Si el equipazo que es el Nápoles en esta 2022-23 se tiene que personificar en dos nombres, esos son los de Kvaratskhelia y Osimhen. Jóvenes, con talento y con una ambición desmedida por ser los mejores. Ellos representan mejor que nadie al líder (y qué líder, uno que tiene 18 puntos de ventaja en febrero) de Italia que, 33 años después, tiene el scudetto en sus manos.

Ambos están dominando la Serie A con puño de hierro, pero tampoco descuidaron la Champions. En la fase de grupos arrasaron al Liverpool en la primera jornada (4-1) y, después, dejaron en ridículo al Ajax en un doble enfrentamiento que terminó con un global de 10-3. Un rendimiento por el que se perdona haber caído en la primera ronda de Coppa Italia. Curiosamente, en ese partido Kvaratskhelia no jugó y Osimhen salió en el minuto 102.

En estos 31 partidos entre Serie A y Champions, el georgiano ha hecho 12 goles y 15 asistencias. El nigeriano, 21 goles y 4 asistencias. Un total de 52 tantos generados entre los dos que les convierte en la séptima mejor dupla de Europa. Por delante, nombres estelares como Mbappé, Messi, Neymar, Haaland, Salah, De Bruyne... por detrás, otros tantos como Vinicius, Benzema, Lewandowski o Musiala.

Evidentemente, entre ellos se han dado y recibido parte de las asistencias. En concreto, Kvaratskhelia le ha dado seis pases de gol a Osimhen y Osimhen le ha dado uno a Kvaratskhelia. Ambos son los jugadores que han participado en más goles del equipo juntos habiendo coincidido solo en 20 partidos esta temporada.

Y no solo de números se sostiene esta dupla. La conexión entre ambos llega también al ámbito personal. Se ve en cada celebración, en cada gesto que tienen entre ellos. El pasado 21 de febrero, en la ida de los octavos de Champions ante el Eintracht, Kvaratskhelia se atrevió a tirar un penalti en el minuto 36 que falló. Cuando el georgiano se lamentaba de no haber podido convertir el lanzamiento, rápidamente llegó el nigeriano y le levantó el mentón para decirle que mantuviese la cabeza alta porque quedaba mucho partido. Cuatro minutos después marcó Osimhen y ambos se buscaron para celebrarlo con un abrazo. “De Kvaratskhelia no habéis visto nada, en los entrenamientos es aún mejor”, explicó en su momento Osimhen.

“Puedo decirte que no están a la venta por mucho que les quieran. No tenemos deudas”, declaró De Laurentiis, siempre un duro negociador en la venta de jugadores. Aunque el presidente del Nápoles también llegó a decir que “nunca se puede decir nunca porque hay ofertas que no se pueden rechazar”, siendo muy consciente de que en el mercado de fichajes las cifras cada vez son más altas y podrían llegar ofertas por un precio inimaginable.

Ambos llegaron como sustitutos. Osimhen de un Milik que no llegó a explotar como se esperaba ni a tener la suerte con las lesiones que necesitaba y de un Mertens que estaba bajando su rendimiento. Las lesiones le condicionaron en la primera temporada, en la segunda ya dio un rendimiento más que bueno y en esta tercera se está hinchando. Por su parte, Kvaratskhelia lo tenía mucho más difícil. Tenía que hacer olvidar a Lorenzo Insigne, una enorme leyenda del club que se fue a la MLS tras jugar 434 partidos (cuarta mejor marca de la historia del club) y marcar 122 goles (tercera). Mientras que el salario de Insigne era de 9M€, el de Kvaratskhelia apenas llega a 1,7M€. A estas alturas de temporada, el georgiano ya ha mejorado la mejor cifra de asistencias en un año del italiano y está a ocho de hacer lo mismo con los goles.

Nápoles tiene dos nuevos galácticos que tienen todo lo que hace volverse locos a los grandes clubes: producción goleadora, talento y poca edad. Quien quiera a cualquiera de ellos, tendrá que aceptar un precio de nueve cifras.

Kvicha Kvaratskhelia (Tiflis, 2001) se pronuncia Javicha Cuaratsjelia, pero es un nombre tan complicado que en Nápoles lo han simplificado y personalizado. De Kvaratskhelia a solo Kvara y, cuando han visto cómo juega, de Kvara a Kvaradona. “Al principio me pareció increíble escuchar mi nombre asociado a una leyenda de tal calibre. No me lo esperaba, pero me dio un gran empujón. Me hace feliz”, explica el jugador.

A Kvaratskhelia le pueden comparar con Maradona porque ya es un ídolo en la ciudad sureña. Él no lleva el 10, sino el 77. “Me gusta el 7, así que elegí el 77 con mi agente. Bueno, nunca le llamó así, porque le considero familia. Está conmigo desde que tengo 14 años”. El 7 lo lleva Elmas, así que eligió duplicar el número de Cristiano Ronaldo, sobre quien confesó que es su ídolo. Influye también que el portugués jugase de blanco, donde sueña jugar algún día. “Mi mayor sueño es ganar la Champions League con el Real Madrid. Desde niño soy hincha del Madrid. Siempre veía sus partidos con mis hermanos”, confesó en noviembre. “Su padre Badri y yo somos hinchas del Barcelona, pero Kvara ama al Madrid. Es un jugador para aquel nivel, puede jugar en cualquier equipo. Si lo viera con la camiseta del Barça estaría muy feliz, pero él es madridista”, comenta su agente.

