MÚSICA

David Otero: "Sí que he sentido prejuicio durante mi vida musical"

El artista presenta en su nuevo disco, 'Otero y yo', un emotivo itinerario por su trayectoria con el que sonríe al mismo tiempo a las nuevas generaciones.

David Otero: "Sí que he sentido prejuicio durante mi vida musical"

David Otero es, y ha sido siempre, un artista de múltiples facetas. Su carrera, gestada a finales de los 90 con El Canto del Loco, se ha ido extendiendo a lo largo de más de dos décadas bajo nombres y proyectos muy diversos que ahora dan paso a una suerte de epítome con 'Otero y yo', su nuevo trabajo discográfico.

El álbum vio finalmente la luz el pasado 5 de marzo, tras el lanzamiento de varios sencillos y la publicación de dos EPs que sirvieron de aperitivo al verdadero festín: la revisión flamante de algunos de los mayores éxitos (además de varios temas inéditos) del cantante, músico y compositor madrileño.

El disco constituye un viaje al pasado que, paradójicamente, posee un acento marcadamente actual gracias a la frescura de las nuevas versiones y, sobre todo, al plantel de colaboradores de lujo de los que el artista se ha rodeado. Taburete, Ana Guerra, Cepeda, Funambulista o Carlos Sadness son algunas de las voces que acompañan a Otero en este ambicioso proyecto, a la vez íntimo y coral.

Conversamos con el artista sobre las muchas capas y emociones que urden 'Otero y yo', sobre la vocación intergeneracional del disco, y sobre su propia mirada al pasado, el presente y el futuro más próximo de su inagotable andadura musical.

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'Otero y yo' llega a modo de guinda de tus dos décadas de trayectoria musical, lo cual supongo que no es una coincidencia. Pero, ¿hasta qué punto el proyecto nació en exclusiva como una forma especial de sellar este aniversario?

Creo que ha sido una sucesión de acontecimientos que me han llevado a querer comprenderme un poco mejor: quién era y que es lo que había hecho durante mi vida. He sentido en algún momento que tenía un batiburrillo tremendo de carrera. Mis roles habían sido muy diferentes y eso me despistaba hasta mí, así que no me quiero imaginar al espectador. Había sido el primo, el guitarrista, el de la barba, el del pelo largo, El Pescao, David Otero… Todo eso ha generado una sensación de locura -bendita también, por otro lado, porque he hecho lo que me ha dado la gana. Pero de repente, quería ver otra perspectiva de mi carrera.

¿Una perspectiva más directa?

Sí, como decir: esta canción tan vieja que está aquí y esta canción tan nueva que acabo de componer, ¿qué pasa si las coloco en la misma perspectiva? ¿Qué pasaría si hago este experimento? Así que es justo eso: agarrar lo cercano y lo lejano y ponerlos en un mismo contexto.

Te has labrado una carrera prolífica que, a rasgos generales, se engloba en tres fases distintas: con El Canto del Loco, como El Pescao, y como David Otero. A día de hoy, cuando miras hacia atrás, ¿qué sensaciones prevalecen si te pones a analizar por separado cada una de estas etapas?

Sobre todo la sensación de que he aprendido mucho, y muchas cosas muy distintas de cada una de ellas. Eso es lo que saco en claro. Todas son trabajos en equipo. Algunas veces ha sido coliderándolos y otras veces ha sido liderándolos yo solo.

CON EL CANTO DEL LOCO

El Canto del Loco era una coalición, y de vez en cuando las coaliciones se rompen, pero es muy bonito trabajar también cuando hay generaciones creativas tan dispares que conectan y se conjugan bien. En cuanto eso desapareció, despareció el grupo. Nosotros fuimos muy fieles a lo que sentía nuestro corazón, al nivel creativo más básico que generaba el proyecto. Desde ahí lo creamos y desde ahí se rompió. Más que romperse, despareció.

COMO EL PESCAO

Cuando tomé yo el mando en la primera etapa de El Pescao sí que es verdad que la mente creativa era yo, pero entendía perfectamente que había una serie de roles dentro del proyecto que me han hecho aprender muchísimo a delegar, a confiar en otros, a soltar cierta parte de la carga -no creativa, pero sí productiva. Y en esa época he cometido muchos errores muy bonitos, que me han traído muchas enseñanzas muy buenas.

