Nadia Nadim

NADIA NADIM

La refugiada afgana que ya es leyenda del fútbol

Su historia es un ejemplo de resiliencia y lucha. Su padre fue asesinado por los talibanes. Amenazada de muerte, tuvo que huir de su país escondida en una furgoneta y con papeles falsos. El fútbol le salvó cuando llegó al campo de refugiados donde pasó su infancia. A última hora se cayó de la lista de Dinamarca para el Mundial.

Nadia Nadim
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Nadim es la pequeña de cinco hermanos. Vivía en Kabul con su familia. Su padre, militar, era una persona influyente en el país cuando, en el 2000 estalló la guerra en Afganistán y los talibanes tomaron el país. Su padre tenía una reunión con un alto mando y nunca volvió a casa. Su madre, entonces, huyó.

“Hasta el día de hoy, mis hermanas y yo todavía no sabemos cómo lo hizo, pero mi madre arregló que los traficantes nos ayudaran a escapar a través de la frontera con Pakistán”, reconoció la jugadora. Su madre nunca dejó que la familia se separase y acabó montándose en un camión que debía llevarles a Londres, pero acabó en Dinamarca...

Encontró la paz y la seguridad en un campo de refugiados. “Fue uno de los períodos más felices de mi vida”, reconoce. La normalidad, entre comillas, volvía a su vida. Iba a la escuela, tenía amigos de diferentes nacionalidades, aprendía el idioma y encontraba una estabilidad que le habían robado cuando tuvo que huir de su país.

“Habíamos pasado de vivir con miedo, escuchando el sonido de balas y bombas, a un lugar donde nos sentíamos muy seguros”, explica en una entrevista. Allí empezó a jugar al fútbol y se enamoró de este deporte. Encontró un equipo femenino, logró que le aceptasen y empezó su carrera como futbolista.

El fútbol cambió su vida: “Me ayudó a mejorar mi danés, hacer amigos y sentirme aceptada por mis compañeras”. Aunque siempre había alguna persona racista, tenía claro que el fútbol iba a ser su futuro. Su carácter le llevó a tener peleas y tuvo que aprender a templar sus nervios y canalizar esa rabia. Eso le hizo aún mejor futbolista.

Era sólo una adolescente cuando el fichó el Skovbakken. Su progresión era muy buena y los goles iban llegando. Pero, hasta los 20 años, no consiguió la nacionalidad danesa. La Selección no tardó en llamarla. Pero apareció una nueva piedra en el camino: FIFA no le dejaba jugar. Empezó otra lucha para representar a su país adoptivo.

La normativa obligaba a que, después de obtener la nacionalidad, tenía que vivir cinco años en el país para poder jugar. Los abogados daneses convencieron al organismo de que era un caso especial. Debutó en 2009 para convertirse en la primera jugadora que vestía la camiseta de Dinamarca como nacionalizada.

“Pensé en todos los niños refugiados que crecían en países extraños de todo el mundo y soñaban con sentirse aceptados. Este fue mi mensaje: si yo puedo hacerlo, ellos también pueden. Me enorgulleció abrir la puerta”. Ya lleva más de un centenar de partidos internacionales y casi 14 años vistiendo la camiseta de Dinamarca.

Tras jugar en varios países, triunfar en Estados Unidos, probar, sin éxito, en el Manchester City, ser estrella en el PSG y regresar a Estados Unidos, Nadia tenía el 2022 marcado en rojo. Con 34 años la Eurocopa era su gran objetivo pero el destino siempre le tiene preparada una piedra más en el camino…

“Mi cuerpo se fue hacia un lado, mi rodilla se fue hacia el otro y escuché un espantoso estallido. El dolor era tan extremo que pensé que me iba a desmayar. Mi mente instantáneamente recordó la Eurocopa en Inglaterra y lo devastada que estaría si me la perdiera". Llegó a tiempo a la cita, aunque apenas tuvo transcendencia. Ya nunca recuperó su nivel anterior y a última hora se cayó de la lista de Dinamarca para el Mundial.

No sólo es futbolista, también es médico. A esto hay que sumarle que habla ocho idiomas: danés, inglés, alemán, francés, hindi, urdu, persa y pashto. “Trabajé en un hospital, ayudando a los cirujanos en el quirófano. Jugaba al fútbol durante el día, luego ayudaba a realizar cirugías por la noche”.

El balón le dio esperanzas y le proporcionó poder integrarse en una nación nueva a la que le empujó una guerra y el régimen del terror. Hoy lucha por los derechos de esas personas que tienen que dejar todo atrás por la guerra. Es un ejemplo de vida, un ejemplo de resiliencia. Afgana y danesa por partes iguales pero, sobre todo, una luchadora.

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Coordinación:
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Redacción:
Aimara G. Gil.