DCODE

El sold-out que desafió a la lluvia para ver bailar mujeres de verde

25.000 personas volvieron a despedir el verano en Madrid con este festival que ya es un clásico. Su organización, de diez. Sus cabezas de cartel, imponentes.

MadridActualizado a
Mikel Izal, en su actuación en Dcode 2018.

Son las 23:27 de la noche y nada puede contar mejor que es el Dcode que esa imagen. Emma salta cantando mientras en el escenario #2  Izal se despide con El Pozo. Emma es una niña. La foto, quizá, sólo la vio su madre pero cuenta perfecto la esencia de este festival que despide cada año el verano en Madrid y que ya tiene alma de clásico. Comenzó con lluvia, esa que caía dispersa y leve mientras La Maravillosa Orquesta Del Alcohol (La M.O.D.A) y Sidonie abrían la puerta con sus actuaciones. Unos a las 12:15, los primeros. Otros a las 14:55, escenario #3 y sus Carreteras infinitas. Cumplen 20 años rodando sobre ellas: siguen sonando igual  de bien que ayer.

En ese momento miles de personas ya llenaban el festival que aquí mezclaba su parte dedicada a los niños (con talleres, cursos, un escenario para ellos y cascos gigantes para proteger sus oídos de los sonidos demasiado altos). En ese momento, Emma ya estaba allí, pintando una guitarra de cartón mientras de fondo, en los altavoces del parque infantil, situado entre las propuestas de comida, sonaba Paul McCartney; crecerá siendo Dcoder, de ahí la esencia de este festival, que abona. El sábado aguantaría hasta Izal, uno de los cabeza de cartel. Estuvo a la altura de Imagine Dragons y de Bastille, imponentes, como el resto de los grupos.

Dcode 2018, desafiante a la lluvia.
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Dcode 2018, desafiante a la lluvia.Jaime VillanuevaEL PAÍS

Tiene algo Dcode, algo especial. Es un festival que conquista, que llega, que siempre suena bien. A su edición de 2018 sólo le faltaron más baños. Fueron 17 horas de música mezclando como nadie todas las propuestas: el indie español (Izal, Viva Suecia, Sidonie) con los nuevos que llegan con vozarrón (Jorja Smith), los que ya llevan tiempo ahí (The Vaccines) o quienes llegan escindidos de otro lugar (Albert Hammond Jr.). Lo de Imagine Dragons y Bastille fue el duelo de la noche con un ganador: el público. Sus actuaciones fueron brutales. Antes Sam Fender ya había conquistado. Jorja Smith lo que hizo fue hipnotizar, con su vestido gris plata y su voz.

Antes, cuando la lluvia aún iba y venía y desde la organización se repartían chubasqueros entre los asistentes (y gratis; otro detalle que hacen de este festival otra cosa, y grande). Bastille traería el The rhythm of the night a esta última fiesta del verano después de unos cuantos hits que se corearon muy alto: Quarter past midnight o Pompeii. Antes Viva Suecia habría tomado el escenario #1 y las gargantas de miles de asistentes, ya casi llenando el festival, abrazados a las canciones de este grupo de Murcia que no deja de crecer. Si Adonde ir sonó alto aún más lo hizo Hemos ganado tiempo

La cúspide llegó cuando comenzó a sonar Radioactive en el Dcode. Sería justo después de que Izal hiciera bailar a las mujeres de verde con Copacabana, que cantaron a la vez Pequeña gran revolución. Le tocaba a Imagine Dragons, aparecía Dan Reynolds, sin camiseta, que pronto se cubrió con unas banderas que le hicieron llegar desde las primeras filas. La canción Natural tiene pinta de himno. The Vaccines, Kakkamaddafakka y Triángulo de amor bizarro echarían el cierre, a las 01:10, a las 02:20 y las 02:00. Hacía rato que la amenaza de lluvia se había ido, cuando Viva Suecia cantaba eso de que "todo está en el aire" y que Emma ya dormía. Una niña aún pero ya mujer de verde más.

Ya falta un día menos para Dcode 2019.