Sólo Villa y Ricart sabían que el 'Guaje' estaba listo

Era un secreto tan bien guardado que sólo David Villa y Emili Ricart (recuperador de confianza de la plantilla y persona a la que el asturiano dedicó el gol ante la Real) sabían cómo se encontraba el Guaje. Tras ocho meses de sufrimiento, volvió marcar: necesitaba de la grada.

Mientras los responsables médicos y deportivos del club dudaron algún momento de la evolución de Villa, Ricard apretaba al futbolista motivándolo en todo momento. Tal y como hizo con Xavi Hernández (otros aliado en esta trama) cuando se lesionó de gravedad hace ya algunas temporadas, el recuperador aprovechaba cualquier momento para incentivar al asturiano, al que apenas dejaba solo para descansar.

Sesiones en el gimnasio, en la playa, en casa del futbolista, en las salas de recuperación de la Ciutat Esportiva; cualquier momento era bueno, tanto que Villa hizo que Ricart viajase a Ibiza con él y su familia, lugar en el que pasaron parte de sus vacaciones de verano (también acudieron a Tuilla, pueblo natal del Guaje).

La minigira. Todo estaba listo para que Villa regresase ante el United en Göteborg, pero Vilanova no sólo no lo alineó, sino que tras el partido afirmó que tampoco jugaría ante el Dínamo en Bucarest. Pero todo cambió. Villa, entre amistoso y amistoso, expresó su sensación de mejoría y le confirmó que ya no tenía dolor y jugó en Rumanía, aunque siempre dio la sensación de que le quedaba mucho por hacer. Tanto que en el club querían evitar la precipitación y que pareciese que no estaba perfecto.

Con el paso de los días, Vilanova comprobó que el futbolista evolucionaba. De ahí que, tras la gran primera parte que realizó su equipo ante la Real, entendió que era el momento de abrirle la puerta del Camp Nou. Todo salió redondo. Tras una sensacional asistencia de Iniesta, Villa empaló de primeras con la izquierda (la pierna lastimada) e hizo el gol que posiblemente más haya gritado en su vida.

Xavi estuvo en la recuperación

David Villa es uno de los futbolistas más queridos en el vestuario del Barcelona. Sabe moverse bien entre tanto ego y deja el protagonismo al que más lo necesita. Muestra de ello es que todos sus compañeros siempre mostraron mucho afecto al jugador. Algunos, incluso, se implicaron en su regreso. Es el caso de Xavi, que más de una vez acompañó al Guaje y a Ricart en la ascensión a Mola, montaña de perfil perfecto para este tipo de tratamiento. "No hay dolor", era el grito de guerra.