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MIGRANTES DEL BALÓN

Ricardo Rodríguez, emperador de Japón: "Cuando ganamos invito a paella"

El mejor entrenador de 2021 en Japón atiende a AS antes la final de la Copa del Emperador. "Quiero ser entrenador de Champions y ganar títulos con Urawa", advierte.

El español Ricardo Rodríguez, durante un partido de Urawa en la liga de Japón.
Urawa Red DiamondsFacebook

La aventura japonesa de Ricardo Rodríguez (Oviedo, 1974) avanza con paso firme. Tras cuatro años en Segunda, el técnico asturiano desembarcó en un histórico como Urawa y, lo que parecía ser un año de transición, está a tan solo 90 minutos de convertirse en un ejercicio histórico. Tras ser nombrado mejor entrenador del año en la J-League, donde quedó sexto, Ricardo Rodríguez disputará la final de la Copa del Emperador, cuyo ganador obtendrá una plaza en la próxima edición de la AFC Champions League. "Quiero ganar títulos con Urawa", advierte un Rodríguez cuya mayor victorias es haberse ganado el respeto de futbolistas y aficionados.

¿Se esperaba ser elegido mejor entrenador de la J-League?

No mucho, la verdad. No había pensado mucho en eso, pero creía que se lo darían a otro. Nosotros llevamos ya un tiempo con la Copa del Emperador en mente y dando coletazos en liga. Me lo dijeron dos o tres días antes de la gala y fue una sorpresa. Creía que igual sería para el entrenador de Kobe o el de Kashima. Cuando dieron el premio dijeron que había sido difícil y que habían valorado el impacto que había tenido mi llegada a Urawa y el cambio de estilo. Es satisfactorio que se valore el trabajo que hemos hecho.

El club debe estar orgulloso de haber apostado por usted. ¿Se lo han hecho saber?

La verdad es que no sé si el premio había recaído antes en el entrenador de Urawa. Esta temporada no fuimos capaces de meter a ningún jugador en el 11 ideal de la J-League y todos los premios se los estaban llevando Frontale. Que haya alguien de Urawa en este tipo de premios hace que el club esté contento. Me lo han dado a mí, pero el reconocimiento es para todos. Dependo de mi plantilla, de mi cuerpo técnico, de una buena dirección deportiva... El premio es de todos. No es ningún tópico, es la realidad.

Tras quedar sexto en la J-League, el objetivo es ganar la Copa del Emperador y clasificarse para la Champions. ¿Lo ve posible?

Es posible. Eliminamos a Cerezo Osaka en semifinales. Teníamos una espina clavada porque ellos nos eliminaron en la Levain Cup. Ahora nos vamos a enfrentar a Oita, contra los que sabemos lo que es ganar en liga. Creo que los jugadores saben lo que se juegan. En los días grandes siempre rinden y para nosotros como club sería un gran paso clasificarnos para la Champions. Somos el equipo japonés con más Champions, llegamos a la final en 2019. Hay tradición de Champions y estamos focalizados en conseguir esa plaza.

Cuando fichó por Urawa dijo que tenía mucho trabajo por delante. ¿Tuvo más del que esperaba?

He tenido el trabajo que esperaba. La pretemporada y el primer mes de liga fue duro. En pretemporada no éramos capaces de generar muchas ocasiones. Decía: 'Madre mía, a ver por dónde cogemos esto'. Acabamos la pretemporada preocupados y el inicio de liga nos costó, pero a partir de abril empezamos a coger ritmo, empezamos a competir bien y fuimos reforzando la plantilla. Llegaron Sakai, Junker o Scholz y eso nos ha ayudado mucho en la segunda vuelta.

"Cuesta empatizar con los japoneses. Les choca la personalidad fuerte de los españoles, por eso valoran tanto la calma"

Ricardo Rodríguez, entrenador de Urawa

¿En Japón es grande el cambio de Segunda a Primera?

No he notado mucho el cambio de Segunda a Primera. A veces, incluso, es más dura la J2-League. Los jugadores corren más, tienen más físico... Costó fue que los jugadores entendiesen los conceptos y estuvieran preparados físicamente, pero cuando cogimos un poco el ritmo que yo quería todo fue más fácil. Había algunos que en el minuto 50 ya estaban liquidados. Hasta que fuimos consiguiendo que todos fueran capaces de aguantar el ritmo, de presionar tras pérdida, de tener claros los conceptos de salida de balón, de dar amplitud, de cómo atacar el último cuarto o no conceder contras costó. También teníamos jugadores universitarios y fue difícil, pero no por el cambio de categoría, sino por el cambio de hábitos.

