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REAL ZARAGOZA

“Imposible es aquello que no se intenta y nosotros lo vamos a intentar hasta el último suspiro”

Víctor Fernández explica que hay que reconocer el mal momento del equipo, hacer autocrítica y buscar soluciones: “Existen y con lo que tenemos debemos ir hacia delante y ser un equipo que nunca se rinde”.

Víctor Fernández.
ALFONSO REYES

—El Real Zaragoza sólo ha sumado siete puntos de 27 posibles tras el parón. ¿A qué se debe?

—La pregunta tiene un componente reflexivo y analítico que es muy difícil que exista en el mundo del fútbol, que es todo pasional. Esta situación nos ha perjudicado por muchísimas razones: la configuración de la plantilla, la estructura o formato de la nueva competición, teniendo que jugar cada 72 horas con una plantilla más corta que el resto de los equipos porque no tenemos presupuesto para que sea más amplia, tener cinco o seis jugadores fracturados con lesiones muy graves, lesiones que han afectado a determinadas líneas donde estábamos mucho más escasos de efectivos, lesiones de jugadores importantes antes de arrancar la competición como son Vigaray y Puado, a lo que hay que añadir que estuvieron dos meses confinados sin poder entrenar y han tenido que recuperarse únicamente jugando y sin entrenarse… Eso son hechos objetivos y ahí nadie puede decir absolutamente nada. Y ya no quiero entrar en el tema de que si hay un equipo que se puede ver afectado por la ausencia de su afición, evidentemente en el Real Zaragoza. ¿Cuáles son las consecuencias de todo eso? Que no hemos tenido respuestas a todas estas circunstancias. Ni respuestas futbolísticas, ni respuestas anímicas, ya que hemos sufrido varapalos durísimos y el fútbol ha sido muy cruel e injusto hasta el momento con nosotros. Al primer golpe no hemos tenido esa capacidad de levantarnos y creo que tengo que decir que hay muchos jugadores que han tenido que jugar infiltrados. Esto se tiene que saber y es algo objetivo. Una vez dicho esto insisto en que no hemos tenido respuestas adecuadas para haber mantenido el nivel que mantuvimos antes del confinamiento, pero imposible es aquello que no se intenta y nosotros lo vamos a seguir intentando hasta el último suspiro, tratando de levantar nuestro ánimo y demostrar un espíritu mucho más positivo y ganador que el que hemos mostrado hasta ahora.

—¿Cómo ha encontrado a la plantilla desde el domingo por la noche a esta mañana?

—Mejor, aunque no han sido días fáciles. Cuando uno está en esta situación surgen muchas dudas y desconfianza, se buscan muchas excusas y se utilizan muchos tópicos: que si el equipo está mal físicamente, que si el equipo no sabe a lo que juega, que si el equipo no defiende de esta manera... La naturaleza del fútbol es recurrir a estas viejas fórmulas, pero yo les digo dos cosas que son fundamentales en la vida para levantarse. Si tú tienes una enfermedad, si tú tienes una adicción, si tú tienes un problema, el primer paso para superarlo es reconocer que lo tienes. Y una vez que reconoces que lo tienes, poner las medidas adecuadas para superarlo. Eso es lo más importante. En segundo lugar, tener una extraordinaria capacidad de autocrítica y ser impermeables a lo que dicen de fuera. Estos jugadores, que es lo que les digo a ellos, llevan 17 meses en los que han pasado de estar en la más absoluta miseria, en la mayor deshonra de la historia del Real Zaragoza, que es tener los dos pies en Segunda B, a ser un equipo ambicioso, ganador y que está aspirando hasta el último momento a subir a Primera División. Y eso no es casualidad. El fútbol no regala casualidades. Eso es como consecuencia de un trabajo. Se han esforzado física, técnica, táctica y anímicamente y en este mes parece que todo ese trabajo anterior no existe y que son muy malos. No. Estamos muy mal, en una situación penosa, y lo que debemos hacer es reconocerlo, tener autocrítica, tener soluciones, que yo digo que existen y las tenemos, y afrontar con gallardía y valentía lo que nos quede. Y eso es lo que ha sido el Real Zaragoza en su historia: nobleza, valor, ambición y mirar siempre hacia delante, aun siendo conscientes de las grandes dificultades que tenemos. No contamos con las mejores herramientas porque las tenemos fracturadas o lesionadas, pero con lo que tenemos debemos ir hacia delante y ser un equipo que nunca se rinde. Si tenemos esa capacidad de autocrítica todos y si tenemos objetividad todos, no hay nada perdido. Hay muchas cosas por conquistar, pero también entiendo que el fútbol es pasión, irracionalidad y alejarse de un análisis objetivo y concreto de las cosas, de esos factores que nos han perjudicado mucho, pero que tampoco nos deben servir de excusa. Vuelvo a decir que solamente es imposible aquello que no intentas.

—¿Cómo se encuentra anímicamente Víctor Fernández?

—Estoy mucho mejor que después del partido contra el Oviedo. Mi gran vulnerabilidad es que yo soy entrenador del Real Zaragoza las 24 horas del día. Cuando tú entrenas a otro equipo profesional no eres entrenador las 24 horas del día, sino cuatro, seis u ocho, por tanto el desgaste y la responsabilidad aquí es mucho mayor. Y como estás viviendo situaciones que no te permiten ningún tipo de respiro porque son cada 72 horas, no es fácil. Pero tengo fortaleza suficiente para intentar llevar al barco donde tiene que llegar y lo vamos a lograr.

