Los 50 mejores deportistas españoles (20-11)
Los 50 mejores deportistas españoles (20-11)

50 ANIVERSARIO DIARIO AS

Los 50 mejores deportistas españoles (20-11)

Las bodas de oro de AS nos han parecido un momento perfecto para hacer un ránking de los mejores deportistas españoles durante la historia del periódico.

Rafa Nadal ha sido elegido por los lectores de AS como el mejor deportista español gracias a una trayectoria irrepetible que le mantiene en la pelea por convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos.

Las bodas de oro DE AS nos han parecido un momento perfecto para hacer un ranking de los 50 mejores deportistas españoles durante la historia del periódico. Pero también pensamos que lo ideal sería que fueran nuestros lectores los que eligieran a los cincuenta más grandes.

Por eso, en la redacción hicimos una selección previa de cien atletas extraordinarios. Esa primera lista sufrió infinidad de cambios hasta que confeccionamos una definitiva. En ella puede parecer que faltan personajes indispensables como Di Stéfano o Bahamontes, por poner un ejemplo, pero son deportistas que desarrollaron su actividad antes de 1967, fecha de fundación de AS.

Otra de nuestras dudas fue si incluir a personajes extraordinarios como Rafa Nadal, Miguel Induráin, Carlos Sainz... solo en la lista de los mejores españoles o también el de los mejores del mundo. España ha tenido un nivel deportivo tan alto que varios de sus mejores atletas podrían tener cabida en una clasificación mundial. Sin embargo, al final decidimos separar ambos rankings.

La lista definitiva de 100 deportistas españoles fue publicada en la web de AS y ha estado disponible como encuesta entre junio y octubre para que hayan sido los lectores de AS quienes decidan el ranking de los cincuenta mejores entre ellos.

Al final, el pódium está formado por Rafa Nadal, Pau Gasol y Miguel Induráin. Las tres primeras mujeres son Mireia Belmonte en el cuarto puesto, Carolina Marín en el décimo y Ruth Beitia en el decimosegundo. En la lista hay 42 hombres y solo ocho mujeres, pero casi todas ellas representan la edad de oro que está viviendo el deporte femenino español en los últimos años.

Están representados veinte deportes distintos y los que tienen más presencia son el baloncesto y el ciclismo con seis deportistas cada uno. Detrás están fútbol y motociclismo con cinco, tenis con cuatro y golf y atletismo con tres. En las próximas páginas podrá leer una semblanza de todos ellos en orden inverso.

Marc Márquez

Cuatro títulos del Mundo de MotoGP, y los que pueden venir, están convirtiendo al ilerdense en el mejor piloto de la historia del motociclismo español con permiso de Ángel Nieto.

Marc Márquez es ya el piloto con más talento que ha dado el motociclismo español con permiso de Ángel Nieto. Después de ganar el Mundial de 125cc en 2010 con 17 años y de Moto2 con 19, desembarcó en MotoGP con 20 en 2013 y se proclamó campeón destrozando todos los récords de precocidad de la categoría reina. Entró así junto a Mike Hailwood, Phil Read y Valentino Rossi en el exclusivo club de pilotos que han sido campeones en tres categorías diferentes.

Pero su irrupción no solo destrozó todas las leyes de la física deportiva, también cambió la forma de pilotaje de todos sus rivales, hasta el punto de que Valentino Rossi le preguntaba por twitter si lo estaba haciendo bien. El secreto que tanto sorprendió a todos es su forma de arrastrar los codos por el asfalto en las curvas para controlar el punto de inclinación. Mientras con el habitual toque de rodilla se controla la rueda trasera, el codo ayuda a tener más control de la delantera, y por tanto de la dirección, lo que le daba una ventaja ante sus rivales en los circuitos revirados. Esa revolución se ha extendido por todo el Mundial y ahora casi todos imitan su forma de pilotar, pero el secreto de Márquez no solo está en los codos. Probablemente ningún piloto antes que él ha usado todo el cuerpo con su maestría.