COMO DAVID OTERO

Creo que la última parte es como más catártica. De mí, de mi mente, de cómo soy, de quién soy. Me encanta analizarme, hago terapia habitualmente. Soy un fan de entender tus propias emociones y de comprenderte a ti mismo. Y voy a terapia, muchas veces, no para curarme de nada, si no para entender mejor lo que soy o cómo quiero mostrarme ante los demás. Y esta última etapa la veo más como un proceso de conocimiento, de autointrospección para sacar hacia afuera canciones.

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Aludiendo a lo que comentabas sobre el trabajo en equipo: resulta muy generoso el hecho de que hayas apostado por articular un disco tan profundamente personal como 'Otero y yo' a base de colaboraciones. ¿Cómo se generó esta concepción tan colectiva, y compartida, del proyecto?

Creímos que era de recibo compartir, sobre todo con la generación que fue público de esas canciones. Era lo que más me interesaba de este proyecto. Y casi todos los que han participado en este disco han sido público, con muchísimo respeto a todos. Entonces, era muy bonito que yo, que pertenezco a una generación anterior a la suya, compartiera el proyecto con la gente que, de manera a veces más sutil o más superflua y otras veces más potente, había sido "inspiración". Sin falsa modestia, las canciones que había hecho habían sido, de alguna manera, parte de las vidas de otros, y de entre esos otros hay una parte que se ha dedicado a la música después. Tomando el testigo con ellos, esa generación nueva y esta generación mía un poco anterior queríamos hacer una triple vuelta de campana para llegar a una generación nueva.

El disco tiene mucho de 'abrazo intergeneracional'. ¿Qué diferencias has encontrado a la hora de trabajar con estas voces más jóvenes, en contraposición a las colaboraciones con artistas más coetáneos tuyos?

A mí me ha costado mucho sentirme identificado en muchas ocasiones con la gente de mi generación. No sé si por mi perfil, por mi forma de ser… Pero sí que he sentido el prejuicio durante mi vida musical; por parte de otros grupos, artistas y géneros. Y cuando he tenido esa intuición, me he alejado, no lo he enfrentado ni me he revindicado. Hay un rasgo de mi personalidad que hace que, cuando encuentro algo así, me aleje o lo deje pasar de lado. Me voy a un sitio donde me quieran, por así decirlo.

¿Qué tipo de prejuicios?

Tengo muchos amigos de mi generación que me han respetado y que me quieren, pero sí que me he encontrado a veces con esa mirada de "vosotros venís de un grupo pop, que le gusta a las niñas adolescentes, vosotros no tocáis, os lo dan todo hecho, sois producto de márquetin". En nuestra época no había redes sociales y no lo sufrimos como un acoso en las redes, pero lo sufríamos muchas veces en la calle. A mí me han pasado anécdotas muy curiosas de cruzarme con alguien a quien no conozco y que me diga al oído: "Vaya música de mierda haces". Y piensas: "Coño, ¿por qué tengo que aguantar yo esto?". O de intentar colaborar con un grupo y que te digan: "Pero vosotros a dónde vais, si sois un grupo de niñas".

¿Y en qué se desmarca con respecto a todo esto la generación posterior a la tuya?

He sentido que ese prejuicio estaba muy lejos ya. Yo creo que vienen mucho mejor que nosotros. Son capaces de enfrentarse a su sexualidad, a su sensibilidad, a su expresión corporal, a la expresión de su imagen… de una manera mucho más libre y frontal. Cuando crecí, sentí represión porque escribía poesías. Y lo voy a decir como me lo decían a mí entonces: "Es una mariconez". Y yo me reprimía porque no me gustaba jugar al fútbol, ni era un machote, ni iba dando codazos ni me metía en peleas. Y todo eso no lo he encontrado en la generación que venía después, que me ha hecho sentirme como "joder, qué pena que no haya nacido diez años después, porque me siento mucho más a gusto aquí, con ellos".

Por supuesto, no generalizo, pero sí había todavía ese halo de machismo, no solo con la mujer, sino con lo sensible. Y ha sido horrible, yo lo he sufrido de verdad. Había una esquina frente a un colegio por el que yo pasaba a diario, y a mí todos los días o me tiraban piedras o me escupían o me insultaban, era una de las tres cosas. No sé por qué, si porque tenía una pinta diferente, o porque era gordito cuando era pequeño… No sé qué les despertaba. Esto hoy en día espero que se trate de otra manera, se visualiza mucho más.

