La estafa telefónica que denuncia Jordi Évole: “Hola mamá…”
El presentador ha publicado en redes, mencionando a la Policía Nacional, el curioso intento de estafa que recibió en un mensaje en su móvil.
Una mano se dirige mecánicamente hacia el estridente teléfono y lo descuelga mientras de manera automática responde: “¿diga?”. Durante un breve segundo, un instante casi imperceptible, uno le habla a una persona sin voz ni rostro, a un misterio sin nombre que se esconde al otro lado de la línea y que está a punto de desenmascarar su identidad. Las posibilidades son infinitas. ¿Será aquella amante de juventud que vuelve arrepentida a prometernos un futuro de sábanas calientes? ¿Será el amigo con el que dejamos de hablarnos y ahora, 15 años más tarde, vuelve a compartir su recién adquirida fortuna? ¿O acaso sonará el esperado “¿Sabe usted qué es lo que quiero?”? Nuestras ilusiones se desvanecen tan pronto como una voz cansada nos ofrece una nueva tarifa telefónica, pero la esperanza de aquella llamada milagrosa nunca desaparece del todo.
Timos, fraudes y estafas
El teléfono nos comunica con una nada, o con un todo, pues cualquier persona puede estar al otro lado. Este bonito misterio, al que tanto partido se le saca en el cine, es cada vez más usado por empresas fraudulentas para hacerse pasar por hijos, amigos en el extranjero, familiares en busca de ayuda, etc., y pedirnos dinero. Ante las sospechas de los usuarios, los intentos de timo se vuelven cada vez más sofisticados en sus guiones y actuaciones y ya no solo son las llamadas ante las que tenemos que prevenirnos, sino que también se infiltran entre nuestros mensajes de Whatsapp y SMS.
¿Cómo reconocerlos?
¿Cómo reconocer un fraude? Pues bien, generalmente todo aquel mensaje que contenga una petición: mandar un Whatsapp, descargarse una app, clicar en un link, contestar a un SMS, debe ser, como poco, considerado como sospechoso. Si creemos que el mensaje puede tener algún poso de verdad, si realmente tenemos un amigo en el extranjero o un familiar en problemas, entonces lo mejor es asegurarse por otros medios de la veracidad del asunto, pero nunca hacer lo que nos piden sin estar seguros. Sin embargo, hay un método infalible para comprobar que le están intentando timar: si es usted un hombre cis, y un mensaje se dirige a usted como “mamá”, puede bloquearlo sin temor a equivocarse.
El confuso mensaje que recibió Jordi Évole: “Hola, mamá. Mi otro teléfono está roto, este es mi nuevo número, envíame un mensaje por...” y que él mismo ha acabado publicando en redes evidencia una verdad del ser humano: a veces más que el intento de fraude, nos molesta que nos tomen por tontos. Uno puede esperar que le timen, pero también espera, al menos, cierto esmero por parte del timador, algún tipo de esfuerzo intelectual que plantee un breve momento de duda, de tensión, de “¿será verdad?”. Pero si bien la historia del hijo en apuros a veces resulta efectiva, la primera condición para que esta funcione es acertar con el sexo del progenitor.
El pasado jueves 18 un joven de 20 años fue detenido en Zaragoza por usar una estafa parecida para conseguir una anciana de Gran Canarias le enviara 3.000 euros tras creer que estaba hablando con su hijo. Las personas ancianas suelen ser las más propensas a caer en este tipo de timos y por ello nunca está de más insistirles en que, en el mundo de lo digital, la mentira se impuso hace tiempo a la honestidad. Si antes decíamos que el cine usa la llamada telefónica como elemento de tensión y misterio, también nos ha proveído de grandes diálogos telefónicos que luego podemos utilizar para llamadas indeseadas. Aunque lo que se recomiende sea colgar, siempre se puede seguir el ejemplo de Liam Neeson en Venganza y decir aquello de: “No sé quién es usted, ni sé lo que quiere. (...) le aviso de que no tengo dinero, pero lo que sí tengo es una serie de habilidades concretas, habilidades que he adquirido en mi vida profesional. Habilidades que pueden ser una pesadilla para gente como usted”.
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