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Las Palmas

Rubén Castro y el arte de buscarse la vida

El delantero de La Isleta volvió a su idilio con el gol ante el Cádiz. Para Las Palmas, en crisis tanto de resultados como realizadora, su regreso es vital.

Rubén Castro y el arte de buscarse la vida
Carlos Diaz-Recio

Anda Las Palmas más que necesitada de referentes, imposible de paliar de momento la baja de Jonathan Viera, tan necesitado como anda el equipo de una voz autorizada sobre el césped. Nadie en el vestuario amarillo tiene más cualidades para ello que Rubén Castro, que ante el Cádiz, tras cuatro meses lesionado y algún partido para coger el ritmo, volvió a marcar.

Ocurre que su idilio con el gol no cesa. El menudo delantero de La Isleta, que volvió a su tierra en el ocaso de su fecunda carrera, nunca perdió el olfato. “Es un oportunista del gol”, le definen quienes bien le conocen. Por las pequeñas botas del delantero fetiche de Pepe Mel pasan buena parte de las posibilidades de éxito de la UD en la presente temporada.

Operación. El curso pasado, sin estar en ningún caso a su mejor nivel, que ya es mejor que el de la mayoría, con 37-38 años finalizó la temporada marcando 15 goles en 41 partidos, casi uno por cada tres, cifra más que respetable para cualquier delantero en Segunda División. Y en el inicio de la presente liga, pese a no estar en su mejor momento físico por una lesión en el tendón semimembranoso derecho, de la fue operado en Finlandia el 1 de octubre de 2019 por el prestigioso doctor Sakari Orava, había metido tres goles en las cinco primeras jornadas, incluidos los dos del empate de la UD contra el Racing en el EGC. Ahora acumula cuatro en nueve partidos.

Entienden en el club que, con el paso de las jornadas, su ascendente en un equipo tan joven será todavía mayor. Su último partido de 2019 fue el 14 de septiembre, en el Eestadio de Gran Canaria y contra la UD Almería (0-3). Volvió cuatro meses y cuatro días después, (las previsiones iniciales de Las Palmas eran de tres meses) en Santander, y ante el Cádiz, ya asentado como titular, volvió a marcar. En este caso, su gol de cabeza supuso el 1-2 y mantener viva la esperanza de remontarle al líder. “Varela, Pedri y yo tratamos de buscarnos la vida”, dijo después el máximo goleador histórico del Betis (147). Así fue siempre. Es la vida del “oportunista” del gol.