¿Qué le ha costado más a la hora de imponer su estilo de juego?

Cómo sacar el balón y llegar bien posicionados al campo contrario para no conceder contraataques. También cómo girar el balón, crear superioridades por fuera y por dentro... Aquí los equipos no son abiertos, son muy compactos. Ya sea 5-4-1 o 4-4-2, hay mucho rigor tácito y hay que hacer muy bien las cosas. Hay que saber qué espacios ocupar, cómo llegar a línea de fondo, llegar bien a zonas de remate... Son muchos conceptos y unirlo todo y que el jugador lo fuera mecanizando fue lo que más me costó. También la parte física.

¿Le ha costado gestionar un vestuario con estrellas del fútbol nipón como Yuki Abe?

No, lo he llevado con naturalidad. Lo bueno que tuvo la pretemporada que hicimos en Okinawa es que tuvimos mucha convivencia y ahí vas viendo un poco los distintos grupos que hay. Hay un grupo de jugadores veteranos que son amigos, amigos. Los que ganaron la Champions en 2017, esos chicos van a ser amigos toda la vida. Ves que hay conexión entre ellos. Por otro lado estaban los chicos jóvenes y los nuevos. Hacía falta conexión, pero vi que eran todos chicos espectaculares. Yuki Abe, Makino, Ugajin, Koroki... Son grandes leyendas del fútbol japonés, pero no se han quejado si han tenido pocos minutos o se han quedado fuera de alguna convocatoria. Fui trabajando lo de generar ese ambiente de grupo, de que somos un equipo y todos tenemos que sumar juguemos o no, pero una cosa es decirlo y otra que lo acepten. Me decían que era la parte más difícil de Urawa, pero estoy contento porque hay jugadores que no han tenido los minutos que esperaban y, aún así, su comportamiento ha sido ejemplar. Estoy muy agradecido a todos ellos. La comunicación es clave, que aunque no jueguen sientan el cariño y que estás intentando mejorarles. Yo esas cosas las cuido mucho, la gestión de grupo es clave.

¿Cuál es su secreto? No es nada fácil gestionar un vestuario en una cultura tan distinta a la española.

Es importante que el jugador perciba que cada día puede mejorar, que cada día aprende cosas nuevas. Para mí la clave es la forma de ser, la personalidad tuya como entrenador y la comunicación diaria. No gastarles bromas, pero sí estar siempre buscando maneras de hablar de una cosa, de otra, teniendo interacción con ellos, cuidando que no se formen grupos, creando dinámicas... Te cuento un secreto, cuando ganábamos tres partidos seguidos les invitaba a paella. ¡Yo que sé! Buscaba la manera de que hubiera buen ambiente, de que estuvieran conectados... Si las cosas van mal buscas tareas para crear buen ambiente... Como entrenador hay que buscar estrategias para que todos los jugadores estén conectados y no dejar a nadie atrás. Eso y que al jugador le gusta más un estilo como el mío que jugar al contraataque. Eso también ayuda.

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¿Les gusta la paella?

A mí me dicen que les gusta, pero cuando llevamos una mejor racha me piden unagui, que es anguila. Es más cara y dicen: '¡Paga, paga la anguila! Cuando eliminamos a Frontale en Copa, por ejemplo, tocó anguila. La reservamos para celebrar los logros más importantes. Esto lo saqué de Ranieri, que lo hacía con pizzas en el Leicester. El italiano con pizzas y el español con paella.

¿Es difícil empatizar con los japoneses?

Al principio cuesta. Yo llevaba tres meses aquí y veía que les costaba, pero es cuestión de que vayan conociendo cómo eres y tener una personalidad abierta, alegre y, sobre todo, calmada. A ellos les choca la personalidad fuerte de los españoles, por eso valoran tanto la calma.

Acostumbra a ir solo a los clubes, sin su propio cuerpo técnico. ¿Se ha encontrado un buen grupo de trabajo en Urawa?

