Amaya: "Todavía hay niñas que me paran por la calle"

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Amaya: "Todavía hay niñas que me paran por la calle"

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Amaya: "Todavía hay niñas que me paran por la calle"

Valdemoro fue el primer gran referente del baloncesto femenino y será pionera en el Hall of Fame español. "La Selección siempre fue mi equipo".

Amaya Valdemoro (Alcobendas, 18/08/76) ha sido durante años la jugadora más internacional del baloncesto español y será la primera en ingresar en el Hall of Fame del baloncesto español (Estadio La Cartuja, 21 de octubre). La madrileña se despidió de las canchas en 2013 con una medalla de oro colgada al cuello y cerró una carrera en la que lo ganó todo, hasta tres anillos de la WNBA.

¿Qué significa para usted ser la primera jugadora en entrar en el Hall of Fame del baloncesto español?

Un orgullo. Estar en esta primera hornada de ‘hall of famers’ es un orgullo. Al final, es otro reconocimiento más a mi carrera deportiva y éste con especial cariño, porque viene de gente del mundo del baloncesto. Es más importante si cabe aún. Estoy muy agradecida por la votación.

¿Se considera un referente del baloncesto femenino?

Sí aunque, afortunadamente, ahora somos muchas. En mi época no había tantas; el deporte femenino no tenía tanta notoriedad y aunque había grandes jugadoras, que hicieron muchísimo por el baloncesto, no han tenido el mismo reconocimiento que yo. No sé por qué. He tenido mucha suerte durante mi carrera por los clubes en los que he estado, porque he peleado por títulos y porque mi generación fue la de “las primeras a”. Por ejemplo, a la WNBA. Pero me considero sobre todo referente porque lo he dejado ya hace tiempo, pero hay niñas pequeñas que me paran, aunque no me hayan visto ni jugar. O bien por sus padres, o porque me ven por la tele, o por los libros... se molestan en ver vídeos míos.

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BALONCESTO 07/08Amaya Valdemoro, con la Selección.

¿Quiénes fueron sus referentes?

"A mis manos llegó un VHS de la rivalidad Lakers-Celtis y me empapé de baloncesto"

Es una pena, pero no tuve referentes femeninos. Me fijaba muchísimo en Drazen Petrovic, en Michael Jordan... Llegó a mis manos un VHS de la rivalidad de Lakers-Celtics y me empapé. Magic, Fernando Martín...

¿Y ahora quiénes serían esos referentes del balonceto femenino?

La gente no dice un nombre como en mi época: Cristina Ouviña, Alba Torrens, Laia Palau, Maite Cazorla, Marta Xargay, Anna Cruz, Raquel Carrera... Tenemos tanta suerte de que haya tanto talento, que puede haber muchos referentes. Ellas también tienen mucha suerte. Aparte de hacerlo bien en las pistas, si son inteligentes pueden crearse una marca y tener una visibilidad que nosotras no teníamos.

Usted ha sido la primera pero, ¿quiénes le gustaría que fueran las siguientes?

Elisa (Aguilar), obviamente. También me gustaría que entrase la generación que me precede a mí: Blanca Ares, Mónica Messa, Carolina Múgica, Wonny Geuer, que encima ha seguido aportando con dos pedazo de jugadores (los hermanos Hernangómez), Anabel Álvaro, Rocío Jiménez, Paloma Sánchez... Hay muchísimas que creo que deben estar ahí y seguramente me haya dejado alguna.

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Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar y Laia Palau, en el Ros Casares.

El día de su despedida confesó que todas las mañanas se levantaba con dolores. ¿Cómo se encuentra ahora?

Bastante mejor. Dejé el deporte y estaba reventada. Sigo teniendo mis miserias, como cualquier otro jugador, pero es diferente. Estuve cuatro años sin hacer nada de deporte, ni el cuerpo ni la cabeza me lo permitían, pero ahora estoy entrenando con Adolfo Madrid. No puedo hacer carrera continua, pero me mete unas palizas de ejercicios funcionales. Le estoy muy agradecida por la vida que me está dando, por la oportunidad de sentirme deportista otra vez, aunque ya no lo sea.

¿Alguna pachanga cae?

A veces algún tiro, pero me da cosilla. A muchos nos pasa eso, pero tenemos un reto para este verano. Elisa (Aguilar) me dijo que deberíamos jugar un 3x3 y me lo estoy planteando; le he pedido un balón de 3x3. Quedar las dos con un par de jugadoras jóvenes, echarnos unas risas y ver cómo es esta nueva modalidad, tan dinámica... Me apetece, así que a lo mejor este verano nos apuntamos a un torneo.

Se marchó con 14 años a Salamanca. Si ahora tuviera un hijo o hija que le planteara eso, ¿le dejaría?

