Simón Cruz, uno de los mejores jugadores de bádminton adaptado del mundo, revela cómo es la preparación en este deporte hacia unas olimpiadas.
En apenas dos días la llama olímpica dará paso al inicio de unos JJOO diferentes, pero con la misma esencia que otros años. El camino no ha sido nada fácil a lo largo de estos cinco años distintos, llenos de sorpresas y obstáculos inesperados que han servido a muchos deportistas para aprender y progresar. El caso más claro es el del protagonista de esta historia que ha tenido que luchar contra su propia vida para intentar cumplir un sueño. El tesón y la esperanza nunca le han impedido luchar por lo que más quiere. Es la preparación en el bádminton hacia unos JJOO.
Simón Cruz Mondéjar es un deportista paralímpico de bádminton. Su pasión por el deporte comenzó desde que era niño. Simón practicaba fútbol sala, balonmano, running... Siempre ha sido una persona muy activa. A día de hoy, con 45 años, es subcampeón del mundo en 2011 en Guatemala, campeón de Europa en España en 2014 en la categoría de dobles y subcampeón individual. En su palmarés tiene 8 medallas de campeonatos de Europa (un oro, tres platas y tres bronces) y ha competido en siete campeonatos internacionales consecutivos, algo que no ha conseguido hacer nadie en el mundo.
El bádminton paralímpico es una modalidad adaptada de este deporte. La única diferencia son las medidas del campo, que se reducen a la mitad. Simón, procedente de Andújar (Jaén) lleva practicándolo desde el año 2007, pero su historia realmente no comienza aquí.
"Casi pierdo la vida. Ahora vivo el día a día"
"En 1999 tuve un accidente muy grave trabajando en un molino de orujo que me pilló la pierna. Perdí la pierna izquierda y ahora llevo una prótesis tanto para jugar como para mi día a día", afirma Simón. En ese momento, tenía 22 años y asegura que aquello le cambió la vida para siempre. "Una vez me vi en el hospital pensé que lo principal era vivir. Cambió mi vida al 100%. Ahora vivo el día a día", expone Cruz. Las ganas por seguir viviendo le hicieron salir adelante. "Aguanté con dolores extremos y no me puse nervioso. Pensé que me moría, pero cuando vi a los enfermeros sacarme de allí solo pensaba en vivir", rememora Simón.
Al principio, su familia estaba consternada por lo sucedido. Sin embargo, Simón trató de quitarle importancia para comenzar una 'nueva vida' de cara a luchar por sus sueños. Empezó practicando natación para coger forma física y trabajar la tonificación del cuerpo, enfocado a su prótesis y la pierna derecha que debía cargar más fuerza de la habitual. Fue en 2007 cuando conoció el bádminton. En natación no se sentía del todo cómodo. Él quería viajar y competir a nivel internacional, algo que con la natación no tuvo la oportunidad. Aquel año, en Córdoba, estaban empezando con el bádminton paralímpico. Cogió la raqueta y desde entonces no la suelta. "Es un deporte que me llena y mis características se adecúan mucho más que a la natación. El bádminton me lo ha dado todo", asegura Simón.
Los inicios en este deporte para Simón no fueron sencillos. "Desde que empecé he tenido momentos muy difíciles. Todos los años me ha pasado algo, pero yo creo que es lo que me ha hecho ser más fuerte", señala el jienense. Para personas con movilidad reducida, el bádminton es un deporte con movimientos muy explosivos y muchos saltos. Sin embargo, a base de mucha dedicación y horas de entrenamiento ha conseguido todo el palmarés que habita actualmente 13 años después.
En Jaén comenzó a entrenar con personas sin discapacidad porque él quería progresar y llegar más lejos, superándose día tras día. "Al principio cuando comencé en Córdoba entrenaba con personas con movilidad adaptada. Yo quería mejorar, esforzarme más, aprender e intentar imitar sus movimientos y técnicas. Me fui a Jaén y allí empecé a entrenar con personas sin discapacidad y hasta hoy", explica Simón.
El camino hacia unos JJOO
Cambiar un estilo de vida no es fácil y menos aún cuando tienes una dificultad extra. El comienzo en el bádminton era el inicio de una trayectoria inolvidable para Simón. En Tokio será la primera vez que el bádminton paralímpico forme parte de este programa y, aunque no podrá estar en los Juegos Paralímpicos, sueña con un momento así: "Los juegos me harían mucha ilusión, pero también me encantaría jugar la final de un mundial. A lo mejor puedes ir a los Juegos y no ganar ningún partido, pero está claro que si me gustaría estar", añade Cruz.
Desde 2009 nunca ha estado por detrás de los diez mejores del mundo. El accidente fue el punto de inflexión que le hizo cambiar el chip en lo personal y en lo deportivo. Desde entonces lleva soñando con ir a unas olimpiadas. Lleva casi una década entrenando entre Jaén y Córdoba, concretamente en el Club de bádminton de Sierra Morena (Córdoba) y el Club Bad Fly (Jaén). Entrena de lunes a viernes realizando todo tipo de ejercicios. A veces entrena en doble sesión diaria combinando pesas o bicicleta y un mínimo de dos horas por la mañana y dos por la tarde. "Tengo un preparador físico que trata de prepararme a través de pesas, entrenamientos aeróbicos combinados con bicicleta y cardio. Los jueves son más bien partidillos en bádminton y voy combinándolo con las pesas", explica Cruz.
