Manolo Santana, hijo de republicano, triunfó en el franquismo. Ganó dos Roland Garros, Wimbledon y el US Open. Acercó la Davis, tuvo su particular 'oro' olímpico... Un caudal de anécdotas jalonaron su carrera.
El tenis, el deporte español, Marbella y Madrid están hoy más tristes sin Manolo Santana, el genio que metió una raqueta en cada hogar y que falleció a los 83 años en la ciudad andaluza. Campeón de Roland Garros (1961 y 1964), del US Open (1965) y de Wimbledon (1966) se convirtió en un icono dentro y fuera de nuestras fronteras, sobre todo en el All England Club, donde se le veneraba. Creció en una España gris a la que puso color junto a otros pioneros como Federico Martín Bahamontes, Pepe Legrá, Ángel Nieto o Seve Ballesteros. Hizo trasnochar también a todo un país con las finales de Copa Davis en Australia (1965 y 1967). Y siguió unido al tenis toda su vida. .
Aquí resumimos su vida deportiva en diez voleas. Diez momentos inolvidables.
El niño de la guerra y Franco
Manolo Santana nació un 10 de mayo de 1938. Fue un hijo de la Guerra Civil. Un niño de la posguerra. “Mi madre me contó que un día caminando conmigo en brazos cayó un obús a un par de metros de nosotros y no explotó. Fue el inicio de ese tipo con suerte”, recordaba. Su padre, republicano, trabajaba en la compañía de transportes y por su afiliación sindical pasó seis años en la cárcel. A los dos años de salir, se lo llevó una grave enfermedad. Y su madre tuvo que criar a cuatro hijos. “Un día mi hermano, que era recogepelotas, enfermó y ella me animó a sustituirlo. Con una madera arrancada del respaldo de una silla fabriqué una especie de pala con la que iba al frontón a dar pelotazos”. Esos fueron sus inicios.
Después, la familia Romero Girón se encaprichó de Manolito, lo ‘adoptó’ en su casa y en el Club Velázquez y le abrió la puerta de lo que entonces era un deporte “de pijos” (definición suya). Triunfó. Tras ganar Wimbledon en 1966, Franco le llamó a El Pardo para que jugase un partido contra Lis Arilla. Después, el Caudillo se medio disculpó con él. "Me dijo que en las guerras a veces pagaban justos por pecadores, y que quizá ese hubiera sido el caso de mi padre. Me dejó sorprendido. Nunca llegué a decírselo a mi madre, por no resucitarle recuerdos dolorosos. Ella, además, nunca sacó el tema, no quiso que viviéramos con rencor por lo sucedido", contó. Siempre vivió sin resquemor. Siempre se adaptó a lo que vino.
El descubridor
Santana descubrió el tenis a una España que sólo pensaba en fútbol, ciclismo y boxeo. Y, sobre todo, lo hizo a través de la Copa Davis. En agosto de 1965 había ganado dos veces Roland Garros, pero pocos le paraban por la calle. Aquello había sucedido en un lejano París... Pero por entonces, en una competición aún extraña llamada Copa Davis llegaron los Estados Unidos a jugar contra España en Barcelona portando su propia comida. El agua debía servirse envasada en su presencia. Dudaban de la salubridad de una España donde gobernaba un dictador... Y aquello se vivió como una afrenta patria. TVE retransmitió la eliminatoria, con Juan José Castillo ("¡Entró, entró...!") y la gente se agolpó ante los pocos televisiores. Joan Gisbert, Lis Arilla y un simpático madrileño, Santana, se merendaron a Ralston, Froehling y Grabner. Y las palabras drive, volea, passing shot o deuce entraron en el vocabulario del pueblo.
La Davis se comenzó a seguir con interés. Tanto, que la primera portada de AS (6-12-1967) fue compartida con el Europeo de boxeo de Sombrita y una foto de Santana alzado en hombros en Barajas por la afición tras retornar de Sudáfrica después de clasificar a España para su segunda final del torneo de la Ensaladera. "La Davis estaba ya en el corazón de los españoles y me hizo mucha ilusión verme como un torero", contó después.
