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VALENCIA | ANÁLISIS

Una marea multicolor

“La cifra exacta de asistentes es lo de menos. LibertadVCF habla de 15.000, la policía de 5000. Aún en el baremo más bajo, la cifra es superior a la de la mayoría de las muestras de las encuestas que devoran los políticos”.

Manifestación por las calles de valencia convocada por Libertad VCF, grupo de oposición al máximo accionista del Valencia CF, Peter Lim, para pedir la salida del club del empresario.EFE/ Biel Aliño
Biel AliñoEFE

A las seis menos cinco de la tarde se rondaban los 30 grados en Valencia. Las calles estaban de sábado por la tarde de mitad de junio, es decir, tranquilas y semivacías. Sin embargo, de camino hacia el centro se veían a grupos de padres e hijos vestidos como si fueran a Mestalla. Pero ni jugaba el Valencia ni se dirigían en dirección al estadio. Había partido, pero no de fútbol. El valencianismo, por miles, volvió a salir a la calle para protestar por la gestión de Peter Lim y tratar de involucrar en su lucha a los actores que, según los organizadores, tendrían algo que decir y aportar: Generalitat, Ayuntamiento y CaixaBank.

La cifra exacta de asistentes es lo de menos. LibertadVCF habla de 15.000, la policía de 5000. Aún en el baremo más bajo, la cifra es superior a la de la mayoría de las muestras de las encuestas que devoran los políticos. La imagen por lo tanto tiene su impacto. Tanto es así que Carlos Mazón, futuro presidente de la Generalitat, no tardó ni una hora en dejarse ver por Twitter dirigiéndose a las aficiones del Valencia y del Hércules mostrándoles su “apoyo y solidaridad”.

Está claro que hoy nada cambiará. Tampoco mañana. Ni durante el verano. Lim repite que no tiene intención de irse y para que lo hiciera o se lo planteara, lo primero que hace falta es lo que no tienen los que se manifestaron: dinero. Eso lo saben todos los que fueron y los que no pudieron acudir. También los que ni se plantearon estar y quizás de ahí su absentismo. Pero Lim y sus ejecutivos en Valencia también son conscientes -o deberían serlo- que la relación con la afición es una batalla que ellos, no los jugadores ni Rubén Baraja, tienen ya muy pérdida.

GRAFCVA4098. VALENCIA, 17/06/2023.-Manifestación por las calles de valencia convocada por Libertad VCF, grupo de oposición al máximo accionista del Valencia CF, Peter Lim, para pedir la salida del club del empresario.EFE/ Biel Aliño
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GRAFCVA4098. VALENCIA, 17/06/2023.-Manifestación por las calles de valencia convocada por Libertad VCF, grupo de oposición al máximo accionista del Valencia CF, Peter Lim, para pedir la salida del club del empresario.EFE/ Biel Aliño Biel AliñoEFE

El valencianismo es como la marea que se vio por el centro de la ciudad: multicolor. Los había con camisetas blancas, con la Senyera, de naranja, azul, granate o negro. Así es el pueblo de Mestalla desde Montes y Cubells. Unos de Arturo Tuzón, otros de Paco Roig, algunos de los dos; muchos le silbaron a Jaume Ortí y encumbraron a Amadeo Salvo; otros le vendieron sus acciones a Juan Soler y criticaron a Manuel Llorente; miles recibieron a Lim con alfombra roja y ahora le piden que se vaya con cartulinas amarillas. En el valencianismo solo hay un amor incondicional y es por el escudo. De hecho, a muchos aficionados también les da rechazo Marea Valencianista, les resulta casposo De Torino a Mestalla o recelan de LibertadVCF. Pero a todos les une su sentimiento de pertenencia y hoy tienen un enemigo común: la gestión de Lim.

Esa hartura y cansancio hacia la forma de proceder de la propiedad, con dinero o sin dinero para poder pujar por sus acciones, continuará latente en Mestalla partido tras partido. Lo hará porque Lim, que sí tiene dinero, perdió interés por remediarlo. Sus aportaciones de los últimos años fueron solo para tapar los estropicios económicos de la propia gestión del club, pero no para reforzar el equipo como debiera. Lo dijo Miguel Ángel Corona en AS: “Tenemos que hacer un equipo sostenible con nuestros recursos”. Y eso que se viene de pelear hasta la última jornada por no descender a Segunda. Así que a Baraja nadie le podrá pedir Europa, pero a Lim sí que se le puede y debe reprochar que el Valencia lleve cuatro años lejos, muy lejos, del lugar dónde debería estar y al que cuesta imaginar cuándo volverá.