Antes era incluso más complicado: no había móviles, no se podía hacer Facetime... Lo he pensado alguna vez, que no sé cómo mis padres se atrevieron. Pero ellos lo vieron clarísimo. Empecé a jugar con 13, es todo muy fuerte. No sé si en los tiempos que corren me dejarían.

Antes de pasarse al baloncesto, practicaba atletismo. ¿Por qué ese cambio?

Se me daban bien todos los deportes. Mientras hacía atletismo, mi tío veía que tenía facultades y siempre me lo decía. Mi hermana jugaba en el instituto. Fui a verlas jugar, faltaba el otro equipo y me puse a jugar con ellas. Una chica estaba en el Tintoretto y se quedó alucinada de la capacidad que tenía y de las tonterías que hacía que había visto en la NBA. Hice una prueba... y ya ve.

Hace unos días, Pau Gasol anunció su retirada. ¿Le removió algo por dentro y recordó la suya?

"Como le pasaba a Pau Gasol, yo tampoco quería retirarme con muletas"

Estaba en director con Movistar y le veía con la voz entrecortada, sufriendo. Te pasan tantas cosas por la cabeza... no quieres que se te olvide nadie. Es un momento muy especial. Ese día me quedé sorprendida de la cabeza que tiene Pau, qué bien habla, qué listo es... Siempre dice lo correcto en el momento correcto, pero ese día fue en el que más corazón puso en sus palabras. Se lo merece todo. Ha sido la persona más importante en el baloncesto español.

¿Cuál es el mejor recuerdo que se lleva de su carrera deportiva?

De largo la ceremonia de los Juegos. Con todos los momentos que he vivido y todo lo que he podido ganar, me quedo con ése porque es el sueño que tienes de pequeña. El país se para por las Olimpiadas, con el desfile olímpico. Tengo las imágenes guardadas de Atenas, que se me ve en el vídeo; en las de Pekín no me he localizado... pero las tengo como oro en paño, porque es un momento increíble.

Y además, en unos Juegos, pudo llevar el apellido de su madre, Madariaga.

Fue lo más bonito del mundo . No se lo dije a nadie y pedí permiso con bastante antelación. La FEB hizo todo lo posible y es el regalo más especial que le he hecho a mi familia. A mi padre le tuvieron que llamar porque no se dio ni cuenta. Además, estuve a punto de no ir a estos Juegos por el gemelo.

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Amaya, con la camiseta de los Juegos de Atenas, en los que llevo el apellido de su madre.

¿Y el más duro?

Cuando me di cuenta de que esto se acababa. Antes de la lesión de las muñecas, tenía muchos problemas musculares, pero iba trampeando. Pero después, estuve dándole al coco durante el periodo de rehabilitación durante mucho tiempo. A mí me pasó lo mismo que a Pau, no quería retirarme con muletas, los dos queríamos decir adiós sintiéndonos jugadores. Es el miedo que tenemos todos. Hemos sacrificado tanto, que retirarse por una lesión es muy injusto. Y deportivamente, el 2011 fue una pesadilla. En ese campeonato éramos oro, pero se lesionó Sancho, me lesioné yo, se lesionó Marta (Xargay)...

"No puede tener una despedida mejor que la del Eurobasket de 2013"

Pero dos años después puso punto final a su carrera con ese oro del Europeo de 2013.

Eso fue espectacular. Tenía muchos bronces, una plata, pero la sensación de retirarte levantando un título (resopla) es increíble. Antes de la final pensaba que si ganábamos iba a llorar como una magdalena y estaba emocionada, pero no lloré hasta el vestuario. En ese momento lloré muchísimo, pero también lo hice durante todo el campeonato, porque sabía que esto se acababa. Era una montaña rusa. Fui al Eurobasket con otro tipo de expectativas, porque yo no era el pilar fundamental del equipo. Mi rol era el de quitar presión a las jóvenes, iba a jugar más de ‘cuatro’ que de ‘tres’, hubo partidos que ni jugué pero en cuartos fui importante... No he podido tener una despedida mejor.

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FRANCIA EUROPEO FEMENINO DE BALONCESTOLas jugadoras mantean a Amaya Valdemoro tras ganar el oro europeo.

Con ese oro, ¿se quitó la espinita de la final de 2007? ¿Cuántas veces le ha dado vueltas a esa entrada final?

Muchas, pero qué vas a hacer. Íbamos sin gasolina. Nos fuimos al descanso 22 abajo y remontamos contra Rusia. Recuerdo muy bien la entrada. Estaba en la izquierda, recogí el balón para que no me la quitara nadie, pum, pum, pum... lo solté y me fui pensando que lo había metido, pero me hizo la corbata. Luego a los chicos les pasó igual. Y contra Rusia también. Pero todo suma para llegar a donde hemos llegado. Hay que ir quemando etapas y ésa nos sirvió para hacernos más fuertes. A partir de ahí llegaron cosas muy bonitas, el bronce mundial de 2010... eso fue increíble. Y con el formato antiguo. Que me perdonen, pero los campeonatos ahora son más cortos, te plantas en cuartos con cuatro partidos y eso es de risa. No me gusta. Ese Mundial fueron nueve partidos en once días.