El final del camino para estar en unos Juegos Olímpicos cada vez se ve más cerca. Son cuatro años exactamente lo que separa una Olimpiada de otra, salvo este año que serán cinco de manera excepcional. Así explica Manuela Díaz, entrenadora de jugadores profesionales de bádminton, lo caro que es un billete para estar en unas olimpiadas: "El nivel del bádminton y del parabádminton ha evolucionado muchísimo en los últimos años. Ahora hay jugadores muy jóvenes. Hay centros donde se está entrenando específicamente parabádminton y es muy duro competir", explica Manuela.
Un motivo para soñar
De 14 torneos, Simón ha estado en 8 internacionales. Su preparación terminó en Cartagena, a finales de mayo y tan solo ocho de 85 deportistas de todo el mundo se clasifican directamente para los Juegos.
Además, la pandemia del coronavirus marcó un antes y un después en la vida de mucha gente y en la de los deportistas. Justo antes de que llegase el coronavirus, Simón se encontraba en su máximo esplendor como deportista, compitiendo a nivel mundial. "Entrenaba durante 15 días y luego competía una semana fuera, por ejemplo, en Turquía, Dubai... Vine de un campeonato internacional en Brasil y a la semana me metieron tres meses en mi casa", añade Simón. 2020 fue un año que ha tenido paralizado a, prácticamente, toda la población. En España se vivieron tres meses de confinamiento que para Simón Cruz han sido verdaderamente para olvidar. "El año este que he perdido ha sido complicado", explica Cruz.
Durante ese año, no solo tuvo que pasar un duro confinamiento, como explicaba anteriormente. Una lesión le complicó su vuelta a las pistas en las fechas que tenía previsto. "Me lesioné en octubre del año pasado de la rodilla y hasta enero no he vuelto. El tiempo que nos tuvieron encerrados fue muy duro, pero ya estamos aquí otra vez para competir y hacerlo lo mejor posible", señala Simón.
Ahora, gracias al apoyo de su familia y amigos ha vuelto a recuperar toda esa fuerza que él necesitaba. Su mujer, Inés María Molina, se siente muy orgullosa de Simón y pese a todo, ella destaca que Simón ve la vida de una manera diferente, pese a su discapacidad y las dificultades que se le han presentado: "Supera todos los obstáculos con mucha facilidad. No le ve nunca nada malo a nada. Siempre saca las cosas buenas y la verdad que es difícil, porque el día a día y todos los baches que ha tenido que saltar, siempre lo ha hecho con positivismo, con alegría y nunca se viene abajo", dice Inés.
A veces se gana y otras veces se pierde. Simón anima a todas las personas, ya tengan o no una discapacidad, para que peleen por sus sueños. Para él, lo más importante es la perseverancia y el creer en uno mismo: "Nada es imposible para los que creen. Ese lema me siguió a mí muchos años y en un momento difícil hay que intentarlo y luchar día a día por la vida y por el deporte. Siempre habrá gente mejor y peor, pero si das todo lo que puedes ya habrás ganado", concluye Cruz.
Exigencia a cambio de éxito
El rol del deportista no es solo competir, ganar o perder. La mente es el factor que todo lo puede y es la que puede decantar la balanza de su vida a favor del éxito. El papel del entrenador es "hacer ver al deportista, a través del entrenamiento, que puede conseguir sus metas", explica Manuela Díaz, entrenadora y jugadora de bádminton. El de un psicólogo el de "hacerle creer que puede cumplir sus objetivos", según explica el psicólogo Miguel Ángel Palacios, y el de un nutricionista "facilitarle lo máximo posible los recursos para avanzar en el camino hacia su propósito", remarca la nutricionista deportiva Mireia Porta. Estos tres eslabones resultan indispensables y requieren de mucha exigencia a cambio de conseguir lo que quieres. Manuela Díaz, asegura que: "Para la cabeza es importante marcar objetivos a corto plazo y dedicarse al 100% en tu objetivo y entrenar a muerte para ir a por ello".
Miguel Ángel Palacios, explica que además de los objetivos y el entrenamiento que tenga el propio atleta, "es importante ver las actitudes que tiene el deportista en sí, el equilibrio emocional y el plano de la motivación. Cuando tiene que realizar su actividad deportiva debe pensar en superar aquello para lo que se está preparando" y asegura que "el deportista de alto nivel está sometido a un nivel de exigencia y estrés máximo por los entrenamientos que debe llevar, la dieta... Todo eso mezclado con su juventud. Se deben manejar muy bien los tiempos".
Precisamente, la alimentación de la que hablaba Miguel Ángel es uno de los aspectos más importantes para ver progreso en, este caso, un jugador de bádminton. "No estamos hablando de comer una cosa, sino una manera de llevar su estilo de deportista al máximo nivel y eso supone sacar su mejor versión. No es cuestión de que coma eso baje peso. Es mucho más. Es el todo lo que hago, todo para que sume", explica Mireia Porta, nutricionista deportiva.
Es el punto y seguido de una historia que no termina aquí y el punto y final a cinco años de preparación para estar en Tokio. Como dijo John D. Rockefeller: "No tengas miedo de renunciar a lo bueno para ir a por lo grandioso". Los que renuncian son los que se quedan en el camino y los que triunfan son los que no dejan de intentarlo. Ha llegado el momento. Que comience el espectáculo.