Tiene metas altas, pero con lo que está mostrando en esta primera temporada en una gran liga pocos podrán decir que no creen en él. Kvaratskhelia está enamorando a todo el que le ve con un balón en los pies porque recuerda a un fútbol de otra época. No lleva degradado ni tatuajes visibles y las medias apenas le cubren las espinilleras. Su estética personal no es la más moderna, pero su fútbol tampoco. Kvaratskhelia encara, se atreve a regatear, inventa pases poco académicos con el exterior o el tacón y no está hipermusculado. Su fútbol se basa en el talento más que en el físico, algo que cualquier aficionado agradece en la actualidad cansado de ver tanto extremo sin desborde.

“Spalletti me dijo que tengo un buen regate y que soy bueno en el uno contra uno, pero tengo que jugar más para el equipo porque hay jugadores muy buenos y es mejor jugar para el equipo”, afirmó. Pero él mismo es consciente de sus cualidades y de lo que es capaz de hacer: “Todo lo que los rivales estudien y analicen sobre mí nunca les será útil... siempre busco nuevas soluciones sobre el campo”. Su técnico solo tiene buenas palabras sobre él: “Tiene sensibilidad para regatear, para acariciar el balón, para hacer esos trucos que son tan difíciles de defender. Sale por derecha, por izquierda, remata con los dos pies... tiene una variabilidad que lo hace estratosférico”. Desde luego, Spalletti ha sabido sacar lo mejor de él. Si esta temporada ha marcado 12 goles, ya ha conseguido marcar más con el Nápoles que con cualquier otro equipo de su carrera. Y mientras que necesitó 66 partidos para llegar a 15 asistencias con el Rubin Kazan, en Italia ha llegado a esa cifra en 26. En su salto a una gran liga, cuando debería bajar sus números, él los está multiplicando.

Por supuesto, la opinión pública se ha rendido a él. Incluso rivales o leyendas. Gianfranco Zola dijo: “No conocía a Kvaratskhelia y cuando lo vi por primera vez me dejó sin palabras. Lo primero que notas de él es la habilidad para controlar el balón, la facilidad para superar al hombre y la precisión en el pase. Y también tiene una gran inteligencia futbolística”. Bernardeschi, otro que estaba en la lista del Nápoles el verano pasado pero que terminó renovando con la Juventus, contestó: “Kvaratskhelia es el mejor jugador de la Serie A. Hace años que no veo a alguien tan completo: tiene buen pie, físico, raza e inteligencia, además de personalidad y una velocidad demoledora”. Gary Lineker estuvo tan concreto como acertado: “Es tan difícil de defender como deletrear su nombre correctamente”.

El georgiano está haciendo un temporadón que era difícil de predecir. “Me costaba creer que jugaría la Champions. Jugar en un equipo así, de la Serie A, me parecía un sueño. Me tuve que adaptar rápido”. Cuando estalló la guerra de Ucrania, Kvaratskhelia decidió abandonar el Rubin Kazan y regresar al Dinamo Batumi de su país. Un paso atrás en su carrera para dar dos hacia delante. Le quería el Sevilla, la Juventus o el Ajax, pero las operaciones no cuajaron. El joven extremo estaba encantado con la idea de ir a Ámsterdam y fue ofrecido a Overmars. Con informes favorables de leyendas y gente del club como Sjaak Swart o Danny Blind, el antiguo director deportivo rechazó la idea porque le parecían mucho 15 millones de euros. A la directiva bianconera opinó igual.

El Nápoles no dudó en pagar 11,5 millones de euros. De hecho, le seguían desde varios años antes. Así lo desveló Carlo Ancelotti: “Kvaratskhelia solo sorprende a quien no lo conocía, nosotros lo seguíamos desde que yo estaba en Nápoles (el italiano abandonó el club de la Campania en 2019). Es un jugador especial”. Su agente, ese al que dice considerar familia, explicó que hay mucho interés por parte de otros clubes, pero que él solo piensa en el Nápoles, adora estar allí y que no jugaría en otro equipo italiano. “¿Cuánto vale hoy Kvaratskhelia?”, fue la pregunta que tuvo que afrontar Cristiano Giuntoli, director deportivo del Nápoles. “No está en venta”.

Victor James Osimhen (Lagos, 1998) es el jugador diferencial que tanto había esperado Nápoles para ganar la liga. Cavani e Higuain ya habían sido capocannoniere, pero los goles de ninguno habían supuesto un título liguero para Nápoles. Osimhen ha marcado 21 goles y en todos estos partidos (17) el equipo ha terminado ganando. Suyos han sido cinco goles que han supuesto la victoria y seis más han sido el 1-0.

