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JUEGOS PARALÍMPICOS | ENTREVISTA

Sara Andrés: "Soy la persona que soy ahora gracias al accidente"

La deportista madrileña conversó con AS sobre los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Sara Andrés puso el acento sobre la salud mental de los deportistas en tiempos de Covid.

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Sara Andrés: "Soy la persona que soy ahora gracias al accidente"

La atleta paralímpica Sara Andrés perdió sus dos piernas en un accidente de tráfico con 25 años. Ese evento le cambió la vida: le ha convertido en una deportista de élite y en una persona más optimista. Este verano competirá en Tokyo en 100 metros lisos y en salto de longitud. Su objetivo es superar el diploma olímpico que alcanzó en Río 2016.

¿Cómo se encuentra de cara a los Juegos Paralímpicos que están a punto de empezar?

Unos días tengo ganas y hay otros días que me encuentro como: “madre mía qué largo se está haciendo”. Supongo que es la espera de un año más, que te hace un poco faena en la cabeza. A días, la respuesta es a días.

¿Cómo le ha influido que se retrasaran un año los Juegos de Tokio?

Me lo tomé con muy buena actitud porque pensaba que un año más me daba más técnica, más entrenamiento, que quizás me faltaba. El entrenamiento consistía en seguir la misma línea que llevábamos viviendo, con unos descansos para que la temporada no se nos hiciera tan larga.

Últimamente hemos visto casos como el de Simone Biles en los que se ha puesto sobre la mesa la salud mental de los deportistas de élite, ¿qué papel juega para usted la salud mental?

Se habla de la salud mental, pero yo digo también la emocional. Al final las sensaciones y los pensamientos se trasladan al cuerpo. Si no lo tienes bien controlado y tienes una buena salud mental y emocional, el trabajo que haces en el entrenamiento no te vale de nada. Desde marzo hasta junio estaba en todas las competiciones obsesionada con la marca para refrendar la participación en los Juegos y no he disfrutado compitiendo, esa es la verdad. Estaba agobiada hasta la penúltima competición que fue el Europeo de Polonia, hice la marca y ya me pude quedar tranquila. Pero en ese proceso ha habido muchos momentos en los que yo me sentía que no valía, que quizás ya se me había pasado la edad, y es muy duro. Luego sumado a eso que, justo en junio, mi entrenador me ha dejado tirada, dices “todo lo malo me tiene que pasar a mí”. Se está haciendo muy duro, con lo cual, con llegar a Tokio y sentirme yo satisfecha, da igual el resultado, estoy más que conforme. Obviamente quiero una medalla, pero con todas las cosas que han pasado, si no la consigo sería completamente normal.

Va a competir en 100 metros lisos y en salto de longitud, ¿por qué escogió estas disciplinas?

Realmente por obligación. Me explico: ahora me gusta, pero realmente yo comencé en el atletismo corriendo el 400 y el 200 metros. Gané dos medallas de bronce en estas dos disciplinas en 2017, con lo cual eran mis pruebas por excelencia. Pero el Comité Paralímpico Internacional decidió quitarlas para mi categoría, entonces, sólo me dejaron dos opciones: salto de longitud y 100 metros. Obviamente el 100 metros yo también lo hacía, pero no era especialista. Me tuve que reconvertir, pero bueno, ahora me encanta. En relevos hemos competido en el Europeo pero finalmente el Comité Español no ha apostado por el relevo, lo que es una pena porque es una prueba increíble y bonita de ver, además de que teníamos nuestra plaza ganada. Pero no han querido porque no somos tan competitivos como les hubiera gustado. No lo somos porque no se ha entrenado. Si somos cuatro y nos vemos un día al año, no es posible que nos entendamos. Si se ponen medios, si se entrena, podríamos perfectamente estar entre los medallistas, pero no se hace.

¿Cómo se definiría para quien no le conoce?

Tengo carácter, lo que quiere decir que soy una persona peleona. Soy una persona crítica conmigo y con los demás. No me quedo callada ante las injusticias, digo lo que pienso siempre, porque creo que hay que ser honesto con uno mismo y con los demás, y defiendo a muerte a la gente que veo que está en situación de injusticia. Y soy alegre, muy alegre y positiva

¿En qué le cambió su accidente?

Yo ya era un poco optimista, sí, pero creo que lo he reforzado después. Creo que el duelo de perder mis piernas, el proceso en el que estuve: tanto psicológico como mental, como emocional, el adaptarme a las prótesis y a mi nueva vida hizo que se reforzara muchísimo más la alegría y las ganas de vivir. Cuando perdí mis pies gané millones de cosas. Parece que tienes que perder algo para ganar, en mi caso fue así. Lo perdí y me di cuenta de que no me hacía falta, no como tal, obviamente, preferiría tener pies, pero me refiero a que algo que has perdido puede ser ventajoso y en mi caso me dio una confianza brutal en mí misma, una fuerza interna brutal, unas ganas de vivir muchísimas experiencias, apartar el miedo, asumir la vida como lo que es y lo que puede llegar a ser, que también es la muerte. Estar feliz porque puedo venir en cualquier momento y estar orgullosa de lo que he vivido antes. Y luego el ser consciente de la vida. Quizás hay muchas personas que, aunque no lo sepan, viven dormidas. Yo vivía dormida, como sin ser consciente de todo lo que tú eres, de los demás, sin observar, sin sentir las cosas que están pasando en el momento presente.

