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SOCIEDAD

China sabía del alcance de la COVID dos semanas antes de compartir información, segun el WSJ

Los documentos obtenidos por un comité de la Cámara de Representantes de EE.UU revelan que investigadores chinos mapearon el virus a finales de 2019.

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People wearing protective suits are seen in Biandanshan cemetery in Wuhan, Hubei province, the epicenter of China's coronavirus disease (COVID-19) outbreak, April 1, 2020. REUTERS/Aly Song
ALY SONGREUTERS

China sabía del alcance de la COVID-19 dos semanas antes de que el Pekín compartiera con el mundo todos los detalles sobre esta enfermedad. Es la conclusión revelada por documentos obtenidos por un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Dicha información, recogida por The Wall Street Journal, aseguró al mismo tiempo que los investigadores chinos mapearon el virus que provoca la COVID-19 a finales del año 2019. Los documentos apuntan a que uno de los investigadores cargó una secuencia casi completa de la estructura del virus en una base de datos del gobierno norteamericano, en un periodo en el que desde el gigante asiático aún calificaban el brote de Wuhan como “neumonía viral de causa desconocida”.

Sin embargo, no fue hasta los primeros días de enero cuando las autoridades chinas hicieron el mismo trámite con la Organización Mundial de la Salud (OMS), según la información que maneja Washington. La secuencia emitida en enero de 2020, era similar a la publicada por la viróloga china Lili Ren. De hecho, la suya nunca llegó a publicarse y se eliminó de la base de datos el 16 de enero de 2020, apenas cuatro días después de que se publicara la secuencia de la OMS.

Este importante descubrimiento subraya aún más por qué no podemos confiar en ninguno de los llamados ‘hechos’ o datos proporcionados por el PCC y pone en grave duda la legitimidad de cualquier teoría científica basada en dicha información. El pueblo estadounidense merece saber la verdad sobre los orígenes del SARS-CoV-2, y nuestra investigación ha descubierto numerosos motivos de preocupación”, señaló Cathy McMorris Rodgers, miembro de la Cámara de Representantes.

“Pudo haber marcado una diferencia”

Desde el país norteamericano argumentaron que ese periodo de 15 días desde que China conoció el genoma de la COVID-19, hasta que compartió la información con la OMS, pudo haber marcado “una diferencia en la ayuda a la comunidad médica” y, quizá, en la evolución de la patología.

Al hilo de este argumento, los expertos consideraron que, de haberse aprovechado de forma eficiente ese plazo, se podría haber ayudado a los diferentes investigadores científicos y sanitarios en el proceso de comprender mejor la enfermedad, y desarrollar tanto una medicación como la vacuna contra la COVID-19. Esta no comenzó a administrarse en toda la población mundial hasta 2021, año posterior al inicio de la pandemia.

Desde el país asiático defendieron su gestión relativa al COVID-19. “China ha seguido refinando nuestra respuesta al COVID basándonos en la ciencia para que sea más específica. Las políticas de respuesta al COVID de China se basan en la ciencia, son efectivas y consistentes con las realidades nacionales de China. Pueden resistir la prueba de la historia”, dijo un portavoz de la Embajada china.

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