Dynasty Warriors: Strikeforce

  • Plataforma3606.5PSP6.5PS3
  • GéneroAcción
  • DesarrolladorOmega Force
  • Lanzamiento08/05/2009 (PSP)19/02/2010 (360, PS3)
  • TextoEspañol
  • VocesInglés
  • EditorKoei

Dinastía portátil

Dos deidades chocan, entramos en una nueva era. La franquicia Dynasty Warriors asoma su nueva imagen en la portátil de Sony, en un lanzamiento que llega a España avalado por el asombroso éxito que ha cosechado, como viene siendo habitual, en Japón desde que viese hace la luz algunos meses. Amplio elenco de personajes, un nuevo modo de energía y posibilidades multijugador son las características que hacen las veces de carta de presentación de esta nueva obra de OmegaForce.

Sería absurdo comenzar un texto como este con un de los muchos manidos clichés de la industria respecto a la categoría del juego. Categoría que, por cierto, corresponde con el típico perfil de ‘juego japonés con poca tirada en occidente' que sólo gusta a un círculo cerrado de aficionados, mientras que el resto del populo ignora por completo los encantos de su divertido sistema de juego. Ya en Estados Unidos se ha cometido el error de tratar a la franquicia de Koei como un producto en bruto que necesita ser pulido para triunfar al otro lado del charco, una afirmación que lamentablemente en Europa pierde bastante fuerza si se tiene en cuenta la repercusión de cada nueva entrega que llega a las estanterías del mercado. La última, ciertamente una de las más esperadas por los aficionados, es precisamente esta que hoy analizamos.

Strikeforce es el nuevo intento de Koei -más concretamente Omega Force, desarrolladores del título- por levantar la popularidad de la franquicia más allá del país del sol naciente, donde ha vuelto a reventar el mercado colocándose entre los títulos más vendidos de la consola durante largo tiempo. Nada que sorprenda a los aficionados, aunque no deja de ser un dato que deja entrever la supuesta calidad que atesora el UMD. Ya en los primeros contactos que ofrecimos con el videojuego hicimos hincapié en el aspecto renovado que luce para incorporar la serie de forma lícita a la portátil de Sony, sin perder por el camino los elementos que la caracterizan. El resultado es loable en todos los sentidos menos en el que se considera más importante, precisamente el que atañe a la jugabilidad.

El resto de conceptos que maneja el juego están no sólo a la altura de las circunstancias, sino que además reflejan el esfuerzo de sus creadores por adaptar la franquicia a los nuevos tiempos por medio de la inclusión de novedades que por regla general contrastan con el aspecto al que nos tiene acostumbrados en sobremesa Dynasty Warriors. Es difícil valorar justamente un título como este sin caer en la tentación de dejarnos llevar por el aspecto gráfico, la profundidad en cuanto al número de personajes y equipo del que dispone el jugador; hay que ser consecuentes con la calidad del juego. Strikeforce es una buena adaptación en todos los sentidos que se ha malogrado por culpa de una extraña obsesión de cara a ofrecer la modalidad multijugador, que otrora fuese un simple aliciente para aderezar el modo individual.

El romance de los tres Reinos
Dynasty Warriors ha estado siempre intrínsecamente ligada a la historia de China, tanto en lo que respecta a la parte mítica, clasicista, como a la estrictamente real, avalada por historiadores. Un dicho popular asegura que la mejor forma de aprender el pasado de una comunidad es combinando la fantasía con los hechos verídicos, algo que de algún modo ha trascendido en las raíces de esta franquicia. Strikeforce no se diferencia de sus hermanos mayores en este sentido, ya que una vez más el argumento introduce al jugador en el llamado 'Romance de los tres Reinos', que comienza por el ataque colectivo a la hegemonía de los Turbantes Amarillos y que finalmente acabaría por derrocar la dinastía Han, una de las más importantes en la historia de este país, que se llevo consigo miles de víctimas, soldados, aldeas arrasadas y demás efectos colaterales en esta clase de conflictos bélicos.

