NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

REAL ZARAGOZA / HISTORIAS DE SEGUNDA (IX)

Quincoces, el artífice del segundo ascenso

El proclamado mejor defensa del mundo en el Mundial de 1934 hizo sus primeras armas en un banquillo en Torrero, liderando al Zaragoza a Primera División en 1942.

ZaragozaActualizado a
De izquierda a derecha: el ex boxeador y masajista Pepe Martín, el delegado Francisco Martín España, el entrenador Jacinto Quincoces y el utillero Benjamín Simón, en el banquillo de Torrero antes de un partido del Zarago
ÁNGEL AZNAR

Jacinto Francisco Fernández de Quincoces y López de Arbina nació en Baracaldo (Vizcaya) el 17 de julio de 1905. Considerado como uno de los mejores jugadores de la primera mitad del Siglo XX del fútbol español, formó un legendario trío defensivo, en el Madrid y en la selección española, junto a Ricardo Zamora y Ciriaco Errasti, que ya es parte de una de las páginas más brillantes de la historia de este deporte. Ágil, flexible y hasta acrobático, tenía una calidad técnica muy superior a lo demandado entonces para un zaguero. Zurdo, poseía, además, un dominio absoluto de la colocación, un despeje espléndido y un juego de cabeza formidable, gracias a su 1,78 de estatura. Contundente y elegante a la vez, su poderosa figura con un pañuelo blanco en la cabeza quedó grabada para siempre en la memoria de los aficionados.

Quincoces dio sus primeros pasos en el fútbol en los clubes infantiles baracaldeses Colegio Altos Hornos, Giralda y San Antonio. En la temporada 1923-24 firmó licencia por el Desierto de Baracaldo, de la Serie C vizcaína, y, tras un paso fugaz por el Baracaldo, sus padres se trasladaron a Vitoria, de donde eran originarios, y en la campaña 1924-25, con 18 años, pasó a engrosar las filas del Deportivo Alavés como ‘amateur marrón’, es decir, cobrando bajo cuerda, mientras trabajaba como escribiente en una fábrica de zapatos. En 1926 se sometió a una prueba con el Athletic de Bilbao, pero incomprensiblemente fue rechazado, por lo que después nunca quiso firmar por el club de San Mamés. En 1931 fichó por el Real Madrid, donde permanecería hasta su retirada en 1942 por una grave lesión de rodilla, salvo el paréntesis de la Guerra Civil en el que, mientras era conductor voluntario de ambulancias en el bando nacional, jugó otra vez con el Alavés, en concreto la Copa del Generalísimo de 1939. Con el Real Madrid ganó dos Ligas (1931-32 y 1932-33), dos Copas (1934 y 1936) y cinco Campeonatos Mancomunados. Internacional en 25 ocasiones, una cifra fabulosa para una época en la que apenas se jugaban partidos entre selecciones, acudió a los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928 y al Mundial de Italia 1934, donde fue elegido como el mejor defensa del mundo.

A sus 36 años, se encontraba recuperándose de una rotura de menisco en la rodilla izquierda que sufrió el 2 de noviembre de 1941, durante un Real Madrid-Sevilla en Chamartín, cuando le llamó el Zaragoza a la desesperada para ofrecerle el cargo de entrenador, tras la dimisión de ‘Pachi’ Gamborena. Recibió inicialmente un permiso especial de tres meses del Madrid para convertirse oficialmente en asesor-orientador de la junta directiva del Zaragoza, pero acabó terminando la temporada y resultando el factor principal en el segundo ascenso del Zaragoza a Primera División.

Ya en Primera División, Quincoces se desligó del Madrid y firmó oficialmente como entrenador del Zaragoza para la temporada 1942-43. Pero aquella campaña, en gran medida por culpa de las lesiones, resultó calamitosa para el equipo aragonés, que finalizó penúltimo y se vio de nuevo en Segunda División.

Jacinto Quincoces, en una foto dedicada al jugador Víctor Bueno, tío abuelo del también jugador del Zaragoza, Jesús García Sanjuán.
Ampliar
Jacinto Quincoces, en una foto dedicada al jugador Víctor Bueno, tío abuelo del también jugador del Zaragoza, Jesús García Sanjuán.ÁNGEL AZNAR

Tras abandonar Torrero, Jacinto Quincoces se hizo cargo durante la temporada 1943-44 del modesto Coppel de la regional madrileña, mientras se dedicaba a sus negocios en la capital de España, pero ya tenía decidido dedicarse plenamente a entrenar de forma profesional. Tuvo un breve paso por la selección española –del 26 de enero al 4 de julio de 1945- antes de dirigir al Real Madrid, con el que conquistó la Copa del Generalísimo de 1946. En Chamartín pasó del banquillo a la secretaría técnica, antes de firmar en 1948-49 por el Valencia, donde también se convirtió en leyenda. Estuvo en Mestalla hasta 1954, ganando la Copa de ese mismo año. Pasó después al Atlético de Madrid, tuvo una segunda etapa en el Zaragoza (1956-58), en Primera División y con estreno incluido de La Romareda, y volvió otra vez a Valencia, donde fue entrenador, secretario técnico y hasta directivo. En 1979, cinco años después de dejar la presidencia del filial Mestalla, fue desalojado por un error de un acomodador novato de su localidad de siempre durante la disputa del Trofeo Naranja y no volvió a pisar más el Luis Casanova, pese a que recibió al día siguiente numerosas disculpas.

La fama de Quincoces, apodado cariñosamente ‘Chari’, se extendió más allá del fútbol, llevándolo a aparecer en el ámbito cinematográfico hasta en un total de cinco largometrajes: “Campeones” (1943), junto a Zamora y Gorostiza; “El camino del amor” (1943); “Tierra sedienta” (1945); “Once pares de botas” (1954); “La Saeta Rubia” (1956), junto a Alfredo di Stéfano, “Ciento catorce goles” (1971).

Jacinto Quincoces, con sombrero, dirigiendo un partido del Zaragoza en Torrero. A su derecha, el histórico utillero Benjamín Simón, conocido como el hombre del puro.
Ampliar
Jacinto Quincoces, con sombrero, dirigiendo un partido del Zaragoza en Torrero. A su derecha, el histórico utillero Benjamín Simón, conocido como el hombre del puro.ÁNGEL AZNAR

Fue también presidente de 1967 a 1971 de la Federación Valenciana de Pelota, su otra gran pasión.

Jacinto Quincoces falleció en Valencia el 10 de mayo de 1997, con 91 años.