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ESPANYOL

De la 'gran noche' al reto de esquivar la oscuridad

Equipo y afición necesitaron una jornada de 'duelo' tras la eliminación copera. Desde hoy se proponen que la ilusión creada no se descomponga.

BarcelonaActualizado a
Trsiteza de los jugadores del Espanyol tras caer en la Copa
CARLOS MIRADIARIO AS

Tan cerca estaba la orilla, el final de ese “derecho a soñar” que se inició en un mes de enero prodigioso (apeando a Valencia y Sevilla), que la eliminación copera de manos del Athletic ha convertido la frustrada gran noche del miércoles en una desesperanza que hace años no se vivía. El equipo, igual que la afición, experimentó este jueves una jornada de ‘duelo’, de asimilar una derrota inesperada, para pasar página hoy mismo y, sobre todo, aprovechar esa ilusión de la gente, que ahora parece perdida, para recobrarla antes de que se evapore.

Es el reto de no caer de nuevo en el vacío, de mantener encendida la llama de la comunión entre jugadores y grada, tal como se propuso Sergio González cuando asumió el banquillo y como ayer mismo recordó a su plantilla en la triste pero contundente charla, en el vestuario de la Ciudad Deportiva, cuando ni habían transcurrido 12 horas desde la eliminación. “Todos hubiéramos firmado a principio de temporada llegar a semifinales de Copa”, les recordó. Pero el consuelo solo llegará con las horas. El jueves, los futbolistas solo daban vueltas a la ocasión perdida, que muchos de ellos quizá no podrán repetir.

Para mantener la ilusión y no convertir la gran noche en oscuridad venidera, se convierte en esencial el reto de derrotar a la Real Sociedad, este domingo, en Anoeta. Solo así se reforzaría la autoestima de un equipo que debe evitar la depresión y que puede caer en el error de los últimos años, relajándose en el tramo final de Liga cuando la permanencia está ya tan cercana. De puertas afuera nadie habla en el vestuario de buscar la séptima plaza, ahora a nueve puntos, con la prudencia obligada de quien no quiere volver a defraudar a sus seguidores. De puertas adentro, sin embargo, no descartan la ‘machada’, por complicada que se antoje.

Al final, ante el Athletic el equipo no hizo sino calcar la idiosincrasia del sentimiento perico: se le da mejor nadar a contracorriente —cuando todo parece perdido, como ante Valencia o Sevilla— que con el viento a favor. Será la falta de costumbre, estar en el centro de tantas miradas, pero los jugadores de la ‘Maravillosa Minoría’ fallaron justo cuando contaban con más elementos que nunca a su favor.

Lo positivo de todo ello es que Sergio González y este Espanyol han desempolvado este curso una hoja de ruta que ya se creía desaparecida. El españolismo ha perdido los complejos y ha vuelto a reír, a disfrutar, a convocarse multitudinariamente y no para salvar el cuello, sino por un reto bonito. Fue la primera vez, salvando la inauguración, en que acudieron tantos pericos a Cornellà, pues en partidos anteriores ante Real Madrid, de semejante asistencia, también hubo una nutrida representación de la hinchada rival.

El Espanyol de esta temporada ha logrado, como en aquel cuento de Pulgarcito y las piedras que iba dejando, un camino a seguir ahora marcado y cuyas huellas ni el paso del tiempo ni la triste realidad económica de cada verano deben borrar, sino estimular a que no transcurran otros nueve años hasta repetirlo.

-Una Copa deliciosa con un amargo último trago

Un 2 de diciembre, el día después de la Junta de Accionistas y en la semana del derbi, arrancaba de un modo casi secundario la trayectoria del Espanyol en esta Copa del Rey. El 0-2 en Mendizorroza daba el pistoletazo de inicio a una andadura ilusionante, ascendente, que se quebró de golpe el miércoles con otro 0-2, pero en contra: el del Athletic en Cornellà. Cuatro victorias, un empate y tres derrotas es el balance, la demostración que el paso del Espanyol por esta Copa ha sido meritorio, digno de aplauso, para pese a todo seguir con la cabeza bien alta.

Tras eliminar al Alavés con otro triunfo, 1-0 en casa, comenzó el fervor. Un gol de Stuani daba esperanzas en Mestalla (2-1) y dos tantos de Caicedo provocaban el delirio en el Power8 Stadium: 2-0 al Valencia y hacia cuartos. Allí se topaban con otro rival teóricamente superior: el Sevilla. Y llegó la espectacular noche del 3-1, que daba alas a un Espanyol que se empezó a creer sus grandes opciones en esta Copa. Tocó sufrir unos minutos en el Pizjuán, al final, por el 1-0, pero se desató la euforia. Y faltaba la última ‘machada’, aunque a medias: el 1-1 en San Mamés en la ida de semifinales, con el trallazo de Víctor Sánchez, a la postre insuficiente.

Para siempre perdurarán esos partidazos, así como los 400 pericos que viajaron a Sevilla o los 700 de San Mamés. O los recibimientos al autocar y la ‘motada’ del miércoles. Todo ello aliñado con la moda de los 'selfies', que desde la eliminación del Valencia en el Power8 se convirtieron en el modo de expresión de los jugadores para difundir su agradecimiento a los aficionados.