El objetivo es frenar la escalada de polarización y violencia que se ha acrecentado en el fútbol francés durante los últimos años.
Una de las temporadas con más suspensiones de partido fue la 2021/2022, en la que se sucedieron continuos episodios de violencia con ultras. Los más sonados, el Nice-OM, en el que ultras del Niza bajaron a pegar a jugadores del Marsella o el Lyon-OM, suspendido por el impacto de una botella, enviada desde el fondo de los ultras lyonnais, en la cara de Dimitri Payet.
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