—¿Qué le han comentado los jugadores a usted?

—Son conscientes de la inquietud. Algunos de ellos dicen que es única y exclusivamente un problema futbolístico y otros te dicen que es un problema anímico y de falta de confianza. Yo les intento reconstruir todas las pautas a nivel futbolístico y táctico que hemos hecho durante 16 meses, que no es fruto de la casualidad. Lo que yo les he dicho es que es fruto de su trabajo diario y que si fuera casualidad deberíamos dedicarnos a comprar cupones de la ONCE y seguro que nos tocaría. Tenemos que vencer con las ideas que nos han llevado hasta aquí. No podemos cambiar. En el aspecto anímico, puede haber alguna aportación o ayuda externa que estoy estudiando y trabajando, pero es muy, muy complicada, así que no puedo adelantar absolutamente nada.

—Juegan contra el Albacete, un equipo que se encuentra en puestos de descenso, al igual que el Lugo y el Extremadura, los dos únicos rivales a los que ha ganado el Zaragoza tras el confinamiento. ¿Considera que se puede parecer este partido a esos dos?

—Ojalá, estaríamos todos más felices y con una sonrisa, que es también lo que nos falta en estos momentos. Ellos se juegan mucho y si terminara hoy la Liga estarían en Segunda B, por tanto la presión para ellos es tremenda, pero también nosotros la tenemos. Vamos a ver cuál es el desarrollo del partido, pero son los grandes misterios que tiene el fútbol y lo paradójico que es. Nosotros hace quince meses estábamos luchando por evitar la Segunda B y ellos por ascender a Primera y ahora están peleando por salvar la vida y sobrevivir a una situación dramática como es un posible descenso. Vamos a ver cómo manejan ellos eso a nivel psicológico y cómo manejamos nosotros el último revés frente al Oviedo, que fue muy duro. Ojalá que el partido tenga el desarrollo que tuvo el del Extremadura y seamos capaces de levantarnos y tener respuestas ante un equipo que está muy exigido. Estoy convencido de que lo vamos a hacer, juguemos contra quien juguemos.

—¿Hasta qué punto el hecho de no depender de sí mismos puede hacer que los futbolistas jueguen menos presionados?

—No tengo la respuesta. En un principio te tendrías que liberar, pero es que tienes la obligación de ganar porque el fútbol tiene muchos misterios y no sabemos lo que va a ocurrir ni en nuestro partido ni en el resto. Debemos afrontarlo con el rigor, la profesionalidad y la exigencia de ganarlo. No puedes pensar en otra cosa. Y si tienes la obligación de ganarlo eso ya es una responsabilidad.

—A la conclusión del partido frente al Oviedo habló de falta de actitud. ¿Qué tiene que cambiar mañana en ese aspecto?

—He vuelto a ver el partido y creo que corrimos. Pensaba que habíamos tenido una actitud peor, pero no se puede organizar un equipo constantemente partiendo de 17 pérdidas de balón en la primera media hora. Es imposible que un equipo se reorganice tácticamente cuando tuvimos tanta inseguridad con la pelota. Esas pérdidas significas 17 proyectos de ataque para el rival, que lo supo utilizar perfectamente. Es un punto de partida que debemos mejorar mañana y tener un punto más de actitud agresiva a la hora de afrontar el encuentro. Eso también es verdad que lo da la confianza y la seguridad de los resultados y eso no lo tenemos porque han sido muy malos. Parece que fuéramos otro equipo y se nos hubiera olvidado jugar al fútbol, pero no es así. Somos los mismos, pero con muchos menos efectivos, aunque con las mismas ideas y otros condicionantes. Tenemos que dar un paso adelante en todo, en atrevimiento, en valentía, en actitud, en concentración, en calidad física, en respuestas anímicas… porque si no, no nos da. Pero insisto que como lo vamos a intentar, es la única manera de conseguirlo y sigo creyendo plenamente en que seremos capaces de reconstruir tantas cosas que os estoy diciendo ahora a través de esta rueda de prensa. Me apetecía dar la cara una vez más porque me toca liderar este proyecto, porque no me escondo ni me he escondido nunca y porque creo que a los que nos corresponde debemos tener un análisis y no perder la perspectiva objetiva de lo que es la realidad futbolística del Real Zaragoza.

—¿Se ha planteado alguna solución nueva o algo que no haya probado hasta ahora?

—Tenemos muy pocas opciones para realizar un cambio brusco o una ruptura total sobre lo que estamos haciendo. No es lo mismo la configuración de un equipo si tienes a Luis Suárez de delantero, que es rápido y te da esa profundidad, a que no lo tengas. Atrás estamos muy justos en cuanto a número y sobrecarga de partidos. Vamos a ver lo que se puede hacer mañana. Y en el centro del campo también tenemos muy pocos elementos sanos. Vamos a ver cómo está Zapater, vamos a ver cómo se recupera Dani Torres, que el otro día estaba en la convocatoria pero era baja. Se ha recuperado y hoy ha hecho un muy buen entrenamiento. No tenemos a Guti. Es que debemos valorar mucho los criterios físicos y médicos para tomar decisiones.