En esta ocasión el jugador dispone de tres dinastías con las que comenzar la partida, acto seguido tras una interesante presentación generada por ordenador en la que se muestra grosso modo las novedades del producto. Las tres posibilidades pasan por Liu Bei de la provincia Shu, Cao Cao de Wei, y por último el clan Tigre de Jiang Dong, que liderados por Sun Jian busca restablecer la paz en China por medio del dominio de Wu. El primer capítulo nos lleva, de hecho a un enfrentamiento directo contra Zhang Jiao -líder de los Turbantes Amarillos-, que tras propiciar una rebelión generalizada contra la dinastía Han y el Palacio Imperial se proclamaría automáticamente enemigo número uno del estado. Así pues, es menester elegir una de las tres dinastías para dar comienzo a esta épica epopeya.

Independientemente de cuál de ellas elijamos como opción inicial, un vídeo de presentación abre las puertas de la historia personal para más tarde subir el telón del primer capítulo. Nada de pensar que estamos ante una pequeña introducción, la acción comienza directamente en un pequeño pueblo donde tenemos acceso a los materiales imprescindibles para mejorar las habilidades del personaje principal, desde armas a objetos, pasando por el necesario e imprescindible aumento del Chi, así como otros utensilios secundarios puestos en escena para mejorar tanto las posibilidades del guerrero como de las armas que porta. En este caso es necesario hacer uso de dos vertientes para poder avanzar; la primera y más importante, encontrar objetos determinados en las batallas, y la segunda, más obvia sin duda, obtener dinero para pagar los gastos de manutención.

Los primeros compases con el juego nos llevan a descubrir no sólo el funcionamiento de este campamento -que a su vez es la principal mecánica evolutiva del título-, sino también la nueva perspectiva que se le ha otorgado a la franquicia desde un punto de vista técnico. Mucho se había hablado de la posibilidad de cambiar el estilo de juego, buscando semejanzas con el popular engine creado por Capcom para dar vida a Monster Hunter. Lo cierto es que si hemos disfrutado de la caza y captura de monstruos apenas tardaremos unos minutos en percatarnos de las similitudes existentes, al menos en este aspecto, entre Strikeforce y la exitosa franquicia japonesa. Una similitud que va un paso más allá de la apariencia, que también afecta al sistema de juego al centrarse en misiones, una vez omitido el interminable campo de acción de las entregas de sobremesa.

De un modo u otro cuesta acostumbrarnos a este nuevo estilo si somos aficionados ‘tradicionales' de la franquicia, aunque paulatinamente caemos en las mieles de una jugabilidad bien ajustada en los primeros compases, viéndonos obligados a disputar varias misiones secundarias antes de entrar de lleno en la historia principal. De nuevo contamos con otra interesante oportunidad de hacernos una idea sobre el sistema de juego puesto en práctica para la ocasión, con un denso mapeado dividido entre sectores. El primer fragmento es una estepa nevada en la que aparece una multitud interminable de soldados. Según damos buena cuenta de cada uno aumentan los puntos que obtenemos en el nivel, teniendo siempre en mente el contador que aparece en la parte superior de la pantalla, así como nuestra energía y barra musou.

Furia multicolor 
Al comenzar la misión se nos otorga un objetivo, bien sea acudir a X lugar para derrotar a un enemigo o destruir por completo un campamento. Siempre contamos con la posibilidad de cumplir un objetivo añadido para obtener más dinero al finalizar la tarea. Dependiendo de las exigencias del guión en ocasiones nos vemos obligados a terminar la misión en un tiempo limitado, mientras que otras veces disfrutamos de un periodo extenso para obtener materiales, puntos de partida -que posteriormente pasan a convertirse en p. de experiencia-, dominar las habilidades del personaje, etcétera. El jugador es el que elije cuál es la vía que más le conviene para obtener el éxito en cada fase. Qué duda cabe que generalmente es aconsejable terminar con la mayor cantidad de enemigos que sea posible para conseguir aumentar de nivel y, por consiguiente, mejores aptitudes de combate.

Con 11 personajes por dinastía (en una plantilla de 37 personajes, varios de ellos ocultos) no es difícil hacerse una idea de la cantidad de posibilidades que tenemos a nuestra disposición a la hora de atacar. Cada guerrero cuenta con sus propias habilidades, dos armas de ataque (principal y secundaria), la inclusión del Chi en cada miembro (lo que contribuye a tener más movilidad, salto doble, mayor velocidad a la hora de correr…), sin olvidar la posibilidad de adquirir nuevas armas. Es evidente que cada personaje hace uso de unos atributos muy marcados que es mejor respetar de cara a convertirle en el guerrero definitivo, aunque siempre es posible hacer las combinaciones que mejor nos venga en gana. En este sentido el juego ofrece un abanico amplísimo de posibilidades que hemos de poner a prueba en el campo de batalla, sin olvidar que la reducción de enemigos en pantalla.

