contacto reciente con casos positivos de COVID-19.
“Siempre damos lo mejor de nosotros. Siempre tratamos de poner en lo más alto a nuestro país. Somos unos guerreros en cada competencia. Siempre representamos a nuestra bandera y nuestra gente de la mejor manera. Somos parte de un país muy bonito, con muchas cosas buenas, a pesar de que se cuenten aspectos negativos. Mucha gente ve esa cara diferente de nosotros los mexicanos a través del deporte”, asevera Diego López, convencido del poder del deporte como un estandarte de cambio, de unión y de inclusión. Ángeles Ortiz comparte la visión del para-nadador: "Somos ejemplo, inspiración para muchas generaciones. Si hubiera muchos más países integrados a esto (los Juegos Paralímpicos), este movimiento sería aún más grande y mucha gente con discapacidad estaría fuera de sus casas, transformando su vida y su entorno (...) No venimos con ninguna bandera política. Nuestra bandera, blanca, significa paz, hermandad, inspiración. Implica retos cumplidos, superar todo para estar aquí".
Eduardo Ávila, por su parte, reflexionó a manera de conclusión sobre las críticas que la afición espeta hacia los atletas que no obtienen los resultados deseados: “Me gustaría que intentaran no solo ser de los mejores del mundo, sino de los mejores en México en lo que se dediquen. Cuando lo sean quizá puedan empezar a hablar. Muchos ni siquiera pueden llegar a un nivel olímpico. No cualquiera tiene el carácter. No me cabe en la cabeza cómo alguien puede demeritar esos resultados (…) En México no hay una estructura como en otros países. No hay una cultura del deporte. Esto empieza desde las clases de educación física: una o dos horas a la semana es muy poco. La mejor herramienta para mejorar todo es el deporte”.
Los Olímpicos son historia. El escenario ahora es de los atletas paralímpicos. Los que suelen volver con medallas a montones, contra todo y a pesar de todo.