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RACING | EL ALARGUE

Cristian Álvarez solo le teme a las gominolas

El portero del Zaragoza paró lo imparable, pero se paró cuando le rozó una chuche verde..., a los pocos minutos encajó un gol.

Christian Álvarez le entrega al árbitro del Racing-Zaragoza, Busquets Ferrer, una gominola.
Nacho Cubero

“¿Pero qué cojones es esto?”. A Busquets Ferrer, el árbitro del Racing-Zaragoza no le hizo ni pizca de gracia que Cristian Álvarez, el portero de los aragoneses, el héroe del partido, el hombre que acababa de sacar de manera milagrosa una volea impresionante de Matheus Aias, parara el partido para entregar al colegiado una gominola verde que había caído desde La Gradona de los Malditos a dos metros suyo. Tan fuera de lugar le pareció que no solo le dijo al argentino la frase con la abrimos este Alargue (se ve muy claro en las imágenes de Movistar+) sino que ni tan siquiera lo reflejó en el acta. A diferencia del trencilla, yo, que quieren que les diga, comprendo al portero zaragocista. Llevaban diez minutos de la segunda parte y era un Cristian contra todos (incluidos sus compañeros). Le debía faltar aire para seguir haciendo paradones, necesitaba tomarse un respiro y como no tenía a mano un kit-kat, apareció la gominola y vio el cielo abierto. Medio minuto de respiro. Eso o que, entre paradón y paradón, Cristian lidera una campaña contra la diabetes. La pena para el rosarino, un porterazo, es que la gominola resultó su kryptonita.

El delantero que no marcó

Si para alguien debió resultar especialmente doloroso el partidazo de Cristian Álvarez fue para Matheus Aias. El paulista se pegó un palizón impresionante (tanto que hoy no ha saltado al campo a entrenar, afectado de tiesura máxima) e hizo remates de todos los colores, la mayoría con olor a gol. Un gran cabezazo, una volea de zurda violentísima desde la frontal, otro trallazo con la derecha, hizo desmarques a la espalda de los centrales, ofreció siempre un pie amigo a los trescuartistas y nunca la perdió... Fue de esos partidos en los que sumó en cada acción para su equipo. Pero no marcó. Y es el delantero centro. Y después de jugar en los diez partidos, seis de titular, solo ha firmado un gol. ¿Decepcionante? En absoluto, cada partido que pasa me parece mejor jugador. Eso sí, veremos quien anota los goles, porque alguien tiene que marcarlos, por la cuenta que trae.

Matheus Aias, del Racing, rematando de cabeza en el partido frente al Real Zaragoza.
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Solo otra gran parada de Cristian Álvarez impidió que este cabezazo de Matheus fuera gol.Nacho Cubero

Por algo le gusta

Es indiscutible que Arturo Molina le gusta más a Romo que a nadie. Más que a los aficionados y a los periodistas (a la mayoría, me refiero, que en el fútbol cada uno va por libre, como debe ser) seguro. No es futbolista dañino en área rival, no brilla en el uno contra uno, no está muy clara cual es su posición ideal, pero, por lo que sea, el míster está más tranquilo cuando el murciano está en el campo. En los dos últimos partidos, en los que ha salido desde el banquillo, hemos visto las razones: tiene las mejor de las disposiciones aunque le den pocos minutos, da continuidad al juego y aporta en defensa más de lo que muchos pensábamos. Y de lo que nos habían contado que había dado en sus anteriores equipos. Ayer salió de pivote (junto a Íñigo, que eso es mucha ventaja, la verdad) y estuvo impecable. Un punto para Romo. Y para Arturo.

Buen movimiento

El segundo tiempo del Racing frente al Zaragoza fue muy bueno. Tan bueno como lo fueron las decisiones que fue tomando Romo desde el banquillo. Tienza, cuando no tienes el balón y puede presionar hacia adelante, es vital, pero cuando el esférico ya es tuyo y necesitas dar ritmo y precisión a la circulación, ya no tanto. Y le cambió por Arturo. Bien. Tanto como Fausto, Eneko Satrústegui es parte del núcleo duro del romismo mismo: serios, fiables y mejor en defensa que en ataque, pero cuando el lateral tiene que atacar más que defender está fuera de su zona de confort, aunque no se le puede poner el más mínimo pero tampoco ayer. Y ahí el míster, aunque esos laterales a lo Marcelo le ponen de los nervios, vio que la media hora final debía ser para Saúl García. Bien, también. Y además, Saúl ya fue Saúl (no el de Tenerife, tras más de un año sin jugar). Estiró la banda hasta la línea de fondo desde el minuto 0, provocó en su tercera llegada el córner del que nació el gol de Pombo y luego defendió con experiencia y personalidad. Uno más a sumar.

Saúl García, del Racing, centrando en el partido frente al Zaragoza.
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Romo le pedía a Saúl profundidad y centros y eso fue lo que dio el de Vioño.Nacho Cubero