Esa genialidad le ha llevado a ganar tres Campeonatos del Mundo de MotoGP más, sumando 35 victorias, 45 poles y 37 vueltas rápidas, para que sea el enemigo a batir... quizá por muchos años.

Arantxa Sánchez Vicario

Con sus gritos de “¡Vamos!”, su desparpajo y simpatía, se ganó el corazón de todo el mundo con su victoria en la final de Roland Garros de 1998.

El sábado 10 de junio de 1989 toda España pasó la tarde con Arantxa. Y fue una de las mejores tardes de nuestras vidas. Unas horas de emociones imposibles de contener y taquicardias, en la que nos dejamos el alma ayudando a la española a golpear la pelota más fuerte y corrimos de un lado a otro incansables mientras cerrábamos el puño y gritábamos “¡¡¡Vamos!!!” con ella, convencidos de que la historia de David y Goliat era posible.

En realidad, la mayoría tampoco teníamos muy claro quién era Arantxa, una niña de 17 años que había llegado a la final de Roland Garros y se enfrentaba nada menos que a Steffi Graf, una alemana que lo ganaba todo y a todos, le sacaba una cabeza a sus rivales y se paseaba por la pista torturando a quien quiera que tuviera enfrente. Sin embargo, Arantxa puso en pie a toda España, y a medio mundo, peleando cada bola, llegando a lugares imposibles y tirando de garra y desparpajo para robarnos el corazón a todos, y el título de Roland Garros a Steffi con un 6-7, 6-3 y 5-7 que ha entrado en los anales como uno de los mejores partidos femeninos de la historia.

Después de esa tarde mágica llegaron dos títulos más en París (1994 y 1998) y el Open USA de 1994 también ante Steffi Graft, la número 1 del ranking, otras ocho finales de Grand Slam, dos platas y dos bronces olímpicos. Un palmarés soberbio para la mejor tenista española de siempre, la niña con la que pasamos la tarde de un sábado 10 de junio inolvidable.

Arantxa se convirtió en la jugadora más joven en ganar la final de Roland Garros, pero el récord solo le duró doce meses, Mónica Seles ganó la final de 1990 con 16 años.

Gómez Noya

Cuando se trata de nadar, pedalear y correr sin un solo descanso entre medias, no hay nadie como un suizo de Ferrol que tiene un corazón de oro que bombea a toda máquina.

Para nadar durante 1.500 metros, salir del agua, montarse en una bici y pedalear durante 40 kilómetros, bajar, ponerse unas zapatillas y correr durante 10 kilómetros más, hay que tener un corazón muy fuerte y una musculatura de acero. Curiosamente, nuestro mejor triatleta, que también es el mejor sobre la faz de la tierra después de haber sido campeón del Mundo en cinco ocasiones, plata en cuatro y bronce en dos en los últimos once años, es un tipo al que en sus inicios en 1999 le retiraron la licencia para competir porque tenía una anomalía cardiaca.

El problema, una valvulopatía aórtica congénita tuvo a Noya en una encrucijada legal hasta 2005. El CSD le devolvía y retiraba la licencia por motivos de salud, impidiendo que el atleta pudiera competir con tranquilidad. Pero él, sin inmutarse, se sobrepuso a todos los inconvenientes y se refugió en una competición privada en Francia. Y el corazón respondía, ¡vaya si lo hacía! Ganaba cada prueba en la que participaba con una superioridad insultante mientras la burocracia deportiva era incapaz de dar solución al problema.

Por fin, en 2006 llegó la fumata blanca y la libertad para competir. Fue como si le hubieran quitado un lastre. Su salto a la cima fue casi inmediato y su palmarés no ha parado de crecer con victorias en pruebas de la Copa del Mundo y de las Series Mundiales.

Y que nadie se preocupe por su salud. Su corazón ahí sigue, bombeando sangre de campeón a toda máquina.

Raúl

Nadie ha hecho enmudecer al Camp Nou como él, y nadie ha tenido tanta facilidad para hacer travesuras y pillerías sobre el césped de un campo de fútbol.