Roland Garros 1961
"Cuando gané por primera vez en París, la gente no sabía si la pelota era redonda o cuadrada". Así de inadvertido pasó el primer triunfo de un español en un Grand Slam donde después ha reinado un tal Rafa Nadal. Santana, después de hacer la mili, se lanzó al tenis internacional y en su segunda participación en Roland Garros logró la Copa de los Mosqueteros. Derrotó a Rod Laver, Roy Emerson y en la final a quien luego sería su gran amigo, Nicola Pietrangeli, por 4-6, 6-1, 3-6, 6-0 y 6-2. "Estaba tan emocionado que crucé la red por debajo en lugar de saltarla, porque la veía muy alta", contó. "En París no hubo nadie. Ni un periodista. En el aeropuerto al día siguiente, sólo mi familia y mis amigos". A Federico Martín Bahamontes no le había sucedido lo mismo cuando se coronó en los Campos Elíseos dos años antes. El tenis no existía.
Roland Garros 1964
El madrileño volvió a coronarse, otra vez ante el italiano Pietrangeli, por 6-3, 6-1, 4-6 y 7-5. Por entonces, el tenis ya estaba dividido entre los profesionales (Andrés Gimeno se pasó al circuito del promotor Jack Kramer en 1960) y los amateurs. "A mí me lo ofrecieron después que a Gimeno. Pero tuve la suerte de que Juan Antonio Samaranch (delegado nacional de Deporte) se negó en redondo a que me fuera con los profesionales. Sabía que sin Gimeno y sin mí las posibilidades de España en la Davis iban a ser nulas. No podía dejar escapar a los dos mejores jugadores. Y luchó con las autoridades para conseguirme un fijo de unos tres millones de pesetas, que era lo que me ofrecía el grupo de Kramer", reveló Santana después.
Con Emerson también pactó pedir un fijo de 2.000 dólares (bajo cuerda) a los torneos por jugar. Porque no estaban permitidos los premios. Viajaban solos por el mundo y hacían pandilla en los hoteles. "No tuve entrenador hasta el final de mi carrera, cuando Lew Hoad me ayudó, porque no podía pagármelo".
US Open 1965
El pionero tenía dos Roland Garros, pero ni repercusión ni mucho dinero. "El tenis mundial era anglosajón total. En Nueva York, Wimbledon y Australia se jugaba en hierba. Roland Garros no era entonces tan importante, y decidí no jugarlo en 1965 y 1966 para prepararme y tener la oportunidad de jugar bien en hierba. ¡Y salió bien!", apuntaba Santana. En el West Side Tennis Club de Forest Hill se deshizo de John Newcombe, Arthur Ashe y en la final de Cliff Drysdale (6-3, 7-9, 7-5 y 6-1). Con dos parones por lluvia. Un amigo le había dicho que se cambiara de calcetines cada cuatro o cinco juegos para evitar resbalones y gastó unos diez pares. Robert Kennnedy, gobernador de Nueva York, apareció en el vestuario en una de las pausas... Y le preguntó por Franco. "Le dejé un poco parado porque le dije que había venido a jugar al tenis. Pero también le conté lo de mi padre. Se quedó callado. Luego me entregó el trofeo", recordó.
Wimbledon 1966
El tenis su tiene su catedral, el All England de WiMbledon. Y allí también reinó don Manuel. Fue su particular viaje a la luna. Algo marciano para un español en esa época, cuando tumbó en la final al estadounidense Dennis Ralston (6-4, 11-9 y 6-4). Ganó de blanco impoluto con el escudo del Real Madrid (el equipo de su vida del que se mantuvo fanático) en el pecho. Ese escudo se lo llevó personalmente a Londres el avispado Raimundo Saporta, mano derecha de Santiago Bernabéu, que sabía de la pasión de Santana. Se lo cosió en el polo un empleado del hotel: "Sabía que me la jugaba porque en el All England Club son muy estrictos con el protocolo y podían haberme sancionado por llevarlo, pero debió gustarles como jugué y no me dijeron nada".
