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La carta de despedida de Alain Delon: “Espero que los futuros actores vean en mí un ejemplo”

El legendario intérprete francés, fallecido este domingo a los 88 años, dejó escritas sus últimas palabras en una carta redactada en 2022.

La carta de despedida de Alain Delon: “Espero que los futuros actores vean en mí un ejemplo”

La luz de Alain Delon se fue apagando en los últimos años en un lento y doloroso crepúsculo que, finalmente, terminó por ver consumida su llama este domingo: la muerte del legendario actor, último icono del antiguo cine europeo, pone punto y final a una época casi olvidada del séptimo arte en el Viejo Continente. La noticia del fallecimiento fue comunicada por sus retoños en un comunicado conjunto. “Alain Fabien, Anouchka, Anthony, así como (su perro) Loubo, tienen la inmensa tristeza de anunciar la partida de su padre. Falleció pacíficamente en su casa de Douchy, rodeado de sus tres hijos y su familia”, reza la misiva emitida desde su entorno, que también pide “amablemente que se respete su privacidad en este momento de duelo extremadamente doloroso”.

El desconsuelo se hace inevitable, por mucho que sus seres queridos asumieran desde hace meses que su partida se encontraba cada vez más cerca. También Delon lo sabía. Luchaba contra un linfoma desde hacía tiempo y en 2019 sufrió a un derrame cerebral del que jamás llegó a reponerse; el notable deterioro de su salud le llevó a perder el interés por la vida y en 2022 decidió solicitar la eutanasia en Suiza, país donde es legal. Fue entonces cuando redactó la que quiso que fuera su carta de despedida.

“Me gustaría agradecer a todos los que me han acompañado a lo largo de los años y me han brindado su apoyo”, rezaba el texto, que apelaba directamente al gremio dramático: “Espero que los futuros actores vean en mí un ejemplo no solo como profesional, sino también en la vida cotidiana, entre victorias y derrotas. Gracias, Alain Delon”.

El drama de sus últimos meses

Su luz renegó de aquel aliento estertor y encontró fuerzas para brillar un poco más, y sus ganas de vivir abrazaron tímidamente la ilusión. En los últimos meses planificó su funeral, cuya voluntad era que se respetase la intimidad, y escribió el prólogo de un libro dedicado a él, Alain Delon, Amours et Mémoires, de Denitza Bantcheva. “El amor siempre me ha impulsado a superarme”, dejó por escrito, asegurando que quería ser “el mejor, el más bello, el más fuerte”. Pero el desgaste era cada vez mayor. Anouchka confesó en febrero que su padre ya no quería seguir con tratamientos, que sólo quería “que lo dejasen morir en paz”.

Un mes antes de las palabras de su hija, Anthony esbozó la estampa de sus últimas cavilaciones. Hablaba poco porque no soportaba que su voz se apagase, le irritaba observar cómo el tiempo había mermado todas sus capacidades y, simplemente, dejaba que el reloj restase segundos al minutero: “A veces está ahí, a veces en otra parte (...) Se da cuenta y se olvida, refugiándose en sus pensamientos. La mayor parte del tiempo no sabemos realmente lo que pasa por su cabeza”. Y muy lentamente la llama azul se hizo oscuridad.

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