Raúl ha sido, simplemente, el mejor carterista sobre un terreno de juego. Un tipo cuya picardía y sentido de la oportunidad le convirtieron en uno de los grandes referentes de la historia del fútbol español.

Para jugar como Raúl hay que tener una inteligencia superior y un don para saber lo que está sucediendo en el campo en cada instante. Una capacidad inexplicable para saber dónde va a acabar el balón después de cada rechace. Porque es la única manera de entender que Raúl siempre estuviera ahí, en el sitio justo en el momento correcto, para hacer un lio a su rivales y meter un gol de los suyos. Porque los ‘Goles de Raúl’ no han estado nunca al alcance de ningún otro futbolista. Solo él era capaz de meterlos. Y lo mejor es que en muchos casos parecía que no eran para tanto, pero cuando los veíamos repetidos, y a cámara lenta, éramos incapaces de evitar un gesto de incredulidad y nos echábamos las manos a la cabeza. Así llegaron el ‘aguanís’ y sus ‘cucharas’. Hasta que fichó por el Schalke, mientras todos los aficionados alemanes se frotaban los ojos, porque jamás habían soñado con que un jugador de su calidad llegara a vestir sus colores.

Mientras metía goles con su firma y robaba carteras sobre el césped, Raúl ganó tres Champions y dos Intercontinentales con el Real Madrid; una Supercopa de Europa, cuatro de España y una de Alemania; seis Ligas de España y una Copa de Alemania. E incluso tuvo tiempo para sumar una Liga de Catar y una Soccer Bowl estadounidense. A su modo.

Carlos Sainz

El madrileño no solo ha sido el mejor piloto de ‘rallies’ de nuestro país, su nombre también está escrito con letras de oro en los anales del automovilismo mundial.

El deporte a veces es injusto con sus amantes más fieles, con sus genios más singulares e irrepetibles. Carlos Sainz no solo es el mejor piloto de rallies que hemos visto por estos lares, también es uno de los grandes a nivel mundial, y aparece en el podio histórico en cada ranking serio que se hace sobre este deporte. Sin embargo, parece que a nadie importan sus dos títulos de campeón del mundo de rallies (1990 y 1992) y sus 26 victorias, ni su victoria en la general de coches del Rally Dakar 2010. El nombre de Carlos Sainz ha quedado inevitablemente unido a una frase: “¡Trata de arrancarlo, Carlos!”

Sucedió a 500 metros del final del último tramo del Rally de Gran Bretaña, último de la temporada 1998. Se rompió la biela de su Corolla. Lo cierto es que, aunque hubiera terminado el tramo cronometrado, Sainz hubiera tenido que conducir 70 kilómetros hasta el último enlace, que era el auténtico final de la prueba. Sin embargo, a los ojos de los aficionados el piloto español encarnó el espíritu de la mala suerte al quedarse a medio kilómetro de su tercer título del mundo después de haber recorrido miles de ellos a lo largo de la temporada. Desde entonces, cada percance parecía fruto de su mal agüero, pasando por alto que ‘El Matador’, como es conocido en el mundo de los rallies, tiene en su palmarés logros portentosos como haber sido el primer no nórdico en ganar el Rally de los 1000 Lagos o ser considerado el mejor piloto de siempre evolucionando y preparando coches de rally.

Manel Estiarte

En el mundo acuático también había un ‘Maradona’ que jugaba mejor que los demás, que hacía cosas imposibles para el resto y que, además, defendía los colores de España.

Hay un mundo en el que reinan las aguadillas y el juego subacuático, donde tiran de uno hacia el fondo y el hombre común terminaría ahogado a las primeras de cambio. En un deporte que parece discurrir en forma de danza acuática pero que es un campo de batalla cruento donde no se hacen prisioneros y no hay piedad con el rival. Y ahí, en ese lugar inhóspito, también había un Maradona. Un tipo superior al resto que se movía más rápido, saltaba más alto y dominaba la piscina hasta tal punto que parecía que mientras los demás nadaban, él tenía los pies apoyados en un suelo imaginario. Ese fenómeno es español y se llama Manel Estiarte. Y sabe hacer cosas con un balón dentro del agua que casi ningún otro mortal es capaz de imaginar.

