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GRUPO C | ATLÉTICO 2 - GALATASARAY 0

Doblete de Griezmann y el Atlético ya está en octavos

Gran partido de los de Simeone, que se jugarán ser primeros de grupo en la última jornada en el Estadio da Luz ante el Benfica.

Actualizado a
Doblete de Griezmann y el Atlético ya está en octavos

El Atlético está en octavos de la Champions. Matemático. Y si mira la tabla, además, se verá primero. Aunque ahí ya no es matemática: empatado a puntos con el Benfica deberá ganar en el Estadio Da Luz en la última jornada para que lo sea. Pero ese será otro partido. Ahora manda el de ayer. Y el de ayer el Atlético lo ganó bien, fácil, en modo mandón. Sobre el campo sólo hubo un equipo, el rojiblanco: tuvo el balón, presionó y combinó. Y, ayer, además, mordió. Porque le faltará gol, es cierto, pero a efectivos, a los rojiblancos no los gana nadie.

También es cierto que el Galatasaray ayudó, todo hay que decirlo. En todo el partido sólo dejó una noticia, Sneijder, que el 10’ tiró el balón fuera en un mano a mano con Oblak. El resto fue todo caos, el propio interno con el que los turcos llegaban al Calderón y el que mostró en el césped, línea a línea un desastre. Lo mató la presión alta del Atlético y su juego por las bandas: a Filipe y Carrasco por la izquierda, se sumó Gámez por la derecha. El primer gol, de hecho, casi sale de sus manos. Debe de ser que cuando Arda habló con Inan se le olvidó comentarle eso: que cuando el Atleti saca de banda y está Gámez por el campo, el lanzamiento es un córner. Lanzó uno y faltó un pelo para que Giménez lo cazara. Lanzó otro y a Muslera se le escapó; casi acaba dentro. Cuando lo cogió el portero lo miró extrañado, como si no tuviera muy claro si aquel era un balón de fútbol o medicinal.

Pero el gol en el Atlético tiene un nombre, Antoine, de apellido Griezmann. Es el único rojiblanco con la bota afilada. O la cabeza, como ayer, cuando en el minuto 13’ se coló por un agujero de la defensa turca (uno de tantos), remató un gran centro de Gabi desde la derecha y mandó el balón a la red.

Fue el primero del Atlético y lo necesitaba él y lo necesita su equipo. Lo decíamos antes: durante todos los minutos los del Cholo dominaron, pero del ambiente nunca terminó de irse una sensación: que el equipo lo intenta, juega, trenza pero no mata. Los rojiblancos llegan al área y las piernas siempre se enredan. Ayer tiró once veces a portería. Once: Koke lo intentó dos y las dos se fueron fuera, Vietto estuvo lento en un mano a mano con Muslera o a Torres se le fue milímetros el balón a la izquierda cuando la grada estaba ya lista para celebrar su gol cien.

Total, de los diez rojiblancos que lo intentaron, sólo uno volvió a recoger el balón del fondo de la red. Monsieur Griezmann. Fue en el minuto 65 y salió de las botas de Gabi. Su jugada fue sublime: cogió el balón en el pico del área, le hizo un caño a Balta, otro a Kaya y le dio tiempo a levantar un poco los ojos y ver cómo Griezmann le decía con el dedo: “Aquí”, señalándole su desmarque a los pies de Muslera. Y allí la lanzó Gabi. Y ahí puso el interior del pie izquierdo Griezmann.

Y es que en la segunda parte el Gatalasaray había salido más arriba. Pero el cambio táctico no tuvo efecto alguno ahogado por un Tiago, de nuevo inmenso en el centro, y Koke, que cuando es Koke abre el juego y el balón circula mejor, más rápido y con criterio. Tal era la superioridad rojiblanca que a Simeone le dio tiempo a pensar en la Liga y quitar a Griezmann, Carrasco y Tiago. Los tres ovacionados. El que más, el portugués. Fue la manera del Calderón de darle las gracias por ser infinito. Un estadio que fue una fiesta porque el Atlético ya está en octavos de la Champions. Es la tercera vez que lo logra de forma consecutiva. La primera de su historia. Estamos en noviembre y Simeone ha vuelto a hacerlo, eso, historia. Ahora toca ir a Lisboa a rematarla.