De una centena pasamos a una docena, lo que hace posible que cada unidad goce de una Inteligencia Artificial más lograda, exigente a la hora de defenderse y esquivar los golpes que asestamos sin pausa. A la hora de la verdad, especialmente en los primeros niveles, apenas existe una diferencia tan llamativa como podría parecer a primera vista. Las pantallas están repletas de enemigos que nos atacan por doquier de forma insistente, y que a cada golpe nos roban una cantidad desorbitada de energía. También hemos de tener en cuenta que los personajes que podemos seleccionar al comenzar la partida cuentan con sus atributos no sólo en lo que respecta a las habilidades, sino también de cara a su resistencia, vitalidad, fuerza, energía, etcétera.

Además hay que tener muy en cuenta el trascendental añadido del juego, más allá de la posibilidad de realizar determinados ataques aéreos, e incluso de permanecer suspendidos en el aire durante un tiempo limitado (siempre y cuando dispongamos del hechizo o habilidad correspondiente); el modo Furia. Una vez la barra musou esté completa basta con pulsar el círculo y triángulo al unísono para presenciar una rápida transformación del protagonista, al estilo Dragon Ball, que durante un tiempo limitado le confiere mejores atributos físicos en todos los sentidos. Más fuerza, más velocidad, mayor capacidad para resistir ataques. Por supuesto las unidades enemigas también pueden hacer uso de estas capacidades, lo que nos obliga a tener especial cuidado en estos combates. De hecho es bastante llamativo que en el aspecto gráfico el juego sea capaz de reproducir sin una sola ralentización todos los efectos lumínicos de los que hace gala el juego.

No sólo el modo Furia, sino también los numerosos ataques especiales, tanto aliados como rivales, así como entornos decorados con esmero que pese a no alcanzar el cénit de la consola en este sentido sí que cumple un papel bastante destacado, exactamente igual que los vídeos CGi que ya comentábamos con anterioridad. Técnicamente el mayor reproche que se le pueda hacer al juego, dejando a un lado las molestias de la cámara, que permite rotación en 360 grados y cambiar el ángulo de visión mediante la cruceta digital, es la dolorosa banda sonora que estropea por completo la ambientación del producto una vez entramos en combate. Es cierto que hasta la fecha todas las entregas se han caracterizado por hacer uso del mismo estilo sonoro, pero francamente en Strikeforce se echa en falta algo más de profundidad, quizás una esencia menos arcade y machacona que al final invita a bajar el volumen de la consola.

Plato fuerte… sin Infraestructura
El aspecto más comentado de esta entrega ha sido sin lugar a dudas la presencia fundamental del juego en cooperativo, que hemos dejado como último punto a comentar por distintas razones, principalmente debido a la función que este plano cumple en la jugabilidad en general. A sabiendas de que Omega Force había prometido que el título iba a incorporar la tan ansiada Infraestructura Online, los primeros comentarios sobre el modo cooperativo no se hicieron esperar. La posibilidad de jugar con varios compañeros al tiempo que se terminan las misiones principales es realmente excitante, pena que en Strikeforce se haya convertido en la peor tara del juego. Para empezar, es necesario disponer de una consola con UMD por jugador, una práctica en desuso que como mucho se limita a complicar el disfrute de esta modalidad entre varios amigos.

La característica más importante de este aspecto es la extrema dificultad que supone disfrutar del juego en el modo individual, una práctica imposible ante los enemigos de final de capítulo que no tienen ni el más mínimo impedimento en reunirse para atacar repetidamente, sin cansarse, siendo a veces imposible levantar al jugador del suelo, o si acaso propinar algunos golpes contundentes. Es curioso porque, en lo que respecta a las misiones secundarias y principales, en su mayoría son factibles sin la compañía de otros personajes que como mínimo atraigan los ataques enemigos durante unos segundos. Es cierto que la cooperación entre varios jugadores es muy divertida, que realmente aporta una nueva vertiente de juego, pero también lo es que no es un elemento realmente nuevo, ni tampoco es útil a la larga, cuando mayor es la exigencia de la IA en general.

6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.

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