JUSTICIA

Josep Santacana, muy duro contra Arantxa Sánchez Vicario: “Vive en un piso de lujo”

El exmarido de la que fuera campeona de Roland Garros ha respondido a sus acusaciones en una entrevista a ‘El País’.

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Arantxa Sanchez Vicario y Josep Santacana en una de sus apariciones en el US Open de 2015 junto a sus hijos.

Tras la entrevista del domingo de la extenista Arantxa Sánchez Vicario a El País en la que cargaba duramente contra el que fuera su marido Josep Santacana junto con quien se sentará esta semana en el banquillo de los acusados por alzamiento de bienes, hoy ha sido el empresario el que ha querido responder a los ataques de la catalana con una línea argumental clara: “Nunca engañé ni me beneficié económicamente de Arantxa”.

Y es que, de acuerdo con este, la extenista no pasa apuros económicos, sino que todo se enmarca en un relato de cara al juicio que ha arrancado hoy en la Ciudad de la Justicia de Barcelona, en el que ella reconoce los hechos, pero culpa de todo a su exmarido.

“No es en cierto que Arantxa sufra dificultades económicas. Es una estrategia de cara al juicio para dar pena. Vive en un apartamento de lujo junto a la bahía de Miami a 200 metros de la casa de Enrique Iglesias. E insiste en llevar a los niños a colegios privados”, cuenta Santacana al periódico.

“Arantxa tiene sociedades, dinero e inmuebles. Siempre ha tenido, y continúa teniendo, su patrimonio oculto”, añade.

Josep Santacana.
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Josep Santacana.Alejandro GarcíaEFE

“Ya era insolvente”

De acuerdo con Santacana, Sánchez Vicario “ya era insolvente” antes de casarse con él. “Ya todo estaba hecho y la mayoría de su patrimonio había desaparecido. Entré en la vida de Arantxa en el momento ideal para buscar un perfecto culpable de todos los errores que habían cometido”, dice.

“Yo nunca he conocido ni administrado su patrimonio. Todo lo llevaba su familia. Nunca engañé a Arantxa ni me beneficié económicamente de ella. Lo único que hice fue ayudarla a recopilar información para una mejor gestión de su patrimonio inmobiliario. Tenían deudas, hipotecas, en algunos casos embargos. Lo que se hizo no fue ocultar patrimonio, sino desinvertir para poder pagar las deudas”, sostiene.

“Cuando Arantxa vio que no podía pagar y pidió explicaciones a su padre y al abogado, le dijeron que tenía un patrimonio de 30 millones. Cuando le llegó el palo [la deuda] estábamos recién casados. Conmigo abrió los ojos y no tuvo más remedio que enfrentarse a la familia”, apunta.