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Un Valencia en fase de barbecho

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Tras el adiós de Prandelli y el de Pitarch el Valencia parecía un desierto. Con interinos aquí y allá y gestores curtidos en lo suyo pero analfabetos del fútbol. Ahora, al menos, aparenta ser un terreno en barbecho: regenerándose para cultivarlo después. El fichaje de Domingo Catoira o la (aparente) inminente llegada de Mateo Alemany incitan a pensar que algo está cambiando en el Valencia de Meriton. Se está armando una estructura. O eso parece. También que Layhoon Chan se reúna y escuche a gente como Fernando Gómez Colomer es bueno. Necesario.

Que Alesanco o Alemany sean de Vizcaya y Mallorca y no de Torrefiel o Benimaclet parece que sea ahora el problema. No debería serlo. No tiene por qué. No lo es. Ellos, como Kempes o Benítez, lo harán bien o mal dependiendo de su capacidad y talento más que por su denominación de origen. El tiempo lo dirá. El problema más bien, el real en este Valencia de Peter Lim, es la autonomía que tengan ellos para trabajar, que no significa hacer lo que les venga en gana sino que el dueño, como mínimo, les escuche y, a ser posible, les haga caso la mayor de las veces si tienen capacidad y talento. Porque ya puede invertir Lim en gestores, ojeadores y asesores, que si un día se levanta y le da por vender al Paco Alcácer de turno sin consultárselo a nadie del club, como si ficha al último Ninot Indultat.