Si la estética de Kvaratskhelia llama la atención, la de Osimhen no se queda atrás. Pero la suya no es a propósito. En un choque con Skriniar en noviembre de 2021, el nigeriano sufrió un golpe durísimo en la cabeza. “La dolencia no fue una simple lesión en el pómulo, sino que también afectó a varios huesos de la cara. No fue una lesión por choque, sino compresión: la fuerza cinética generada por el aplastamiento de la cara de Osimhen contra la de Skriniar provocó un daño devastador. Para curar las fracturas tuve que insertar seis placas y 18 tornillos de titanio. El ojo se le había salido de su cuenca. Tenía una veintena de fracturas, era como si su cabeza hubiese acabado debajo de una prensa. Hicieron falta tres horas, tuvimos que cortarle en tres puntos de la cara. Hay que estudiar una máscara especial para su caso”, explicó el cirujano. Desde entonces, juega con la máscara y no se la ha quitado. Un accesorio que está a caballo entre la protección y la superstición. Osimhen no tendrá claro cuál de las dos es más importante.

Con esa máscara, que ya es todo un símbolo en la ciudad, solo piensa en el título. Al final de la temporada pasada, cuando se quedó a siete puntos del título, avisó a su afición a la vez que advertía a todo el país: “Estamos más decepcionados que nuestros fans, pero quiero decirles que estén tranquilos porque el año que viene volveremos a luchar por el scudetto. Lo haremos porque sabíamos que teníamos cualidades para ganar este año”. Ya en esta 2022-23, no perdió el foco: “Sueño con marcar el gol que nos dé el scudetto. Lo he pensado desde que estoy aquí. No puedo imaginarme lo que sucedería en la ciudad”.

Su mentalidad es uno de sus puntos fuertes. “Para llegar a donde estoy, superé muchos obstáculos. La gente dice que no voy a durar a este nivel, pero también lo dijeron cuando fui rechazado por dos equipos en Bélgica. ‘Nunca lo lograrás’, me dijeron”. Así también lo destaca Spalletti: “Es un líder. Tiene una manera única de estar en el campo. Asume toda la responsabilidad y pone sus cualidades a disposición del equipo. Es fácil para mí trabajar con jugadores que tienen esta calidad, la capacidad de escuchar, de aprender”. Y Osimhen está encantado de tener un entrenador como él: “Tengo que agradecerle mucho a Spalletti, me ayudó mucho en mi crecimiento. Siempre habla conmigo después del entrenamiento, es un entrenador de mucho nivel. Trata de motivarme y hacer que aproveche el máximo potencial que tengo. Es el entrenador ideal para mí en esta etapa. Es una de las razones por las que siempre doy lo mejor de mí”.

Osimhen marca goles de diferentes maneras, generalmente con bastante potencia en el disparo o imponiéndose de cabeza (1,85 metros), pero si algo destaca de su juego es la capacidad que tiene para jugar con el cuerpo. Se mueve a la perfección para hacerse el hueco y, con su técnica, es capaz de controlar balones que estaban lejos de estar controlados. Una potencia física imponente que le facilita que le busquen con balones al espacio y llegar a rematar los centros. “Me recuerda a Torres. Es rápido, va bien de cabeza y tiene mucha calidad”, dice Rafa Benítez. “Mi ídolo es Drogba, observé mucho cómo jugaba, pero me inspiro en Harry Kane”. Tres nombres a los que cualquier delantero puede tener de referencia sin equivocarse.

Su sueldo es de 4,5M€, pero él se está ganando los extras a base de goles. Con 20, consiguió una prima de 130.000€. A partir de aquí, sumará la misma cifra cada cinco goles. Una ficha bastante asumible para un delantero goleador. “Para mí es difícil encontrar algo mejor que Nápoles. Estoy centrado en el Nápoles y ellos tienen la última palabra”.

“¿Sabes qué? Vamos a ganar el scudetto”. Victor Osimhen contó al Corriere della Sera que, durante el pasado verano, le dijo esta frase a Anguissa. Spalletti pasaba por allí y le dijo: “Si convences a todos tus compañeros, igual lo logramos”.

Aún falta el alirón, pero que el nigeriano tenía muy buenos argumentos le ha quedado claro a todos. El Nápoles, hasta ahora, está viviendo la mejor temporada de su historia y mucho se lo debe a sus dos nuevos héroes. El punta, cuya cara aparece ya en pizzas, tartas y cafés, siempre ha marcado goles de azzurro, pero desgastaba demasiadas energías. Ha aprendido a gestionarse y se ha hecho una máquina imparable. Físico, táctica, sacrificio, humildad: sus 19 goles en 20 jornadas nacen de un carácter forjado en Lagos y explotado bajo el Vesubio.

En Frankfurt, Kvaratkshelia falló un penalti y él fue a levantarle la cabeza. La conexión entre ambos es eléctrica, imprevisible. No se la pierdan, si pueden: es la mejor de Europa. El georgiano nunca supo lo que es el peso de ser el heredero de Insigne. Siempre fue madridista, su ídolo era Guti y tarde o temprano espera vestirse de blanco, pero tiene 22 años y habrá tiempo para eso. Muy pronto, su edad y la de Victor serán eternas en los muros de Nápoles. Como los 27 del Diego.