La piragüista gallega ganó en Tokio la medalla de plata en K1 200, un éxito histórico que pone la guinda a una trayectoria de más de 20 años y seis Juegos Olímpicos.
Si cada medalla olímpica tiene detrás una historia de superación, la que logró María Teresa Portela Rivas (Cangas del Morrazo, 39 años) en los Juegos de Tokio podría servir de inspiración a mucha gente. La gallega se colgó la plata en el K1 200 para convertirse en la primera española en subir al podio de unos Juegos en las aguas tranquilas del piragüismo. Portela veía cumplido su sueño olímpico tras una trayectoria de más de 20 años en la que había acumulado 32 metales mundiales y europeos, pero en la que nunca había podido saborear la gloria olímpica, a pesar de rozarla en Londres 2012 (cuarta en K1 500), Atenas 2004 (quinta en K2 500 y K4 500), en Pekín 2008 (quinta en K4 500) y en Río 2016 (sexta en K 1 200).
Tanto sacrificio, tantos años... ¿Ha asimilado en estos meses que ya tiene una medalla olímpica?
Uf... pues creo que aún lo estoy asimilando. Llevaba tantos años persiguiendo este sueño, la de veces que me había quedado tan cerca... Me ha costado 20 años conseguirla. No voy a decir que necesite otros 20 para asimilarlo, pero quizá unos meses más... (risas).
¿Subir al podio de unos Juegos lo compensa todo?
La recompensa es la satisfacción personal, el trabajo de una vida. Eso es lo que se valora, el por fin haberlo logrado después de todo el sacrificio que hay detrás. También de la gente que me rodea, que tanto ha hecho para que yo esté bien y pueda intentarlo, desde mi entrenador hasta mi familia. No es un premio que te salve la vida, que vaya a hacer que deje de trabajar. Pero sí una recompensa al trabajo. He luchado mucho, mucho...
Usted que ha logrado tantas medallas mundiales y europeas, ¿nota que la olímpica es diferente? ¿Al menos en cuanto a reconocimiento?
"Quería la medalla olímpica por mí, no por la gente, pero se nota el reconocimiento"
Es verdad que antes había sido campeona del mundo, de Europa... Pero yo no compito para los demás, lo hago para sentirme bien. Pero es verdad que cuando logras un éxito en unos Juegos hay más revuelo. No tiene nada que ver. Reconocimientos como este Premio AS, por ejemplo, hace darme cuenta de la grandeza de lo que he conseguido.
Y eso que usted sabe mejor que nadie que la diferencia entre ganar una medalla o no a veces son centésimas.
Y tanto. En mi caso he insistido una y otra vez, estaba convencida de que podía conseguirla. Aunque la diferencia pueda ser una palada, unos centímetros... Pero a efectos del mundo entero sí que cambia ser medallista o no. Y eso que ya con ser la primera deportista española en haber estado en seis Juegos Olímpicos ya me parecía un premio. Ya me sentía feliz de poder vivirlo, una enorme privilegiada.
¿Y París?
¿París? ¿Sigue en Francia, no? (risas). Ahora en serio, me marco objetivos a corto plazo. Con mi entrenador siempre vemos esto como un bosque lleno de árboles y debemos ir uno a uno. En 2022 hay Europeo y Mundial. París 2024 sí está en mi cabeza a medio plazo. Un mes después de Tokio ya me puse a entrenar. Lo voy a intentar. Pero para estar en Tokio tuve que quedar entre las cinco mejores palistas del mundo, eso es muy difícil.
Otra motivación debe ser que el grupo de la Selección femenina de piragüismo se haya trasladado a Galicia para entrenar con usted. ¿Se ve como una referencia? ¿Es una motivación más para intentar ir a París?
"Compaginé estudios y deporte porque quería tener un plan B"
Que las chicas hayan venido es un auténtico placer. Voy a intentar aportar todo lo que pueda al grupo, y también a aprender de ellas. Porque nunca lo sabes todo, siempre tienes que estar abierta a ver qué te aportan las demás. Estar juntas nos va a hacer más fuertes. Y se presenta el objetivo de intentar lograr la clasificación de una embarcación de equipo femenino para los Juegos. Me van ese tipo de retos. Luego ya se verá lo que puedo aportar, si lo logramos, si merezco estar en esa embarcación en las pruebas de selección...
Desde fuera su medalla fue una de las más alabadas y celebradas. Se notaba que la gente se alegraba de que pudiera poner esta guinda a su carrera. ¿Usted notó ese cariño?
¡Sí! Lo sentí, de verdad, lo digo de corazón. Y le doy las gracias a todo el mundo por tanto. Yo era la primera que quería conseguir esa medalla, por supuesto, pero luego ver a tanta gente que se ha alegrado por mí... Se me escapa alguna lagrimilla... Es muy bonito ver que la gente se alegra por ti. Es algo que me emociona mucho. Cada momento de ese éxito fue precioso. La medalla, hacer historia, el cariño de la gente... Nunca pensé que sería así.
Su ejemplo ha sido muy valorado porque, en su caso, ha llevado una exitosa carrera en la élite sin descuidar sus estudios (posee títulos en Magisterio, Fisioterapia y Dietética y Nutrición).
En casa siempre me inculcaron que lo primero eran los estudios. Tenía que formarme. Pocas veces renuncié a un entranamiento por estudiar. Pero siendo una niña, sí. Los estudios fueron la prioridad hasta que mi deporte se convirtió en mi trabajo. Pero tenía claro que había tantas cosas que podían truncar mi carrera deportiva, cualquier lesión... Por eso tener estudios y un trabajo era mi plan B. Eso me ayudó a compaginar ambas cosas.
Y tampoco renunció a la maternidad. ¿Cómo lo hace?
"Ver a mi hija orgullosa por la medalla de su madre. ¡Quieres otras 30!"
Siempre quise ser madre, pero nunca se encuentra el momento. Y después de Londres 2012 lo tuve claro. Tuve a mi hija en 2014 y desde entonces, por encima de todo, soy madre. Claro que al principio es difícil cuadralo todo. No me quiero perder nada de mi hija. Pero creo que lo conseguí porque no quise renunciar a ninguna faceta. Desde luego, desde que fui madre doy mucho más valor a cada éxito deportivo.
¿Le ha servido de alguna manera de motivación?
Pues imagínese. Ver a mi hija orgullosa porque su madre ha ganado una medalla. Eso es lo más grande que existe. ¡Te hace querer ganar 30 medallas más!