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REAL VALLADOLID

Una mejoría tan evidente como, aún, insuficiente

El Real Valladolid dio medio paso al frente ante el Elche; no concedió mucho ni tuvo un volumen alto de juego ni ocasiones, pero mejoró, al fin y al cabo.

Actualizado a
VALLADOLID, 11/08/23. PHOTOGENIC. PARTIDO DE LA LIGA HYPERMOTION ENTRE EL REAL VALLADOLID Y EL ELCHE. MONCHU
PHOTOGENIC

Paulo Pezzolano defendió la mejoría de su equipo en la rueda de prensa porterior al empate contra el Elche e invitó a sus interlocutores a revisionar el partido para comprobar en frío que tenía razón, y la tenía: el Real Valladolid mejoró su imagen respecto a las tres derrotas que había encadenado de manera consecutiva, si bien, más que de un paso adelante, se podría hablar de medio paso, ya que esa mejoría fue más por pulsos que por un volumen alto de juego o de ocasiones, de estas recibió alguna y, además, el partido estuvo condicionado en sus últimos 40 minutos por la superioridad numérica fruto de la expulsión de Mario Gaspar.

Edificar desde la defensa

Con la formación inicial, el entrenador uruguayo quiso volver a la base, a ese principio del todo que es la seguridad defensiva, y le salió bien. El dibujo de tres centrales protegió a Gustavo Henrique y, reforzado por Juric, buscó que las ayudas neutralizasen el caudal ofensivo de un Elche que venía de disparar en 24 ocasiones y de servir 35 centros ante el Real Racing Club.

Aunque los ilicitanos empezaron buscando sobre todo a Tete Morente, no llegaron a realizar muchos envíos al área ni muy buenos; fueron solo 15 y siempre hacia una zona en la que solo un punta referenciaba (Borja Garcés primero; Sergio León después). Una vez los de Beccacece se quedaron en inferioridad, apenas amenazaron, como sí hicieron en el primer tiempo, en jugadas puntuales a balón parado o en alguna ruptura de Nico Castro.

La intencionalidad del centro del campo

Defendía Pezzolano en rueda de prensa que con su disposición buscaba que Monchu o Iván Sánchez aparecieran a las espaldas de los volantes. Tiene el balear esa capacidad de irrumpir y sorprender, más que el jienense, que aunque puede recepcionar ahí, es un jugador más tendente a recibirla al pie. A costa de alejarlos de la base, el Pucela no fue capaz de encadenar demasiados pases y apenas tuvo el cuero en el primer tiempo, lo que forzó a Marcos André a bajar en demasía.

En ese contexto, Aleix Febas se sintió muy cómodo, aunque el gol, primero, y la expulsión, más tarde, modificó las conductas. Cuando Pezzolano cambió el dibujo y la idea, con Joni Montiel sumando en el apartado asociativo, el Real Valladolid mejoró, aunque fuera solo por llevar el balón hacia posiciones avanzadas. Ante el bloque bajo franjiverde, tendió a la amplitud, sobre todo con Raúl Moro, aunque no siempre imprimió ritmo, y fue ahí donde la mejoría se quedó a medias.

Producción ofensiva

No menos cierto que todo esto es que el cuadro blanquivioleta tuvo ocasiones claras, aunque no encadenó acciones peligrosas en ningún momento. Las combinaciones de Kenedy y Marcos André resultaron más prometedoras y contadas que numerosas y efectivas, al margen de la ocasión inicial del primero. Precedió el disparo de Kenedy a tres acercamientos con marchamo amenazante de Nico Castro, dos en sendas acciones a pelota parada que no concretó y un disparo abajo que repelió John, y que viene a desmentir que el Elche no tuvo oportunidades.

Más allá del gol del empate, no las tuvo una vez se quedó con diez, ya que solo salió con claridad en una transición en la que Sergio León no pudo embocar y que, no obstante, pareció venir precedida de una falta sobre Lucas Rosa. En ese tramo de tenencia, que no de asedio, Iván Cédric malogró la única jugada de peligro real en acción dinámica, pues lo mejor vino a pelota parada: así llegó el uno a cero, así lo hizo un cabezazo alto de Juric, el gol anulado y un disparo postrero de Monchu. El total de ocasiones, con todas estas, seguramente se fuera a la media docena y supere en varias a las del Elche, un hecho digno de mención, aunque no debería ocultar los problemas esgrimidos en el juego corrido, durante el cual no hubo un volumen alto de juego ni una cadencia elevada de llegadas realmente provechosas.