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BARCELONA

El 4-2-3-1, golpe de entrenador de Valverde

Después de ser superado en la primera parte, recurrió a un sistema que no utilizaba desde la Supercopa de España y sorprendió al Sevilla pese a que Coutinho sigue sin romper.

Ernesto Valverde ante el Sevilla
Ernesto Valverde ante el SevillaGetty Images

Valverde volvió a desmentir el runrún de entrenador inmovilista y algo conservador y, como ya ha hecho otras veces desde que está en el Barcelona, intervino en el partido del Sánchez Pizjuán de manera definitiva. Zarandeado como había sido en la primera parte por el Sevilla, que había encontrado en la banda de Alba una autopista (por ahí llegaron los dos goles de los de Machín), entendió que sólo podía responder a ese agujero con más ataque.

Para eso, se inventó una banda derecha ofensiva (Sergi Roberto-Dembélé) que le permitiría contener las subidas de Alba para que este contuviese a Navas. De paso, cambió el sistema y recurrió a un dibujo que no utilizaba desde la segunda parte de la Supercopa de España en Tánger, precisamente ante el Sevilla. El 4-2-3-1 le permite juntar en el campo a Coutinho, Messi, Dembélé y Suárez. Eso sí, asumiendo ciertos riesgos y con la única opción de que los dos pivotes deben ser Busquets y Rakitic, jugadores de posición especialistas en apagar fuegos y tan capaces de cubrir la subida de los laterales como las desatenciones ofensivas de los interiores.

Aunque Coutinho, que estuvo más dedicado a tareas de control, sigue sin despegar, el Barça voló y por el lado derecho llegaron el 2-2 y el 2-3 que dieron la vuelta al partido. Valverde, además, volvió a estar rápido después del empate e introdujo a Aleñá para recuperar el 4-3-3 porque entendió que el Sevilla estaba dando un último arreón que podía ser peligroso para el 4-2-3-1.

Valverde ya ha utilizado esta temporada cuatro sistemas. El 4-3-3 es prácticamente intocable pero en algún partido ha recurrido al 4-4-2 y también al 3-5-2 (en el Ciutat de Valencia). Al Txingurri no le gusta volver locos a sus jugadores y es un técnico estable. Este año su apuesta ha sido el 4-3-3 pero en el Sánchez Pizjuán volvió a demostrar que tiene intuición, visión y personalidad para dar un golpe de entrenador.