Vestido del Madrid, vino luego su anécdota con la Duquesa de Kent en la entrega de trofeos. Desconociendo el protocolo, la tomó la mano ante los asustados socios. "¡Ella tiraba para arriba y yo para abajo! Pero luego me invitó a tomar el té de las cinco con su familia y me dijo que mi juego le gustaba".
Las finales de la Davis
Santana hizo popular el tenis en España sobre todo a través de la Copa Davis. Entonces, el campeón recibía al ganador del torneo de retadores (challenge round). Y con Santana, Lis Arilla, Joan Gisbert y Juan Manuel Couder se obró el milagro de llegar a la final de 1965 contra Australia. Sobre la hierba de Sídney, cayeron por 4-1. "Fue la primera vez, y todo el mundo se volcó con nosotros. Nos convertimos en hérores nacionales. Viajaron Samaranch y Santiago Bernabéu (presidente del Real Madrid).
Y cuando gané a Roy Emerson, los emigrantes invadieron la pista para sacarme a hombros. Pisotearon la hierba, y aquello constituía un sacrilegio para los australianos, era algo peor que pegar a una vaca en la India", bromeaba el madrileño. En 1967 volvieron a retar a los aussies. Esta vez jugaron todos los puntos Santana y Manolo Orantes. Y también cayeron 4-1. "Pero con el equipo de 1967, si hubiéramos podido jugar en casa y en tierra, España habría sido campeona", recordó Santana, al que le quedó el amargor de no levantar la Ensaladera.
Míster Davis
España ya tiene seis Ensaladeras, pero aún con Rafa Nadal, Míster Davis sigue siendo Santana. Es el jugador con más victorias (92-28 en total, quinto del ranking mundial), formó el mejor dobles con Arilla (23-11) y disputó 46 eliminatorias a lo largo de 14 años. Como le enganchaba la magia de la competición, ejerció de capitán durante dos etapas. A finales de los ochenta y a principios de los noventa. "Los entrenadores de los tenistas fueron los que, directa o indirectamente, provocaron mi salida", contó. En 1999, tocó viajar para defender la categoría a Nueva Zelanda y las estrellas se borraron. Tiró de Félix Mantilla y Pato Clavet y sacaron las castañas del fuego.
Al año siguiente, el sorteo fue propicio pero se maniobró para sustituirle. Tan propicio que se acabó ganando la primera Davis en el Sant Jordi, al que decidió no acudir. "No me parecía bien sentarme la lado de los que me habían traicionado", relató. Quizá el gran dolor de su carrera.
Juegos Olímpicos
El tenis no estuvo en el programa olímpico entre 1924 y 1988, cuando volvió en Seúl con los profesionales. Pero durante los de México 1968, Samaranch (que entonces no dirigía el COI pero sí el deporte español y ganaba influencia), convencido del potencial del deporte, organizó un torneo paralelo de exhibición en Guadalajara. Y el oro fue para Santana. "El Marqués de Cabanes, presidente de la Española, me dio un cheque ¡de 748 pesetas (4,5 euros)! como dieta que enmarqué. Menos mal que el Marqués no sabía que Samaranch, a través de Raimundo Saporta que llevaba el maletín, nos daba 200.000 pesetas a repartir entre los jugadores cada vez que jugábamos la Davis en Barcelona", reveló en otra ocasión.
Director del Madrid Open
Santana, el mejor relaciones públicas que ha dado el deporte español, tiene también entre sus méritos haber enredado al magnate Ion Tiriac para levantar un torneo en Madrid al calor de las aspiraciones olímpicas de la capital. En 2002 arrancó el Masters 1.000, que ha ido creciendo hasta convertirse en un evento combinado ATP y WTA de los más importantes del mundo. Santana dirigió el torneo hasta 2019, cuando pasó el testigo a Feliciano López para ocupar el cargo de presidente de honor. Todos los años acudía a recibir a los principales tenistas a Barajas, atendía desde al rey a ministros o estrellas del fútbol en el palco. Pero no descuidaba ni al último recogepelotas. El corazón del Madrid Open latía acompasado con el suyo.