Me alegro que hayas sacado a colación el tema de la poesía. Quiero preguntarte por la alusión literaria que subyace tras el título de 'Otero y yo'. Imagino que al margen del juego de palabras ha de existir algún tipo de vínculo emotivo con la obra de Juan Ramón Jiménez.

Totalmente, está hecho a propósito. Era una lectura obligatoria cuando éramos pequeños, cuando yo tenía 12, 13, 14 años… Lo que recordaba de ese libro era la alusión tan emocional, tan tierna y tan bonita de Juan Ramón Jiménez a Platero, aquellos destellos que fue encontrando en su vida y su niñez y que reunió en 'Platero y yo'. Y me parecía muy bonito, porque yo he hecho un poco lo mismo con las canciones: he cogido destellos de mi vida, los más importantes. Al final, las canciones son 3 minutos de mi vida, es muy poco tiempo. Y a partir de ahí he contado mi historia. Por supuesto, luego hay muchas otras connotaciones en el título que giran en torno a quién lo dice. Me gustaba mucho la idea de que lo dijese otro: 'Otero', el que ha hecho la canción, 'y yo', el que participa.

Un disco tan retrospectivo como 'Otero y yo' tiene que abrir, en cierta medida, la puerta a la nostalgia. ¿Cómo has gestionado este sentimiento durante el desarrollo del álbum?

Ha habido un poco de todo, porque me he encontrado con comentarios de gente a la que no le ha hecho mucha gracia que yo revisitara mis canciones. He recibido mensajes bastante agresivos en las redes, pocos, pero yo no estoy acostumbrado. Y me parece que no nos debemos acostumbrar. Eso de "bueno, pero si tú eres un personaje público, te tienes que acostumbrar a que te digan que eres un gilipollas de vez en cuando"... Pues no, no paso por esa reflexión, me parece súper barata. No tienes que aguantar que nadie te insulte o que nadie te ordene. Casi lo que más me violentaba era cuando me ordenaban. Una premisa en imperativo que me dejaba como: "¿Pero tú quién coño te crees que eres para decirme a mí qué puedo o qué no puedo hacer con mi vida?" Son mis canciones, las he creado yo, las he parido yo.

¿Y el aspecto positivo?

Hay una parte preciosa, te pasan anécdotas que hacen que merezca la pena solo por esto. Por ejemplo, una madre que le había puesto la canción de 'Peter Pan' a su hija durante el embarazo. La hija ya tiene 12-13 años, y un día escucha la versión nueva de 'Peter Pan' y la saca con la guitarra. No conocía la antigua. Y se la lleva a la madre y dice: "Mamá, mira qué canción tan bonita estoy aprendiendo con la guitarra". Y ¡pum!, lágrimas de emoción. Y ella le dice: "Pero, cariño, esa canción te la ponía cuando eras un bebé". Y la hija la había descubierto con la versión nueva porque le gustaba Ana Guerra. La magia de la música, ¿no? Ya solo por eso merece la pena todo este proceso.

'Otero y yo', dada su esencia, parece insinuar un punto de inflexión, ya sea simbólico o material. Creo que empiezas la gira en abril, ¿pero qué más tiene David Otero en su horizonte inmediato?

A partir de mañana empezamos a ensayar para preparar los conciertos, aunque no sabemos cuántos van a ser. Tenemos la agenda llena de reservas, pero supongo que va a depender mucho de cómo evolucione el tema, de lo responsables que seamos cada uno y del nivel de esta locura de pandemia, que va sola. Hoy lo hablaba con un amigo y le decía que es como una especie de cebero gigante esto del coronavirus, que dice 'ahora me escondo', y luego dice 'ahora atacamos'. Como si todos los pequeños virus tuvieran una conexión y supiesen cuándo darte en el tobillo para generar otra ola. Es increíble cómo la naturaleza tiene su propio mecanismo. Y como no sabemos qué va a suceder en el futuro, lo que nos toca es aceptarlo como venga. Tampoco estar quejándonos todo el día porque los músicos hemos sufrido como la hostelería, el periodismo, los fotógrafos de eventos… A cualquiera que se dedique a algo que tenga que ver con mucha gente le ha pasado un poco parecido.