Voy solo, pero pude traerme al traductor de Tokushima, que es clave. Es una persona que lleva conmigo cuatro años, le gusta el fútbol y, más que traductor, es como un segundo entrenador. Para mí, él es muy importante porque conoce todos los conceptos, nos entendemos muy bien y es muy importante para explicarle todo al futbolista. Al resto de cuerpo técnico les explicamos nuestra idea y cada vez lo entienden mejor todo. Es parte del proceso. Pero claro, la pretemporada fue más complicada porque, además de tener nuevos jugadores, también teníamos un cuerpo técnico nuevo.

¿Y cómo lleva el japonés?

Mal. Nunca le he dado mucha prioridad. Después de cinco años hablo algunas palabras, pero debería hablar mucho más de lo que hablo. Es un idioma que hay que estudiar y no tengo ese tiempo. Para mí, lo principal ahora es ganar partidos.

En Japón, el deporte principal es el béisbol. Lleva allí cinco años, ¿nota que el fútbol le come terreno?

Sí porque cada vez hay más niños japoneses a los que les gusta el fútbol. Siguen la selección, la J-League... Se nota. Vas a los campos y hay muchos niños. El béisbol es más tradicional, pero a los niños pequeños les gusta ya más el fútbol.

"Estoy contento en Urawa. Quiero ser entrenador de Champions y ganar títulos aquí, por eso la final de la Copa del Emperador es tan importante para mí"

Ricardo Rodríguez, entrenador de Urawa

Cuando le presentaron como entrenador de Urawa, el club dijo que el objetivo era ganar la J-League en 2022. ¿Esa afirmación sigue vigente?

Es un reto que sigue en pie, pero esta temporada Frontale nos ha sacado 29 puntos. En Japón es muy difícil fichar a un futbolista del top 5. Tienes que centrarte en fichar jugadores jóvenes y mejorarlos o ir al mercado extranjero. Mejorar la plantilla no es nada sencillo, por eso la clave es formar un equipo competitivo e ir reduciendo la brecha que tenemos con los de arriba. Pero no va a ser fácil, Frontale está intratable.

¿Le ha echado el ojo a algún jugador español?

A mí es que me gustan mucho los jugadores japoneses. Del jugador extranjero miro mucho la personalidad y el cómo se puede adaptar al modelo de juego y al grupo. Por cultura, si llega un extranjero tiene que ser un jugador ejemplar para el que el esfuerzo sea innegociable. Si no te esfuerzas, el japonés no te respeta. Empieza a desconfiar de ti y es así como surgen los conflictos. Si algo he aprendido en Japón es que el jugador extranjero tiene que marcar la diferencia a nivel técnico-táctico y esforzarse muchísimo. Si no lo hace es muy difícil que triunfe en la J-League.

¿Ve cercano su regreso a España?

De momento no. Me gusta estar donde estoy. Quiero luchar por los objetivos que tiene el club. Estoy contento en Urawa y quiero ser entrenador de Champions y ganar títulos aquí, por eso la final de la Copa del Emperador es tan importante para mí. Hace unos años quería ser entrenador de J-League, ahora quiero ser entrenador de Champions y sé que para eso tengo que ganármelo. No pienso en el futuro porque el fútbol y la vida me han enseñado a vivir el día a día. Cuando estaba en el Girona me querían renovar y, de la noche a la mañana, estaba volviendo para Oviedo. Aprendes a estar concentrado, muy metido en lo que toca en cada momento, y en mejorar como entrenador cada día. Cuando surgen las oportunidades, como surgió esta de Urawa, lo valoras y ya está. Para que me llamen de otro sitio lo tengo que hacer muy bien aquí y por eso me focalizo en dar lo máximo donde estoy. Quiero hacer cosas grandes en Urawa y quiero seguir aquí.

¿Cómo vivió el descenso del Tokushima?

Me dolió mucho. No conocía personalmente a Dani Poyatos y tampoco hablamos mucho cuando nos enfrentamos, pero recuerdo que, aunque ganamos nosotros, hicieron un gran partido. El descenso me dolió mucho porque estuve allí cuatro años. Cuando me enteré en el vestuario que Tokushima había bajado fue una decepción y una tristeza enorme. Fue duro. Por el presidente, por el director deportivo, por toda la gente del cuerpo técnico, por los jugadores... Cuando llegué a casa y vi al presidente llorando frente a la afición me vine abajo.Todos los que estuvimos allí sabemos lo que costó. Me emociono al hablar de estas cosas, pero estoy seguro de que volverán.