Con 580 internacionalidades, nadie ha vestido los colores de España en ningún deporte tantas veces como él. Participó en seis Juegos Olímpicos ganando el oro en Atlanta ‘96 y la plata en Barcelona ‘92. Fue elegido mejor jugador del mundo siete veces consecutivas entre 1986 y 1992, ha ganado dos oros y una plata en Campeonatos del Mundo, tres bronces en Copas del Mundo, una plata y un bronce en los Campeonatos de Europa... Su palmarés es tan impresionante como su juego y su talento, que le permitieron debutar como internacional a los 15 años y ser capitán del combinado español durante veinte, hasta que anunció su retirada tras los Juegos Olímpicos de Sydney en 2000, en los que fue el abanderado de la delegación española en la ceremonia de apertura.

Gemma Mengual

Un día, las Nereidas decidieron que una de ellas debía hacerse humana, para que descubriéramos lo que una sirena es capaz de hacer cuando es feliz dentro del agua.

En España hay sirenas. En serio. Seres mitológicos que enamoran a los espectadores desde el agua y les hipnotizan con sus movimientos prodigiosos y sus coreografías fantásticas. Mujeres perfectas que convierten sus pies en aletas en el mismo instante en que tocan el medio líquido y que se mueven al unísono como si fueran una. Todas ellas son fabulosas y nos han enamorado, pero entre ellas destaca una reina, una emperatriz de la sincronizada, que durante veinte años de trayectoria ha conseguido que los barcos cambiaran su rumbo sugestionados por sus cantos. Y no, usted no era la única persona que cuando la ha visto bailar en el agua se ha preguntado si tiene branquias para respirar y un cañón submarino para impulsarse.

Aunque digan que reside en San Cugat del Vallés, hay sospechas fundadas de que cada noche recorre la distancia que separa su casa del mar y se sumerge en el Mediterráneo para descansar en su elemento natural, lejos de los ojos de los simples mortales. Y que allí, se reúne con el resto de las Nereidas, las ninfas del mar, y juntas surcan las olas y exploran las profundidades. Porque ella fue elegida de entre todas en 1985 para adoptar forma humana y compartir con el público el milagro de sus ejercicios de solo, sus dúos y sus actuaciones por equipos; la felicidad absoluta que se puede alcanzar en el agua.

Y de paso, ganar dos platas olímpicas, veinte medallas en Mundiales, una de ellas de oro, y otros cinco oros entre 17 medallas en Europeos. Casi nada.

David Cal

Una medalla de oro y cuatro de plata en tres Juegos diferentes convierten al de Vilariño en el mejor deportista olímpico de la historia del deporte español.

Ningún español ha ganado tantas medallas olímpicas como este pontevedrés de Vilariño que un día de niño se subió a una canoa, se puso a remar, y convirtió su cuerpo en un perfecto motor de explosión que paleaba como si no hubiera mañana y se hubiera transformado en fueraborda.

No es una exageración. Con 21 años ganó en los JJOO de Atenas el C1 1000 batiendo el récord mundial de la distancia. Ocho años después cerraba su ciclo olímpico ganando la plata en esa misma distancia y consiguiendo además en el último parcial los 250 metros más rápido de la historia. Entre una y otra medalla consiguió otras tres para convertirse en el deportista español más laureado en los Juegos Olímpicos con un oro y cuatro platas, un récord que ahora solo está al alcance de Mireia Belmonte dentro de tres años.

Su trayectoria no puede explicarse sin Suso Morlán, su entrenador, que supo llevarle desde el primer día, convenciéndole de que no tirara la toalla cuando pensó en la retirada y entendiendo que David era un solitario que solo daba lo mejor de sí lejos de los focos y formando un uno con su canoa y el agua sin nadie a su alrededor; en sesiones de entrenamiento que no solo fortalecían su cuerpo, sino también su mente, que necesitaba sosiego y calma en su timidez.

