El motivo del distanciamiento entre Kiko Hernández y Terelu Campos: “Eres una desagradecida”

La brecha entre Terelu Campos y el equipo de Ni que fuéramos shhh se ha abierto a tramos agigantados durante las últimas semanas. Después de que los antiguos tertulianos de Sálvame llegaran a centrar en la hija de María Teresa Campos la temática de algunos debates y Belén Esteban desenfundase su espada verbal contra ella, terminando el episodio en una ‘paz’ firmada entre las dos en una fiesta celebrada en casa de Joaquín Torres, ha sido otro colaborador del formato quien se ha situado en la primera línea de fuego de guerra televisiva.

Inició la última entrega del citado espacio con un vídeo de la reconciliación entre Terelu y Belén; la ‘segunda oportunidad’ calcó en el rostro de Kiko Hernández una mueca de impasibilidad y resignación que María Patiño distinguió y sobre la que preguntó al presentador de televisión madrileño. Su respuesta viajó directamente al pasado: dijo una vez ‘no’ y, desde entonces, no ha habido una ‘segunda oportunidad’ como la que, en ese momento, rotulaba el programa.

“En vez de darme las gracias...”

“Yo lo que tenía era con su madre, en el momento en el que murió ya... A mí nunca me agradeció que cuidara de su madre. Han pasado tantas cosas que no he contado...”, comenzaba su exposición. Patiño volvía a intervenir para preguntar el origen del distanciamiento entre los dos, el germen del disgusto, a lo que Hernández replicó que todo sucedió porque, literalmente, María Teresa Campos pisó su casa.

Fue directo. “Se acabó en el momento en el que llega María Teresa Campos a mi casa porque le hace mucha ilusión ver a mis hijas”, confiesa, directo, añadiendo después el final que propició el comentado alejamiento: “De pronto, Teresa, que siempre cogía las llamadas con el altavoz puesto, recibe una llamada de Terelu preguntándole que dónde estaba. Cuando María Teresa le dijo que estaba en mi casa, Terelu colgó”.

No pudo comprender por qué colgó aquella llamada. “En vez de darme las gracias por estar pendiente de su madre, por pasar el día con ella, por hacerle una paella...”, divaga, dibujando un escenario que, a su juicio, hubiera sido más acorde. Después borra la imaginación de su discurso y, contundente, cierra la puerta de las oportunidades: “Mira, ya está. Si lo hubieran hecho con mi madre, yo estaría agradecido de por vida. Eres una desagradecida”.

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