¿Qué ha significado la Selección para usted?

Mi equipo. A mí la gente me reconoce por la Selección. Pude hacer muchas cosas, jugué en Rusia, Valencia, Salamanca... pero, sobre todo en el deporte femenino, tiene más trascendencia la Selección.

Siempre ha sido una jugadora muy temperamental, ¿cómo ha llevado los pitos de la grada que antes le aplaudía?

Yo me hago en Salamanca y me doy a conocer en Europa en Valencia, pero después me odiaban... en la pista. La gente que me abucheaba luego me pedía fotos. Salamanca tiene eso. Vive el baloncesto 100% y se sintieron heridos, pero lo entiendo. Pero creo que no hay mejor afición que la de ahí. También entiendo que yo era una jugadora muy expresiva dentro de la pista y siempre lo decía: o me quieren o me odian. No era chula, vivía el baloncesto y no me regocijaba del rival, los gestos eran para mí.

Aparte de Valencia y Salamanca también jugó en Rivas. ¿Qué significó para una madrileña como usted jugar por fin en Madrid?

La final de la Copa de la Reina frente al Ros, que no se portó muy bien con Elisa y conmigo, me supo a gloria. La retirada es agria, las lesiones llaman a tu puerta, los clubes ven más claro que el propio jugador que esa persona ya no está al nivel que estaba por las lesiones, prescinden de ti... pero hay maneras y maneras. Rivas era un buen proyecto y se demostró y, sobre todo, estaba en casa con mi familia. El primer año fue espectacular y el segundo... me rompí en el primer partido las dos muñecas.

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Amaya Valdemoro, tras romperse las dos muñecas con el Rivas.

Después de aquella etapa en Rivas, se marcha a Turquía y después vuelve para jugar en LF Endesa 2 con el Canoe y preparar el Eurobasket. ¿Se arrepiente de haberse ido?

Cuando me lesioné, Rivas no me ofreció la renovación y en España no tenía ofertas. La gente tenía dudas de mi estado: las muñecas, el gemelo... Recuerdo que tenía ofertas en Croacia, Turquía y Rusia. Decidimos Turquía porque era la liga más competitiva, lo que pasa que el equipo era... Yo ya sabía que me iba a retirar, tenía mil dolores, me vi en Nochebuena sola y pensé ‘qué hago aquí’. Hice las maletas y me vine a España a preparar el Europeo.

¿Cómo fue su etapa rusa?

Los recuerdos que tengo no son malos, a pesar de que viví momentos de angustia. Cuando me fui no había las posibilidades de comunicarte que hay ahora. Me fui con una maleta llena de libros, cada vez que volvía a España la cargaba de nuevo y cuando me marché de Moscú, que estuve tres años, no sé los libros que le pude dejar al Instituto Cervantes. También recuerdo que en mi primer viaje metí una pata de jamón con el jamonero y todo. No sé cómo llegó. Las rusas se partían de risa al verme y me decían ‘¡pero qué haces con eso!’ Y yo les contestaba ‘prueba, prueba y ya verás’.

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Amaya, con el Samara ruso.

Aparte de al jamón también se aficionaron a su tortilla de patata.

"Becky Hammon hace tortilla de patatas porque le enseñé yo"

Todo empezó con la noche española, francesa, belga... y acabó siendo la noche de la tortilla de patata. ¡Hasta aprendieron! Becky Hammon hace tortilla de patatas porque le enseñé yo.

Allí en Moscú, el Spartak le ofreció un cheque en blanco. ¿Se arrepiente de no haberlo aceptado?

Pues sí (risas). Era un cheque en blanco, pero yo no podría haber puesto cualquier cifra... De todas formas, no podía más.

También jugó en EE UU. ¿Llegó demasiado pronto a la WNBA?

Puede ser, pero el principal problema fue dónde llegué. Mis derechos le pertenecían a las Comets, Todos los años recibía ofertas, pero mi entrenador (Van Chacellor) me decía que prefería tenerme en el banquillo a en el equipo contrario. Me quemó. Estuve cinco años allí y en el quinto me echaron en el último momento para que no me pudiera coger ningún otro equipo. Me dio las gracias por todo, me dijo que no podía haber tenido una mejor jugadora, que se sentía mal consigo mismo porque yo tenía mucho talento, pero que su labor era ganar y no podía reforzar a otros. Después de eso me volví a España, preparé el Mundial de China y fui la máxima anotadora. Jugué contra EE UU y mi extrenador era, precisamente, el seleccionador. No sé si les metí 27 o 32 puntos... Cuando nos estamos saludando al final me dijo que si quería, podía volver a Houston el año que viene. Estar allí me hizo mejor, pero seguramente en otro equipo hubiera hecho una carrera más larga.

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