2024: el segundo ‘annus horribilis’ de la familia real británica

Cómo no recordar aquel 1992 cuando Isabel II dijo en un discurso que se trataba de su annus horribilis. Una expresión latina que quedó para la historia en la boca de la entonces monarca del Reino Unido, quien tras cuatro décadas de reinado confesaba estar viviendo un calvario.

Con aquellas palabras en el consistorio de Londres la reina hacía referencia a sus disgustos personales. Su hijo favorito, el príncipe Andrés, se separaba ese año de Sarah Ferguson, a quien después fotografiaban en topless en un barco por la costa Azul en compañía de su asesor fiscal, quien le chupaba los pies. Sería también el año de la separación la princesa Ana de Mark Phillips, e incluso unos días más tarde se anunciaría también del heredero, Carlos III, de lady Diana.

Precisamente, aunque ya vivían separados, las relaciones matrimoniales y extramatrimoniales de los príncipes de Gales estaban siendo escrutadas por la prensa. Por aquel entonces empezaba a salir a luz toda la historia personal de Diana Spencer, y se publicaba su biografía autorizada con todo tipo de detalles sobre la familia real.

Por si fuera poco, días antes de esas palabras, se incendiaba el castillo de Windsor, unas de las residencias habituales y preferidas de Isabell II. Un drama para el contribuyente, ya que el histórico edificio no tenía ningún tipo de seguro y la factura fue compartida. Las llamas se extendieron con una pantagruélica ferocidad mientras los trabajadores se apuraban a sacar al patio las valiosas obras de arte que se atesoraban en el salón de San Jorge.

Más amor, menos salud

Las desgracias se han cebado hasta tal punto con los miembros de la Firma este año 2024 que podría ser calificado del segundo annus horribilis de la familia real británica. A diferencia de lo que ocurrió aquel 1992, el clan parece estar más unido que nunca contra la adversidad, que en este caso viene en forma de enfermedad.

La primera en conocerse fue la del rey, Carlos III, quien anunció a comienzos de año que padecía cáncer, aunque no especificó de qué tipo. Tras muchos rumores sobre qué pasaba con la princesa de Gales, quien se había sometido a una operación abdominal en enero, pero tampoco había sido vista en público, finalmente ella también, animada por su suegro, Kate Middleton se animaba a compartir con el pueblo a través de su un vídeo su diagnóstico de cáncer. En este caso tampoco dijo de qué tipo.

Aunque fuera ya de los miembros con funciones de representación, pero muy cercana al núcleo, Sarah Ferguson, ya divorciaba del príncipe Andrés, con quien sigue conviviendo, está aquejada del mismo mal. Su actitud ha sido más transparente al respecto y ella ha hecho campaña a favor de la prevención y la concienciación.

Y por si fuera poco, todo en un clima extraño por la salida del hijo menor del rey, el príncipe Enrique, de la familia real, quien se fue a Estados Unidos para vivir con más libertad con su mujer, Meghan Markle, y sus hijos, y allí continúa con halagos discretos hacia su hermano y su padre. El pequeño de lady Diana, además, y la otrora actriz, en su entrevista de la venganza, dijeron que un familiar se había preocupado durante el embarazo de su primogénito por el color que tendría al nacer. Las miradas se posaron entonces en la princesa Ana, uno de los bastiones de la monarquía, activa como la que más y reservada como nadie. Amazona olímpica incluso en sus tiempos más jóvenes, ha sufrido también una conmoción cerebral tras caerse y recibir una patada de un caballo en la cabeza. Qué podría ir peor en la Firma.

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