Hasta el accidente, no se había dedicado al deporte de la forma en la que lo está haciendo ahora, ¿por qué decidió enfocarse al deporte?

La verdad que es un proceso. Primero andar, después volví a trabajar como profe. Efectivamente yo antes hacía deporte, pero de manera amateur y me faltaba esa parte de mi vida, de volver a hacer deporte y de ser ágil y correr. Entonces pensé en aprender a correr y luego elegir cualquier deporte. Pero en ese transcurso de aprender a correr me empezó a encantar el atletismo. Me empezó a gustar y dije “bueno y por qué no”. La verdad que ahí se formó el sueño. Esa ilusión me llevó a empezar a competir, a intentarlo cada vez más, poquito a poco, al principio eran dos días, luego tres, luego cuatro… ahora entreno seis días y doble.

¿Qué le aporta competir?

Es salud para mí. Me ha dado una mejor postura corporal que por las prótesis tenía que cuidar. Me veo mejor físicamente. Aparte, en la parte de viajar, de conocer gente, de dar conferencias, por ejemplo. Se abre un mundo nuevo de posibilidades dentro de este, que yo pensaba que a lo mejor ni iba a llegar.

¿Sacó algo positivo del accidente?

Muchísimas cosas. Yo siempre digo que yo soy la persona que soy ahora gracias al accidente. Y digo gracias porque lo siento así. Es una segunda oportunidad para vivir, para ser como uno quiere y un montón de aprendizajes que de otra manera no hubiera tenido. Yo creo que el ser humano aprende de la repetición, que te lo digan, que tú los repitas, o bien por la fuerza. En mi caso, obviamente, cuando uno lo vive, aprende más rápido siempre.

Antes de el momento más importante de su carrera, Río 2016, sufrió cáncer de tiroides, ¿qué se le pasó por la cabeza en esos momentos?

Al principio dije “esto es una broma, no puede ser, esto a mí otra vez”. Luego me dio un poco el bajón, pero rápidamente dije “ya está, has superado lo peor de tu vida que era perder tus pies, un cáncer no va a ser lo que te quite la sonrisa”. Además, esto justo lo pensé cuando me dijeron “Sara, tranquila, te podemos operar”. La verdad que sí que me metieron miedo porque me dijeron que podía quedarme sin voz porque me tenían que tocar las cuerdas vocales porque el cáncer estaba rodeando las cuerdas. Entonces, ostras, ahí yo decía “madre mía, coja, tartamuda,… no puede ser que me pase toda a mí”. Entonces dije “tranquila, si esto pasa tiene que ser por algo y ya está”. Y bueno, si se extiende el cáncer hice una valoración de mi vida: estaba feliz con lo que había vivido, estaba completa, pues si tiene que ser y me tengo que morir estoy a gusto y ya está, hasta aquí hemos llegado. Me quedé en paz conmigo misma. Curiosamente pues fui a la operación, me lo quitaron y ahora toco madera.

¿Cuál ha sido el mejor momento de su carrera? ¿Y el peor?

Pues mira tengo dos mejores momentos; la carrera de Londres de 200 metros, cuando llovió que no podía parar, que yo pensaba que nos íbamos a matar. Fue épica esa carrera porque era luchar contra ti misma, contra las rivales, contra la lluvia, contra la tempestad y al final quedé tercera. Increíble ese momento. El segundo, en Dubái, cuando hice el récord del mundo de 100 metros lisos. El peor tiene que ver con mis contrincantes. En 2019 me fui a un mitin en París. A nosotras nos han cambiado muchas veces las normas de altura a la a que tenemos que estar y yo iba muy justa de altura. Mis contrincantes les pareció que yo estaba demasiado alta y entonces se quejaron y me insultaron antes de la competición. Me dijeron que era lo peor, que hacía trampas, que me odiaban.

Ha escrito varios cuentos para visibilizar la discapacidad, ¿qué más se puede hacer para cambiar la mentalidad?

Sí, he escrito cinco cuentos, es una saga, y he publicado uno. Después de los juegos voy a publicar el segundo. El objetivo es muy claro y es naturalizar lo que para mí es natural. O sea, yo vivo una discapacidad, pero no la siento como tal, porque yo ya estoy acostumbrada y feliz con no tener pies. Entonces, yo me di cuenta de que la gente te lanza estas miradas, que siente curiosidad y es extraño porque no es cercano a su mundo, no lo ven, no están en contacto. Cuando tú normalizas algo desde bien pequeño no te extraña luego cuando eres mayor, entonces pensé pues hay que cambiar esas mentalidades desde bien pequeños.

¿De qué forma se mezcla su faceta de profesora con la de deportista?

En el aula, muchas actividades que hacía antes, ahora les doy un punto más competitivo o quizás más de un objetivo claro, más enfocado, como se hace en el entrenamiento. En el atletismo, se me escapa la parte de profesora cuando viene alguien nuevo e intento ser súper didáctica y explicarle todo.