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HÉRCULES

Juli enciende la llama de la ilusión en el Hércules

El alcoyano marcó en el 90' y desató el júbilo en un Rico Pérez que registró una buena entrada pese a tratarse de la primera jornada de liga.

El segundo gol del Hércules.
FITO GONZALEZ

EI Hércules de Planagumà huele diferente. Es una realidad. Sólo es el inicio, una jornada, un partido. Nada que permita tirar cohetes, pero al menos desde fuera pinta distinto. Las sensaciones, siempre subjetivas, indican que el camino es el idóneo. Para empezar, más de 7.000 herculanos se citaron en el Rico Pérez para ver el estreno del nuevo Hércules. El proyecto enganchó en pretemporada y ayer corroboró todos los buenos propósitos. Venció el conjunto alicantino con sufrimiento, gracias a un gol de Juli en el minuto 90. Lo mereció mucho antes el Hércules, pero la victoria, agónica, supo mejor. Y de paso, empujó la corriente positiva que ha instalado Planagumà en todo el club.

El Hércules firmó un gran primer tiempo, lleno de ritmo. José Fran, rápido y desequilibrante, llevó el peso en los primeros minutos. Pol Roigé le ayudó en el otro costado. Todo funcionaba. Así llegó el primer gol del partido. José Fran culminó una buena jugada entre Carlos y Chechu. De rechace, marcó el 1-0. El propio José Fran perdonó el segundo en un mano a mano que empezó a convertir a Craviotto en el héroe del Ontinyent. Un error en cadena propició el empate de David Torres. El alicantino, hipermotivado por su marcha del Hércules, no perdonó un penalti cometido por Falcón a la desesperada. El conjunto alicantino no se rindió. El gol le hirió. Candela, de falta, y Chechu, de un cabezazo, hicieron que Craviotto fuese un gigante.

El segundo acto comenzó como el primero. Pol Roigé se topó de nuevo con el portero del Ontinyent tras un disparo seco. Todo eran acercamientos al área del conjunto valenciano, que en la recta final, desfondado, se limitó a perder tiempo. Planagumà agitó el banquillo y metió a Juli. El alcoyano, siempre paciente, aprovechó una jugada en el segundo palo para poner el balón en el único sitio posible donde Craviotto no llegase. Juli llevó el delirio a una grada que se tomó el partido y el triunfo como si fuese el mes de abril. Es muy pronto, pero el camino es el idóneo. Y pinta bien.