Y así, como vino, David Cal se fue. Sin hacer ruido. Perdido en Brasil un año antes de los JJOO de Rio, y añorando aquellos entrenamientos en solitario que sacaban lo mejor de él.

Ruth Beitia

Hay una cántabra que nació con botas de siete leguas, turbinas de propulsión vertical y no paró hasta que logró coronarse como la reina mundial del salto de altura.

Muchos de nosotros tendríamos problemas para tocar con la cabeza un listón situado a 2,02 de altura por mucha carrerilla que cogiéramos, pero en España hay una muchacha capaz de hacer vuelo sin motor y no ya tocar ese listón inalcanzable, sino pasar por encima sin ni siquiera rozarlo. Y no es que lo hiciera de casualidad, ni que se ayudara de un muelle o una cama elástica, le sale sin despeinarse.

Ruth Beitia se pone sus gafas oscuras y comienza a dar saltitos en el sitio mientras extiende el brazo derecho y empieza a mover los dedos en una danza frenética. Cuando menos te lo esperas, da un paso para atrás, arranca con una sucesión de zancadas interminables, como si llevara puestas las botas de las siete leguas en esas piernas infinitas que sostienen sus 1,92 metros de altura y parece que se va a pasar de largo. Entonces hace un giro imposible, como si estuviera agarrada a una cuerda que la hace coger inercia... y vuela. Un despegue vertical con las turbinas de propulsión quemando combustible enloquecidas y el público boquiabierto incapaz de comprender tanto prodigio.

Y entre gafas de sol, movimientos de dedos y botas de siete leguas, Ruth ganó el oro olímpico en Río, ha sido dos veces plata y dos bronce en los Mundiales de pista cubierta y bronce en los de aire libre; oro tres veces consecutivas en los Campeonatos de Europa al aire libre, ha ganado dos veces la IAAF Diamond League y es, sin duda alguna, la mejor atleta española de todos los tiempos.

El primer oro femenino del atletismo

Ruth Beitia llegó a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con 37 años, pero la certeza de que estaba en su mejor momento. Saltó 1,97 sin fallo y aunque no pudo con los dos metros, tampoco pudo hacerlo ninguna otra competidora y ella fue la única en hacer 1,97 sin nulos. Eso la convirtió en la primera española en ganar un oro olímpico en atletismo.

Xavi

Uno de los mayores cerebros del fúbol mundial fue el director de orquesta del ‘tiqui-taca’ que le dio a la selección española un título Mundial y dos Eurocopas.

Xavi es EL CEREBRO. Con mayúsculas. Uno de los mejores mediocentros que ha dado el fútbol mundial. El director de orquesta del ‘Tiqui-taca’, ese estilo brillante a imaginativo que mimaba el balón en cada toque y apostaba por el espectáculo, y que llevó al fútbol español a la cima del mundo ganando la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, el Mundial de Sudáfrica 2010 y la Eurocopa de Ucrania y Polonia de 2012 de forma consecutiva, una hazaña que no ha conseguido ninguna otra selección.

Lo curioso es que en un primer momento Xavi no lo tuvo fácil. Con 1,70 de altura y no mucha corpulencia, sus entrenadores, tanto en el Barça como en la Selección, le incluían en el once por talento, pero sin encontrar su puesto ideal.

Tuvo que llegar Luis Aragonés a la Selección en 2004 para ubicarlo por fin en su sitio. Le dio una batuta y los galones para que repartiera juego. Y vaya si lo hizo. Para hacer grande la Selección, pero también para que el Barça de Guardiola se convirtiera en el club que mejor fútbol practicaba del orbe. Siempre con Xavi dando esos pases que abrían el campo, organizando y ordenando, acelerando y ralentizando a placer, encontrando diagonales donde nadie habría podido imaginarlo y colocando el balón siempre en el punto preciso. Un Einstein sobre el césped de un campo de fútbol que ha sido junto a Iker Casillas el líder de una generación irrepetible en la Selección Española, y también en el Barcelona con el que ganó cuatro Champions, dos Mundiales de Clubes, siete Ligas y tres Copas.

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